3 de marzo

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ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 9


El cuerpo de Vittoria muerto se había quedado plasmado en mi mente.

Toda esa sangre y ese rostro, tan perfecto, tan delineado, esos ojos sin iris con la profundidad del mar y ese nombre que se repetía cada vez que latía mi corazón. Valtor.

—¡Sky, frena! —grité, con la adrenalina corriendo por mis venas como fuego.

—No. —Su respuesta fue seca, cortante. Sus manos seguían firmes en el volante, acelerando más, como si intentara dejar atrás algo que no podíamos ver.

—¡Sky, te estoy diciendo que frenes! —grité nuevamente, mi voz se quebró entre la rabia y el miedo.

—¡Y yo te dije que no! —rugió, su mirada fija en la carretera como si pudiera perforarla. Sus ojos, normalmente fríos, ahora brillaban con una furia salvaje. El aire dentro del auto se volvió tenso, como si estuviéramos atrapados en una jaula que se encogía con cada segundo.

Mi corazón latía furioso, y mi mente giraba en un torbellino de emociones. No podía soportarlo más. Me incliné hacia él, mis palabras brotando como un torrente incontrolable.

—¡Sky, maldita sea, para el maldito auto! —mi voz era como un látigo, chasqueando en el aire entre nosotros—. ¡Me voy a lanzar del auto! ¡Frena de una jodida vez!

Su mandíbula se tensó y, por un segundo, creí que iba a ignorarme de nuevo. Pero entonces, de repente, pisó el freno con una violencia que me lanzó hacia adelante. El McLaren derrapó en seco, los neumáticos rechinando contra el asfalto, y el auto se detuvo bruscamente en medio de la carretera desierta.

El silencio que siguió fue ensordecedor, solo interrumpido por nuestras respiraciones agitadas. Sky se giró lentamente hacia mí, su rostro estaba esculpido en hielo, pero sus ojos, ardían con un fuego oscuro.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —gruñó, su voz baja y llena de peligro—. ¡No entiendes lo que acaba de suceder! ¡Estas ciega o que!

Lo miré fijamente, mi rabia chocando contra la suya, como dos llamas compitiendo por consumir el aire entre nosotros. Las lagrimas empezaron a salir de mis ojos de manera casi inconciente.

—¿Quién es Valtor? —escupí, sin rodeos, cada palabra cargada de electricidad. Sabía que ese nombre significaba algo, lo había sentido al tocar el camafeo. Y necesitaba respuestas, aunque tuviera que arrancárselas.

Ese nombre era la respuesta que estaba buscando.

La reacción de Sky fue instantánea. Sus ojos se oscurecieron aún más, como si una sombra pesada cayera sobre él. Se inclinó hacia mí, acercando su rostro al mío.

—¿Dónde escuchaste ese nombre? —susurró, su voz era un filo de acero, frío y letal.

El cambio en su tono me hizo sentir como si la temperatura del aire hubiese descendido de golpe. Pero no retrocedí, a pesar del miedo que empezaba a anudarse en mi estómago.

—¡Contéstame! —su voz se alzó, pero no fue un grito, sino un mandato tan feroz que me cortó la respiración. Acto seguido solto un golpe al volante.

Estoy asustada por como esta reaccionando y por lo que he visto minutos antes. Mi mente se tambaleaba entre el pánico y la confusión. Había algo detrás de ese nombre, algo que Sky intentaba desesperadamente mantener enterrado, pero no podía dejarlo pasar. No ahora.

—Lo vi... lo sentí cuando toqué el camafeo en la iglesia —dije con voz firme, aunque mi corazón palpitaba con fuerza—.

Sky no respondió de inmediato. Su mandíbula se tensó, sus ojos brillaban con un fuego oscuro y peligroso. Con un gruñido de frustración, abrió la puerta del auto de un tirón, bajando de golpe. El aire de la noche parecía chisporrotear a su alrededor, como si su enojo lo envolviera en una energía imposible de contener.

OlvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora