Entre el odio y el anocher

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ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 3


Permanezco en silencio, y eso es todo lo que puedo sentir.

Silencio. Nada.

Mi corazón late poco a poco, tun tun, y luego de nuevo, tun tun. Todo empieza a dar vueltas, y una palabra se forma en mi mente: ¿demonios?

La mirada penetrante de Carlisse me atraviesa como si intentara desentrañar mis secretos más oscuros. La sala está impregnada de una tensión palpable, y me siento pequeña bajo su escrutinio. Hace menos de dos horas que desperté, me siento sola y letal. El espejo me mostraba a una joven normal, no a un demonio.

—Daphne, hay algo que necesitas entender sobre este lugar y sobre ti misma —comienza, su voz firme como un eco en la vasta habitación—. Todos aquí son mitad demonio. Esa es nuestra naturaleza, una mezcla de luz y oscuridad. Sin embargo, tu lado demoníaco fue apagado.

Sus palabras me golpean como un rayo. —¿Apagado? ¿Por qué?

Pausa. No puedo digerir tanta información de golpe. Volteo a ver a Sky, quien ignora mi mirada. Tomo aire y vuelvo a encontrar la fuerza para enfrentar la mirada de Carlisse.

—Porque has causado demasiado daño, y no podemos permitir que eso continúe. Tu regreso aquí es una oportunidad para que te reformes y aprendas a controlar lo que realmente eres —me dice, y hay un atisbo de compasión en su mirada—. Pero ahora, es mejor que salgas de mi vista. Necesitas tiempo para asimilar esto.

Asiento, sintiéndome perdida pero intrigada. Antes de que pueda procesar completamente sus palabras, Sky se aproxima, su expresión es una mezcla de impaciencia y curiosidad.

—Vamos, no tengo todo el día. Te mostraré el lugar —ordena, su tono brusco, pero no del todo hostil. Es una invitación, aunque suene a amenaza.

Lo sigo, sintiendo que mis pasos resuenan en el pasillo como un eco de mis pensamientos confusos. A medida que caminamos, Sky me guía por la mansión, señalando habitaciones y áreas mientras intento absorber cada detalle. No recuerdo muy bien los sentimientos, pero Sky lentamente me hace recordar lo que es el desagrado, pero también la curiosidad por averiguar más sobre él. Me freno en seco y le arrebato mi brazo, que sujeta con fuerza. Pausa.

—No entiendo nada —digo mientras lo observo con los ojos invadidos de cólera—. No entiendo quiénes son y qué hago aquí.

—No esperábamos que lo entendieras —dice de manera despreocupada mientras me mira de forma intensa—. Vamos, llevo prisa.

Estoy molesta. No puedo continuar más si no obtengo respuestas.

—No me moveré de aquí si no me dices qué hago aquí —digo claramente a la defensiva.

Sky suelta un suspiro mientras hace muecas de estar molesto. Es grande e impone demasiado, pero hay algo dentro de él que no me termina de convencer. Es como si toda esta actitud de autoridad fuera un velo. Lo observo fijamente y analizo cada parte de su rostro.

—Perfecto —responde de manera fugaz—. Necesitas saber dos cosas.

Pongo atención. Tiene toda mi atención en estos momentos.

—Primero, fuiste mala —lo piensa un momento mientras examina sus ideas—. Corregiré, muy mala. Segundo, estás aquí para reformarte y que nada de lo sucedido vuelva a pasar.

Ok, no obtuve ninguna respuesta clara. Naturalmente, me siento más confundida. ¿Acaso así siempre era Sky Lovelace? Sigue caminando, y no tengo más remedio que seguirlo.

—Aquí es donde se hacen las reuniones. No entres sin permiso —dice, señalando una puerta de madera oscura.

—¿Y si lo hago? —me atrevo a preguntar, desafiándolo.

OlvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora