5. Los pasillos de Rocadragón
La batalla sobre el mar no tardó en explotar.
Al día siguiente de la llegada de Rhaenyra, un mensajero de Corlys hizo llamar a todos los jinetes de dragón y tropas que la reina había preparado de antemano. La cabeza visible de la casa Velaryon no tardó en irse refunfuñando algún lamento acerca del infortunio de que la reina estuviese indispuesta justo en este momento.
"Al parecer casi nadie sabe exactamente ni qué ha pasado ni cómo está la reina".
Así que la batalla había comenzado sin ella estar plenamente consciente todavía. Y menos mal, porque seguramente querría ponerse en pie como fuese.
Mysaria salió a una de las torres a observar el panorama. No tardó en ver a lo lejos a Silverwing y a Vermithor sobrevolar una franja negra que se divisaba, la flota enemiga. Poco después vio a Jacaerys y Addam salir disparados con Vermax y Seasmoke. Baela y Moondancer ya estaban en la batalla. Una voz la interrumpió.
-Disculpe, lady Mysaria – dijo el Maestre apareciendo por la puerta de la torre -, me temo que la reina ha despertado y se está empeñando en ponerse en pie y buscar a Syrax - cogió aire, parecía fatigado de las escaleras -. Y me temo también que no escucha a nadie, tengo entendido que vos estáis muy unida a ella...quizá os escuche, ya no sé qué más decirle.
El hombre hablaba con resignación. Mysaria puso los ojos en blanco ante la no sorpresiva intención de Rhaenyra. Bajó a todo correr sin perder la compostura y entró como un elegante vendaval en los aposentos de la reina, pero ya no estaba allí. No tuvo ninguna duda de que estaría encaminada a buscar a Syrax. Así que siguió bajando pisos de la fortaleza, seguida cada vez a más distancia por el Maestre, que no podía seguirle el ritmo. En las profundidades de Rocadragón se hallaba Rhaenyra, al final de la escalera que conducía a la cueva de los dragones, rodeada por dos ayudantes del Maestre, su guardia personal Ser Lorent e incluso la cocinera.
-Mi reina, necesita descansar, ¡jamás podría montar a Syrax en ese estado y las consecuencias para todos serían nefastas! - Exclamaba Ser Lorent.
-No...os dais cuenta de lo que está en juego - jadeó una cansada Rhaenyra mientras se echaba una mano a las costillas -. Tengo que ir allí y contribuir...en esta batalla, ¡puede ser decisiva!
-Pero, mi reina - empezó la cocinera, pero Rhaenyra la apartó para seguir torpemente con su camino.
Mysaria maldecía tener que ser ella la que redirigiese a Rhaenyra, no quería evidenciar más la estrecha relación que tenían y que eso alimentase habladurías. Porque por mucho que lo lamentase, sabía que a ella la iba a escuchar.
-Mi reina - pronunció Mysaria con voz calmada, y todos se giraron -. Conviene hacer caso al Maestre y al resto. Las heridas deben sanar antes de que supongan un perjuicio fatal en tu cuerpo, y en consecuencia, un perjuicio fatal para el reino – se acercó un paso con las manos entrelazadas -. Además, Syrax está igual de convaleciente, no puede volar todavía.
Rhaenyra la miraba, apoyada en la pared y con la respiración agitada por el esfuerzo que le estaba suponiendo bajar hasta allí. Echó un vistazo al fondo de la estancia, donde habitaban los dragones de Rocadragón, aunque ahora mismo sólo estuviese Syrax. Luego miró a Mysaria. Finalmente aceptó su destino y se dejó acompañar de vuelta a sus aposentos.
El Maestre hizo un leve movimiento de cabeza a la extranjera y seguido subieron tras el grupo.
Ya en la habitación de la reina, y esta acostada de nuevo en la cama, todos fueron volviendo a sus puestos menos Mysaria.
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El camino de la liberación
FanfictionAcaban de terminar los acontecimientos de House of the Dragon temporada 2. Alicent deja a Rhaenyra con muchas dudas y una posibilidad ante ella. Rhaenyra debe proceder con rapidez pero con cautela mientras la guerra estalla en todas partes, y necesi...