9. El retorno de la heredera

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9. El retorno de la heredera

Alicent no sabía qué esperar de su encuentro con Rhaenyra. ¿Debería huir ahora que estaba a tiempo? Sabiendo que Rhaenyra no encontraría a Aegon, que era la cabeza que necesitaba, la propia integridad de Alicent corría peligro. Pero una parte de ella no le permitía alejarse, no ahora que Rhaenyra volvía a Desembarco del Rey. Tenía la sensación de que pasase lo que pasase, debía quedarse.

Ascendió por los corredores de la Fortaleza Roja seguida por el Maestre Orwyle.

Un fuerte ruido seguido de una sacudida de las paredes del castillo les hizo detenerse y sujetarse mutuamente.

-Mi Señora, los Negros ya están aquí - dijo el hombre algo nervioso -, ¿qué sugiere que hagamos?

-Eso...ha sido un dragón posándose en alguna torre de la fortaleza, estoy casi segura - contestó, mirando hacia los techos -. La opción de huir puede ser algo insensata ahora mismo, puede que lo mejor sea quedarse - todavía dudaba -. En cualquier caso, lo que voy a hacer es ir a buscar a Helaena.

Subieron hacia el piso donde estaban sus estancias. Se cruzaron con multitud de caballeros y doncellas, y algunos se unieron a Alicent y Orwyle para acompañarla allá donde fuese. Después de todo, todavía tenía mucha gente que le era leal allí.

-¡Madre! - Helaena sostenía a su hija Jaehaera en brazos, corrió hacia su propia madre y las tres se abrazaron - ¡Vienen los Negros! ¿Qué debemos hacer? - La chica estaba muy nerviosa y Alicent sabía que eso le sentaba muy mal, tenía que calmarla.

-Helaena, tranquila, no te preocupes, está todo en orden. Hablé...con Rhaenyra en su momento, no te va a pasar nada.

La propia Alicent trataba de creerse sus propias palabras, pero el carácter de Rhaenyra era impredecible y la situación un caos. Sin embargo, eso era lo que Helaena necesitaba escuchar en ese momento.

Se oyeron rugidos de dragones. Alicent se asomó a la ventana, seguida por Helaena, por Orwyle y por un par de caballeros. Desde ahí podían ver buena parte de Desembarco del Rey y de sus cielos, y lo que vieron fue aterrador. Varios dragones planeaban ya sobre la ciudad, entre ellos pudo reconocer a Seasmoke, gris como las nubes que se expandían al fondo, y a Moondancer. Había otros dos dragones grandes que no reconocía. Y le pareció ver a Caraxes, rojo como el fuego, volar a toda prisa detrás de...¿Vhagar? Alicent se puso nerviosa. ¿Aemond estaba huyendo? Pero algo le preocupaba incluso más. ¿Y Rhaenyra? Alicent se asomó más para tener más visión del cielo. Pero otra fuerte sacudida los hizo tambalearse. Alicent miró hacia arriba, y no tuvo que asomarse mucho más para percibir, por fin, una gran cola amarillenta zumbar unos pisos más arriba de esa misma torre y arremeter, probablemente sin querer, contra las piedras de la torre. La dragona estaba posada en el nivel más alto, y movía la cola sin cuidado.

"Rhaenyra ya está aquí"

Irónicamente, su primer sentimiento no fue de terror, sino de alivio, de que esa rubia estaba bien y recuperada. Luego sobrevino algo parecido al terror, y se vio obligada a borrar esa fugaz expresión de alivio.

Pero de repente se acordó de su acuerdo con la Targaryen, y se preguntó si debería dar orden de abrir las puertas de Desembarco. Lo había repasado innumerables veces en su mente los tres días anteriores. Sólo tenía que dar la orden de abrir las puertas, pero, ¿acaso tenía eso algún sentido en ese momento? Rhaenyra estaba literalmente en el tejado. Sin embargo, le había prometido a Rhaenyra que se encargaría de dejarle paso a su gente, y eso es lo que iba a hacer.

Se disponía a salir de las estancias de Helaena cuando oyó fuerte ruido de choque de espadas en los niveles inferiores.

-¡Mi Señora, muchos Capas Doradas están con los Negros! Se están haciendo con el control de la fortaleza - gritó desde el corredor uno de los guardias hecho un manojo de nervios.

El camino de la liberaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora