7. Los nervios de la reina

115 6 0
                                    


7. Los nervios de la reina

Por la mañana, cuando Mysaria despertó Rhaenyra ya estaba en pie y perfectamente preparada. Lucía más recuperada. Quizá ya había estado con Daemon. Rhaenyra acababa de entrar a la habitación bastante airada, pero se acercó a la cama y rebajó sus aires para adoptar unas formas más suaves para acercarse a Mysaria.

-Qué locura, no me puedo creer que haya estado dos días medio ida y haya estado ausente de todo lo que está pasando – dijo, poniendo una mano en el brazo de Mysaria -. Espero que hayas podido descansar. Anoche tenías cara de cansancio y quise dejarte dormir.

Mysaria se incorporó rápido con la intención de levantarse y ponerse manos a la obra, pero Rhaenyra la frenó poniéndole la mano en el hombro.

-Tranquila, tómatelo con calma. He dado orden de que no me molesten.

Mysaria inclinó la cabeza para rozar con la mejilla la mano de Rhaenyra. Olía a frescura y naturaleza, y puede que a Syrax. Le relajó.

-Rhaenyra, debes saber que todavía no hay noticias de la reina viuda, y hoy es supuestamente el día.

La rubia asintió con firmeza, y Mysaria pudo ver cómo apretaba los puños durante un segundo efímero.

-Era una de las posibilidades, ¿no? Ir a ciegas, sin saber las verdaderas intenciones de Alicent – su tono se había tornado más hostil.

Mysaria se preguntó qué tipo de sensaciones estaría teniendo ahora mismo la Targaryen hacia la Hightower, aunque algo podía intuir. Decepción, rabia, rencor. Todo fuertes emociones. Pero Mysaria sabía que ese tipo de intensidad no se sentía por cualquiera, y definitivamente Alicent no era cualquiera para Rhaenyra. Mysaria casi sintió una pequeña punzada de angustia al notar ese chorro emocional de la rubia hacia la reina viuda, pero también compadecía a Rhaenyra.

-No sabemos lo que puede estar pasando allí - puntualizó la morena, apoyando un codo en la cama para sujetarse la cabeza cómodamente -. No es un reto fácil para ella.

-Esperaremos unas horas más, hasta el fin del funeral de Corlys - alzó la barbilla como si estuviese reafirmándose a sí misma -. Hoy partiremos hacia Desembarco del Rey, haya noticias o no.

Y con una leve caricia en la mejilla de Mysaria, se marchó de nuevo.

"Le espera un día difícil, es una situación horrorosamente compleja. ¿De verdad les merece la pena ser reyes y reinas?"

Últimamente se había descubierto pensando en cómo sería esa mujer si no tuviese el peso de la corona pisándole los talones todo el día. ¿Sería más risueña? ¿Sería más bromista? ¿Cómo sería?

"Quizá algún día lo descubra" Se sonrió mientras se revolvía entre las sábanas de la propia Targaryen.

Ninguna parecía interesada en profundizar en lo que había pasado esa noche. Era como si hubiese surgido de forma natural, y así había que tratarlo. Se habían dejado llevar.

Poco después, Mysaria estaba en pie y se dispuso a hacer su ruta habitual por los pasillos de Rocadragón, visitando al Maestre, a la gente de cocinas, que siempre portaban alguna pieza importante de información, y a algunos mensajeros. Pero detuvo su ruta cuando percibió a Daemon al fondo de un pasillo dirigiéndose a la sala del consejo. Lo siguió. Sabía perfectamente cómo deslizarse entre las sombras para entrar sin ser vista y permanecer allí pasando desapercibida. Lo había hecho multitud de veces para escuchar las inútiles conversaciones del consejo, sobre todo a su llegada a Rocadragón, cuando Rhaenyra todavía no confiaba en ella. Ahora era la propia Rhaenyra la que acudía a ella a contarle todo.

El camino de la liberaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora