Nine..

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La pelinegra despertó desorientada en su habitación habitual, los recuerdos de lo último que ocurrió llegaban a ella sin aviso previo, pensó en como estaría Rose en ese momento.

—Despertaste. —Stefan respira aliviado por ver a su hermana viva y despierta, no quería que se quedara otras décadas durmiendo.

Ella solo se limita a asentir, seguía desorientada. Llevo una de sus manos a su cuello para poder sentir la venda que se instaló donde la habían mordido.

—No la toques mucho, la puedes volver a abrir. La sangre de Damon no sirvió mucho, seguimos sin saber el porqué. —Se acercó a paso lento el hermano Salvatore hasta acomodarse al lado de su hermana.

—¿Y Rose? —Murmuro Janette preocupada por su querida amiga, no sabe cuánto ha dormido y por eso mismo no sabe si ella esta bien.

—Murio, lo siento Jane.

Stefan la miro con lastima y preocupación. Y Jane solo se paralizo, el sentimiento de cuando perdió a sus hermanos se volvió a instalar en su pecho, como una tragedia que jamás podría atrasar. Ella estaba ida pensado en su amiga, porque a pesar de que la secuestro y casi la quiso vender a un original, Rose tenía sus razones, solo buscaban sobrevivir y alguien que lucho tanto por poder sentirse libre se fue de una manera tan injusta le hacía doler el pecho.

Su respiración se comenzó a acelerar mientras las lágrimas caían por su rostro, llego un momento en el que no lograba respirar, se estaba ahogando ella misma. Y aunque no podía ni dar un respiro seguía pensando en su amiga, la mujer lobo que había sido la causante del sufrimiento de Rose lo pagaría.

—¡Jane! ¡Mirame! —Tomo la cara de su hermana entre sus manos, indicándole como respirar adecuadamente. —Se fue en paz, Damon me lo dijo.

—Pero ella...

Siguio llorando por Rose en el pecho de su hermano por horas hasta quedarse profundamente dormida.

...




Stefan y Damon se encontraban peleando por el regreso de John Gilbert y una recién levantada Janette escuchaba desde la cocina cercana. Al parecer ese hombre no era de fiar o eso decía Dai.

Aburrida se sentó en el sofá oyendo como peleaban, en resumen, no confiaban en Elijah. La diferencia radicaba en que ella si confiaba en él porque a pesar de ser un original había cosas que por más que se intenten evitar, van a terminar sucediendo. Eso es el destino.

Al final todos la dejaron sola en aquella desolada casa, con distintos asuntos que debían atender. En eso salió directamente hacia la cafetería famosa que tenía el pueblo, le interesaba el nuevo estilo de vida y el avance de la sociedad.

—¡Hola! ¿Eres la hermana de los Salvatore no? —Pregunto el chico que se había encontrado la noche que despertó. Matt Donovan.

—Si. Soy esa. —Rió alegremente mientras me sentaba en un taburete.

Matt se gira para buscar un menú y entregárselo a la pelinegra. Ella solo se queda mirando sin entender algunas bebidas y comidas.

—Uh.. ¿Me recomendarías alguna? —Preguntó nerviosa, no salía mucho sola porque Stefan y Damon se lo habían prohibido.

—El de hamburguesa con gaseosa está bien, aunque si quieres algo de alcohol yo te puedo invitar. —Matt sonrió amablemente hacía la pelinegra en busca de una respuesta.

—Pues será eso. —Su lema era que luego de probar podría juzgar, adicionalmente Jane no sabía que era eso llamado hamburguesa.

Cuando su pedido llego, la ojiazul logro divisar al amigo de su hermano mayor junto con otras dos personas.

Comió tranquilamente hasta que llego su hermano y se escondió. Janette no quería que la vieran. Sino, era probable que la regañen.
Salió del lugar rápidamente, milagrosamente Jane se encontró con Caroline amiga de Elena. No la conoció del todo en persona pero si logro oír de ella con sus hermanos y la novia de Stefan.

—Hola. —Janette la saludo amablemente y la sorpresa se logro evidenciar en el rostro de la rubia. Ella no esperaba encontrarse a la pelinegra aquí.

—Hola. ¿Dónde están Stefan y Damon? Normalmente no te dejarían sola. —Pregunta Caroline. Los hermanos Salvatore eran demasiado sobreprotectores con su hermana por todo lo ocurrido, tanto así que se sabía que no la dejaban sola por nada del mundo.

—Me escape de casa. Es aburrido estar sola en una mansión tan grande y Stefan con Damon siempre se la pasan buscando soluciones y problemas.

—Es entendible te la pasas encerrada veinticuatro horas. —Comento sonriendo y aquella chica le agrado a Jane. —Si quieres te puedo llevar.

—Ah. Me harías un gran favor.

Jane se acerco a Caroline, pero en lo que rodeaban el auto unas presencias alertaron a las dos muchachas. Por instinto la pelinegra mantuvo sus alertas en alto.

Una mujer de unos cuantos años mayor a ellas se coloco en frente, preguntando por un muchacho y la rubia nerviosa negó intentado adentrarse al auto. El aire frio y la tensión se lograban sentir entre las tres mujeres, pero lo que decidio todo fue una tercera persona. Un hombre de casi la misma edad se apareció frente a la rubia disparándole a la cabeza, Jane impactada se llevo sus manos a la boca sorprendida pues ahora Caroline estaba muerta, corrió hacia ella llamándola por su nombre y sin darse cuenta la rubia le recordó a Rose.

Atando cabos se dio cuenta quien estaba frente a ella. No sabía como la había reconocido pero si se lograba concentrar sabía que esa mujer era la loba que ataco a Rose.

—Eres tú, la loba que ataco en nuestra mansión. —La mujer se impacto igual que el hombre por que alguien la lograra reconocer, al instante se volvió seria acercándose a ella.

—Hay que llevarla.

El hombre la tomo por la cabeza, estampándola contra el auto. El choque provoco un desmayo inmediato en Jane y todo se volvió oscuro como una vez lo estuvo por décadas. Hasta que lo encontró.

En el sueño volvio a recordar la vez del prado. Pero en aquella ocasión estaba en un cabaña tan acogedora como su antigua casa. Jane se dirigió a la sala de estar detallando todo e incluso logro ver algunos recuadros de ella junto con alguien pero su cara seguía viéndose borrosa como si un ente impidiera que ella recordara o viera aquella cara.

Podrá olvidar los recuerdos pero jamás los sentimientos. Y esa frase aplicaba en esa misma ocasión a Jane porque por más que no recordara sus sentimientos, estaban ahí, unos que no conocía que tuviera. Con solo volver a aquellos lugares los volvía a sentir.

La chimenea estaba prendida iluminando el rostro de la pelinegra miestras veía un retrato hecho a mano de ella. Era precioso. Jane sabía que en algún lado lo vio, le daba una sensación de familiaridad.

—¿Tú? ¿Cómo estás aquí? —La misma persona que en el recuadro se veía borrosa estaba frente suyo. Su cara seguía viéndose distorcionada pero la sensación de conocerlo la invadió, no solo conocerlo; era como si lo amara.

—¿Quién eres tú?

—¿No me recuerdas? —El hombre menciono dolido acercándose a ella.

—No. Jamas te he visto.

—Claro que si Jane. Recuerda.

La agarro por los hombros tomando por sorpresa a la ojiazul, que incómodamente se aparto. Por más que intentaba recordar el dolor de cabeza comenzaba a aparecer.

—No puedo...

—Encontrare la forma de que recuerdes.

La voz del hombre se distorsiono y todo se volvió nuevamente negro. Sin darle tiempo para preguntar su nombre.

Y Janette despertó con un sentimiento de duda en una celda, junto con Caroline.




𝐒𝐎𝐔𝐋 ▎ 𝗞𝗹𝗮𝘂𝘀 𝗠𝗶𝗸𝗮𝗲𝗹𝘀𝗼𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora