Capítulo 3: Nuevos Encuentros

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Clara estaba sentada en el pequeño café que Martín le había recomendado. El aroma a café recién molido llenaba el aire, y las paredes de ladrillo le daban un toque acogedor al lugar. Había algo reconfortante en estar rodeada de libros y de gente que parecía estar viviendo su propia historia. Este era el lugar perfecto para encontrarse con él de nuevo, pero ahora con una pequeña dosis de nerviosismo que no había sentido antes.

—Hola—dijo una voz familiar a sus espaldas. Clara se giró y ahí estaba Martín, con una sonrisa despreocupada y un par de libros en la mano.

—Hola—respondió ella, tratando de sonar natural.

Se sentaron en una de las mesas más alejadas, donde la luz del atardecer bañaba suavemente sus rostros. Parecía el tipo de momento que podría salir directamente de uno de los libros favoritos de Clara, pero la conversación de aquella tarde prometía revelar más sobre ellos, ahora que habían empezado a soltarse.

—Entonces—comenzó Martín mientras dejaba sus libros sobre la mesa—, ¿cómo va tu semana?

—Caótica—respondió Clara con una sonrisa cansada—. Pero, ¿qué se puede esperar? La vida en esta ciudad nunca se detiene.

—Lo imagino. Aunque, hay algo en todo este caos que me parece adictivo—dijo Martín, mirando alrededor—. Como si, de alguna manera, siempre nos empujara a encontrarnos con personas inesperadas.

—¿Te refieres a las colisiones accidentales en las puertas de librerías?—bromeó Clara, recordando su primer encuentro.

Martín rió, y ambos se miraron por un momento, compartiendo una complicidad que empezaba a surgir entre ellos.

—Exactamente—dijo él—. A veces esas colisiones son las más interesantes.

Clara estaba a punto de responder cuando la puerta del café se abrió de golpe, dejando entrar a una mujer alta, de cabello rubio y una expresión energética en el rostro. Ella se acercó a la mesa donde estaban Clara y Martín, y sin dudarlo, se dejó caer en la silla libre.

—¡Martín! No puedo creer que te encuentre aquí, ¡pensé que ibas a estar estudiando!—dijo la mujer con una risa que llenó el café.

Clara no pudo evitar mirar a Martín con curiosidad, quien, al parecer, no estaba tan sorprendido por la interrupción.

—Clara, te presento a Sofía—dijo él con una sonrisa un tanto avergonzada—. Es una vieja amiga de la universidad.

Sofía, con su energía contagiosa, no tardó en girarse hacia Clara, como si ya la conociera de toda la vida.

—¡Encantada! He escuchado mucho sobre ti—dijo Sofía, guiñándole un ojo.

Clara no sabía cómo responder. Había algo en la manera en que Sofía se desenvolvía que la hacía sentir un poco fuera de lugar, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentirse intrigada por su confianza.

—Espero que Martín no haya dicho demasiadas tonterías—respondió Clara, tratando de mantener el tono ligero.

—Bueno, con Martín nunca se sabe—bromeó Sofía—, pero lo cierto es que él suele ser más reservado de lo que parece. Así que si está aquí contigo, definitivamente es porque le importas.

Clara sintió un leve rubor en sus mejillas ante las palabras de Sofía. Miró a Martín, quien la observaba con una mezcla de simpatía y diversión. Parecía que Sofía estaba acostumbrada a decir lo que pensaba sin filtros, algo que Clara admiraba, pero que también le resultaba un poco intimidante.

—Bueno, no quiero interrumpir más—dijo Sofía de repente, levantándose con la misma energía con la que había llegado—. Solo pasaba a saludar. ¡Nos vemos, Martín!

Y, con un movimiento rápido, Sofía desapareció por la puerta, dejando tras de sí una estela de energía.

—¿Es siempre así de...—Clara buscó la palabra adecuada—. Intensa?

Martín soltó una carcajada.

—Sofía siempre ha sido una fuerza de la naturaleza. Pero es una de las personas más leales que conozco.

—Eso puedo imaginarlo—respondió Clara con una sonrisa.

La conversación se desvió por un momento hacia las experiencias universitarias de Martín, pero fue interrumpida nuevamente, esta vez por un hombre de aspecto algo desaliñado que se acercó a la mesa con una sonrisa amplia.

—¡Martín! ¡Hace siglos que no te veo!—exclamó, dándole una palmada en la espalda.

—Clara, este es Samuel—dijo Martín, presentándolo con una sonrisa—. Otro viejo amigo.

Samuel se sentó sin ser invitado, pero su presencia era menos intrusiva que la de Sofía. Tenía un aire relajado, casi despreocupado, y su aspecto desaliñado contrastaba con su manera amistosa de hablar.

—No te preocupes, no me quedaré mucho. Solo quería verte antes de que vuelvas a desaparecer en tus libros—dijo Samuel, mientras le dirigía una mirada cómplice a Clara—. ¿Te gusta leer tanto como a Martín?

—Me encanta leer—respondió Clara—. Aunque parece que él tiene una colección más extensa.

—Ah, sí, eso suena a Martín—dijo Samuel—. Siempre con la cabeza en las nubes, soñando con mundos que no existen.

Martín rió y negó con la cabeza.

—No le hagas caso, Samuel exagera.

—¿Y cómo va todo contigo?—preguntó Samuel, dirigiéndose a Martín—. ¿Ya encontraste lo que estabas buscando?

Martín lo miró por un momento, y algo en su expresión cambió, como si la pregunta hubiera tocado una fibra sensible.

—No lo sé aún—respondió Martín, mirando a Clara de reojo.

Samuel se despidió poco después, pero su pregunta quedó flotando en el aire entre Clara y Martín. Era evidente que había más en Martín de lo que él dejaba ver, y Clara no pudo evitar preguntarse qué era exactamente lo que él estaba buscando.

Más tarde esa noche, mientras Clara regresaba a casa, pensó en todo lo que había sucedido durante el día. Sofía y Samuel habían aparecido como dos pequeños destellos en su creciente relación con Martín, pero lo que más le había llamado la atención fue la pregunta de Samuel. ¿Qué era lo que Martín estaba buscando? ¿Y por qué sentía que, de alguna manera, ella también estaba buscando lo mismo?

El silencio de su apartamento le dio la bienvenida, pero en su mente resonaban las conversaciones del día. Clara sabía que los libros que ambos adoraban hablaban mucho de ellos, pero también sentía que había algo más profundo, algo que estaba esperando ser descubierto, tanto en ella como en Martín.

El ritmo de dos corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora