45: GRIS Y CREMA

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No sabía en qué iba a resultar la propuesta y aceptación de que Nam viviera en nuestra casa, pero ver a Saint, Toby, Paolo y a la mismísima Rebecca Patricia Armstrong cargando las pertenencias de Nam, me daba buena espina.

Aunque, mis oraciones para que Nam no torturase a Becky habían aumentado el triple.

-¡Freenky! — Nam fue la última en entrar, cargando solamente su bolso.

Me acerqué a ella y la abracé.

-Nam, bienvenida a tu nueva casa. Espero que te sientas como en tu casa y sabes que todos estamos para servirte. Cualquier cosas no dude en avisarnos.

-Es un gesto muy amable de tu parte y algo sospecho de parte de la Mafiosa. — Nam abrió su bolso y sacó un pequeño pote metálico.

-Tengo gas pimienta, no dudo que la Mafiosa me quiera secuestrar y vengarse.

-Nam, Becky no secuestra a la gente. Ella no es una Mafiosa, debes superar ya esa etapa. Tampoco es vengativa.

-Toby, recuerda. No quiero que nadie se entere, lo desapareces. Me fastidió mucho, ya es hora de que tenga su consecuencia. — Nam y yo miramos curiosas hacia el pasillo por donde Becky se acercaba junto a Toby.

-Entendido, jefa. — Toby se alejó y Becky se acercó con una sonrisa.

-Bueno, Nam... Bienvenida a tu hogar. Todo el personal está a tu disposición, así como todos estamos para lo que necesites. Creo que sabes bien dónde están las cosas en esta casa, dónde queda cada habitación... No creo que necesites un tour por la casa.

-No te preocupes, ya sé hasta donde guardan la lencería.

-¿Qué?

-Que ya sabe dónde guardamos hasta la lechería... Los lácteos, amor. — Interrumpí a Nam antes de que pudiera responderle.

-Bien, entonces... Bienvenida a nuestro hogar, a tu nuevo hogar.

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Los días pasaban y las semanas aumentaban.

La llegada de Nam a la casa había sido sinónimo de la Manada casi a diario.

Había sido sinónimo de nuevas y pequeñas aventuras, algunas más desquiciantes que otras como la unión de los Terremotos y Nam, la traidora se había pasado al bando de Niños y había dejado el vacío en la formación tortuga.

Terminé de ponerme mi pijama, Becky había salido a comprar una cartulina para Antonia.

Sabía bien que Becky quiso ir a las diez de la noche a comprar cartulina para ir a la sección de útiles escolares. La conocía bien.

La puerta sonó dos veces y suspiré, ¿Cuál de los terremotos tocaría? Porque Becky no tocaría a la puerta.

-¡¿Quién?! — Grité mientras tomaba la crema que me colocaría en el rostro antes de dormir.

-¡¿Cómo que quién?! ¡¿A quién esperas a estas horas?! — Reí y oprimí el botón junto a mi lámpara de noche para que la puerta se desbloqueara.

Una de las nuevas medidas de seguridad que Becky había decido por adoptar.

-¡Pasa, Becky! — Grité mientras comenzaba a colocarme la crema y la puerta se abrió, Nam entró con una mascarilla verde y envuelta en una bata de dormir con la inicial de Blue.

A Un Click: Lo SientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora