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          ୨    -  Ryo & Sakuya ノ   !?

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El parque de Shibuya se veía vibrante y lleno de vida esa tarde de otoño

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El parque de Shibuya se veía vibrante y lleno de vida esa tarde de otoño. Las hojas doradas caían suavemente de los árboles, creando un tapiz de colores cálidos en el suelo. Sakuya y Ryo, ambos adolescentes de 17 años, caminaban por el sendero cubierto de hojas, disfrutando del ambiente fresco y la luz suave del sol.

Sakuya, con su cabello castaño un poco desordenado por el viento, saltaba alegremente entre las hojas, su risa contagiosa resonando en el aire. Aunque era un poco más pequeño en estatura y tenía una actitud más infantil, su entusiasmo era inmenso.

—¡Mira, Ryo! —dijo Sakuya, lanzando un puñado de hojas al aire.— ¡Es como un mar de hojas doradas!

Ryo, con su cabello oscuro y una sonrisa tranquila, observaba a Sakuya con afecto. Aunque era un poco mayor en actitud y más reservado, disfrutaba viendo a Sakuya tan alegre.

—Sí, es realmente hermoso. —dijo Ryo, acercándose a Sakuya y uniendo sus manos para evitar que las hojas cayeran en su café que había traído de casa.— Pero ten cuidado con esas hojas, podrían ensuciarte.

Sakuya hizo una mueca juguetona, fingiendo estar ofendido.

—¡No te preocupes, Ryo! ¡Estas hojas son más limpias que los libros que tienes en tu estante!

Ryo se rió, su sonrisa se ampliaba al ver la forma en que Sakuya disfrutaba del momento. Decidió unirse a él y comenzó a lanzar hojas al aire también. Los dos adolescentes se rieron juntos, sus risas llenando el parque con una alegría contagiosa.

Después de un rato, ambos se cansaron de jugar y decidieron sentarse en un banco cercano. Ryo sacó una manta ligera de su mochila y la extendió sobre el banco.

—¿Te gustaría sentarte aquí? —preguntó Ryo, mientras Sakuya se acercaba.

—¡Claro! —respondió Sakuya, acomodándose en la manta y estirando las piernas.

Se sentaron juntos, disfrutando del cálido sol de la tarde. La conversación entre ellos fluía naturalmente, pasando de un tema a otro mientras compartían historias y risas. A pesar de la tranquilidad que envolvía el parque, Sakuya parecía tener una energía inagotable.

—Oye, Ryo —dijo Sakuya, mirando a su amigo con una expresión curiosa—, ¿alguna vez te has preguntado cómo será nuestro futuro?

Ryo lo miró, su mirada reflejando una mezcla de curiosidad y ternura.

—Sí, a veces. ¿Por qué lo preguntas?

Sakuya se encogió de hombros, su rostro mostrando una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Es solo que... a veces me pregunto si siempre estaremos así, disfrutando de los pequeños momentos. Me encantaría pensar que podríamos estar juntos, no solo hoy, sino en el futuro también.

Ryo sonrió, sus ojos brillando con una calidez genuina.

—Me gustaría eso también, Sakuya. Creo que los momentos que compartimos son especiales, y me encantaría ver cómo crecen con el tiempo.

Sakuya se sonrojó ligeramente, sintiendo una mezcla de felicidad y timidez. No estaba acostumbrado a hablar de sus sentimientos tan abiertamente, pero la sinceridad en la voz de Ryo le daba confianza.

—Eso significa mucho para mí. A veces, me siento un poco inseguro sobre lo que pienso y siento. Pero cuando estoy contigo, todo se siente más claro y sencillo.

Ryo tomó la mano de Sakuya, entrelazando sus dedos con suavidad. El contacto fue sutil, pero lleno de significado.

—No tienes que sentirte inseguro. Lo que siento por ti es real, y creo que lo que tenemos es valioso. Me alegra que podamos compartir estos momentos y hablar sobre nuestro futuro.

Sakuya miró sus manos unidas, sintiendo un calor agradable en su pecho. La cercanía de Ryo y su apoyo incondicional lo hacían sentir seguro y apreciado.

—Gracias, Ryo. A veces, es difícil encontrar las palabras adecuadas, pero saber que estás aquí hace que todo sea más fácil.

Ryo sonrió, inclinándose ligeramente hacia Sakuya.

—Siempre estaré aquí para ti, Sakuya. No importa lo que pase, podemos enfrentar lo que venga juntos.

La tarde continuaba con una calma apacible mientras los dos adolescentes se quedaban en el banco, disfrutando de la compañía mutua y del hermoso atardecer. El cielo se tiñó de tonos rosados y anaranjados, reflejando la calidez que ambos sentían en el corazón.

Finalmente, cuando el sol comenzó a esconderse detrás del horizonte, Sakuya se estiró y se recostó en el banco, con la cabeza descansando en el hombro de Ryo.

—Este ha sido un gran día. —dijo Sakuya con una sonrisa soñadora.

Ryo le dio un suave abrazo, su brazo envolviendo a Sakuya en un gesto de protección y cariño.

—Sí, ha sido perfecto. Gracias por estar conmigo.

Con el cielo estrellado como telón de fondo y la promesa de un futuro compartido en el aire, Sakuya y Ryo se quedaron en el banco, disfrutando de la simplicidad del momento y del vínculo que habían fortalecido durante la tarde.

Con el cielo estrellado como telón de fondo y la promesa de un futuro compartido en el aire, Sakuya y Ryo se quedaron en el banco, disfrutando de la simplicidad del momento y del vínculo que habían fortalecido durante la tarde

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