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          ୨    -  Yushi & Riku ノ   !?

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El bullicio de la ciudad era casi ensordecedor, pero para dos chicos sentados en un banco del parque Ueno, el mundo se sentía en calma

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El bullicio de la ciudad era casi ensordecedor, pero para dos chicos sentados en un banco del parque Ueno, el mundo se sentía en calma. Era una tarde de verano, el sol se ocultaba lentamente, tiñendo el cielo de un tono rosado y dorado, mientras las cigarras cantaban su canción de despedida al día.

Riku y Yushi habían vivido en Tokio toda su vida, pero desde que comenzaron la secundaria, sus caminos rara vez se cruzaban. Se conocieron en primaria, en el club de kendo, y desde entonces compartían un vínculo que, aunque a veces distante, nunca se rompía del todo.

Riku, el mayor de los dos, tenía una personalidad más atrevida, aunque introvertida. De ojos afilados y cabello oscuro, parecía alguien que lo tenía todo bajo control. Sin embargo, dentro de él, siempre había una tormenta de pensamientos que nunca compartía. Por otro lado, Yushi, el más joven, era tímido y de sonrisa fácil, pero en su interior albergaba una constante lucha por expresar lo que sentía. Siempre había admirado a Riku, su valor y la forma en que parecía dominar cualquier situación.

Aquella tarde, Riku había enviado un mensaje corto a Yushi: "Nos vemos en el parque. Necesito hablar contigo." Yushi había aceptado sin dudarlo, aunque su timidez le generaba cierta ansiedad sobre lo que Riku podría querer hablar. Los dos se sentaron en silencio durante varios minutos, mirando cómo los transeúntes iban y venían, algunos con prisas, otros simplemente disfrutando de la tranquilidad del parque.

—Hace tiempo que no hablamos, ¿no? —comentó Riku, rompiendo el silencio finalmente. Su voz era suave, casi como si estuviera hablando consigo mismo.

Yushi asintió, mirando el cielo, nervioso. Evitaba el contacto visual directo, una de sus costumbres cuando se sentía incómodo. No sabía cómo comenzar una conversación en este tipo de situaciones, pero sentía que Riku necesitaba hablar, y eso le preocupaba.

—Sí... Supongo que ambos hemos estado ocupados —respondió en voz baja, mientras jugueteaba nerviosamente con los cordones de sus zapatillas.

Riku suspiró y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas. Sabía que las palabras no vendrían fácilmente, pero algo dentro de él le impulsaba a hablar, a abrirse de una vez por todas. Yushi era su amigo, su único confidente real, aunque en los últimos meses apenas se veían.

—Me he estado sintiendo... raro últimamente —dijo Riku, con la mirada fija en el suelo—. No sé cómo explicarlo.

Yushi finalmente lo miró, con el ceño fruncido, preocupado. Siempre había admirado la compostura de Riku, esa calma que parecía irradiar, pero ahora veía algo diferente. Vulnerabilidad. Eso lo asustaba, porque Riku siempre parecía el más fuerte de los dos.

—¿Raro? ¿Cómo así? —preguntó Yushi, con su suave y tímida voz, tratando de sonar despreocupado, pero la preocupación era evidente en su tono.

Riku se encogió de hombros. No era alguien que compartiera sus emociones con facilidad, pero si había alguien con quien podía hacerlo, ese era Yushi.

—Es como si... no supiera quién soy en realidad —confesó—. En el colegio, en el club, en casa... siempre estoy actuando, siempre soy lo que los demás esperan de mí. Pero cuando estoy solo... no sé quién soy. Es frustrante.

Yushi no sabía exactamente qué decir. Él también solía sentirse así, especialmente siendo alguien tan tímido que, en muchas ocasiones, simplemente se dejaba llevar por los demás en lugar de expresar sus propios deseos o pensamientos. Sentía una profunda conexión con lo que Riku decía, pero no estaba seguro de cómo ofrecer consuelo sin sentirse torpe.

—Creo que eso... nos pasa a todos —murmuró Yushi, bajando la mirada nuevamente hacia el suelo—. A veces también me siento así. Como si no supiera si estoy haciendo lo correcto o si solo estoy... siguiendo lo que otros me dicen que haga.

Riku lo miró por primera vez en todo el rato, sorprendido por la sinceridad de Yushi. Había algo en sus palabras que le dio una extraña sensación de alivio.

—Es que... a veces pienso que soy el único que se siente así —murmuró Riku—. Como si todos tuvieran claro lo que quieren en la vida, menos yo.

Yushi le lanzó una pequeña sonrisa tímida, aunque apenas visible.

—Nadie tiene todo claro... ni yo. Siempre me siento perdido en... muchas cosas, pero está bien no saberlo —respondió, intentando que su voz no temblara por los nervios—. No tienes que tener todas las respuestas ahora mismo.

El viento sopló suavemente, meciendo las hojas de los árboles, y ambos se quedaron en silencio nuevamente, dejando que esas palabras flotaran entre ellos. El silencio era cómodo esta vez, como si esa confesión hubiera sido suficiente para aliviar la presión en sus corazones.

Después de unos minutos, Yushi, con su habitual tono bajo pero más relajado, trató de cambiar el tono de la conversación, aunque su timidez siempre lo detenía.

—Deberíamos hacer algo diferente, ¿no? —sugirió con cautela, sin estar seguro de si sus palabras salían bien—. Algo que nos saque de esta rutina… tal vez.

Riku arqueó una ceja, curioso.

—¿Algo diferente? —preguntó, medio en broma—. ¿Como qué? ¿Ir a algún sitio?

Yushi asintió lentamente, su nerviosismo volviendo un poco al centro de la conversación.

—No sé… Tal vez... podríamos ir a las montañas este fin de semana. O... a la playa, si prefieres. Solo... algo que nos aleje de aquí por un tiempo —dijo, en voz baja, temiendo sonar ridículo.

Riku lo miró por unos segundos, pensativo. Yushi era tímido, y sugerir algo así probablemente le había costado mucho valor. Esa sola idea le hizo sonreír.

—Me gusta la idea —dijo finalmente, con una sonrisa genuina—. Las montañas suenan bien. Necesito un respiro, y creo que tú también.

Yushi asintió con una sonrisa tímida, satisfecho de que Riku aceptara su propuesta. Algo había cambiado entre ellos, algo profundo pero sutil. Tal vez no tenían todas las respuestas, pero sabían que no estaban solos en esa búsqueda. Y, por ahora, eso era suficiente.

El sol se había ocultado por completo, y el cielo estaba pintado de tonos oscuros, con algunas estrellas ya comenzando a brillar. Los dos chicos se levantaron del banco, listos para caminar de regreso a casa, pero con una sensación renovada de que, pase lo que pase, siempre tendrían al otro para apoyarse.

Y así, bajo el cielo de Tokio, Riku y Yushi comenzaron un nuevo capítulo en su amistad, uno lleno de promesas no dichas, aventuras por venir, y el simple pero poderoso entendimiento de que no importa cuán perdidos se sintieran a veces, siempre podrían contar el uno con el otro.

Y así, bajo el cielo de Tokio, Riku y Yushi comenzaron un nuevo capítulo en su amistad, uno lleno de promesas no dichas, aventuras por venir, y el simple pero poderoso entendimiento de que no importa cuán perdidos se sintieran a veces, siempre pod...

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