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          ୨    -  Ryo & Sakuya ノ   !?

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Era una noche fría en Tokio, la luna llena iluminaba la ciudad con su resplandor plateado, y el viento soplaba suavemente, haciendo que las hojas caídas crujieran bajo los pies de los transeúntes

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Era una noche fría en Tokio, la luna llena iluminaba la ciudad con su resplandor plateado, y el viento soplaba suavemente, haciendo que las hojas caídas crujieran bajo los pies de los transeúntes. Sakuya caminaba lentamente por las calles vacías, con las manos en los bolsillos de su chaqueta. Su mente estaba ocupada, llena de pensamientos que no lograba ordenar. Había tenido un día difícil en la escuela, y la sensación de estar abrumado por las responsabilidades comenzaba a pesarle.

De repente, el sonido de una risa suave lo sacó de sus pensamientos. Al girar la esquina, vio a Ryo sentado en un banco, bajo la luz de un farol, con una sonrisa en el rostro. Tenía un cuaderno en sus manos y estaba dibujando algo con concentración, aunque de vez en cuando alzaba la vista para observar las estrellas.

Sakuya se acercó despacio, sin hacer ruido, curioso por lo que Ryo estaba haciendo. Siempre había admirado la manera en que Ryo, a pesar de ser más maduro y tranquilo, encontraba la belleza en las cosas más simples. Era algo que a Sakuya le costaba comprender, pero que le fascinaba al mismo tiempo.

—¿Qué haces aquí tan tarde? —preguntó Sakuya finalmente, rompiendo el silencio.

Ryo levantó la mirada, sorprendido al principio, pero luego sonrió ampliamente al ver a su amigo.

—¡Sakuya! Estaba esperando a que la luna se pusiera en la posición perfecta para terminar este dibujo. —Le mostró su cuaderno, donde había un boceto detallado de la luna sobre el horizonte de la ciudad.

Sakuya observó el dibujo en silencio. Era impresionante, capturaba la esencia de la noche de manera que él nunca podría haber imaginado. Pero lo que más le llamó la atención fue la tranquilidad con la que Ryo se sentaba ahí, en medio de la noche, como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.

—Es increíble, Ryo —dijo finalmente, con sinceridad en su voz.

Ryo se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa, pero su sonrisa se amplió.

—Me alegra que te guste. A veces, solo necesito un momento así, ¿sabes? Para despejar mi mente. Todo parece más fácil bajo la luz de la luna.

Sakuya asintió, aunque no estaba seguro de entender completamente lo que Ryo quería decir. Se sentó junto a él en el banco, dejando que el silencio entre ellos fuera cómodo y natural.

—¿Por qué estabas caminando solo por aquí? —preguntó Ryo después de un rato, girándose para mirar a Sakuya con curiosidad.

Sakuya suspiró, apoyando la cabeza contra el respaldo del banco.

—No lo sé, solo necesitaba alejarme un poco. Todo parece tan... complicado últimamente.

Ryo lo miró en silencio por un momento, antes de volver a su dibujo, añadiendo algunos detalles más.

—¿Quieres hablar de ello? —ofreció suavemente, sin presión.

Sakuya se quedó en silencio, pensando. No era fácil para él abrirse, pero algo en la manera relajada de Ryo lo hizo sentir que quizás podría intentarlo.

—Supongo que solo me siento abrumado —comenzó, buscando las palabras correctas—. A veces, siento que todo es demasiado, y que no soy lo suficientemente bueno para manejarlo.

Ryo asintió, sin dejar de dibujar.

—Lo entiendo. A veces, yo también me siento así. Pero, Sakuya, creo que es importante recordar que no tienes que hacerlo todo solo. Puedes tomarte un descanso, como ahora, y simplemente estar... presente.

Sakuya lo miró de reojo. Las palabras de Ryo eran simples, pero tenían un peso que resonaba en su interior.

—Gracias, Ryo —dijo finalmente, y lo dijo de corazón.

Ryo sonrió, esta vez con una calidez que iluminó más que cualquier luz de farol.

—No hay de qué. Sabes que siempre estaré aquí para ti, Sakuya.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez fue un silencio reconfortante, lleno de entendimiento y compañerismo. Bajo la luz de la luna, los problemas de Sakuya parecían un poco menos pesados, y por primera vez en mucho tiempo, se permitió disfrutar del momento.

Porque, como Ryo había dicho, a veces solo necesitabas un momento para estar presente. Y en esa noche fría de Tokio, bajo la luna llena, Sakuya encontró un poco de paz.

 Y en esa noche fría de Tokio, bajo la luna llena, Sakuya encontró un poco de paz

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