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La ciudad estaba iluminada con las luces nocturnas que siempre parecían llenar los espacios vacíos. Yushi, sentado en el sofá, miraba hacia la ventana mientras las sombras danzaban en las paredes de su pequeño apartamento. A pesar del televisor encendido, su mente estaba en otro lugar. No podía evitar sentir el peso del pasado y lo incierto del futuro, especialmente ahora que Sion, su amigo de la adolescencia, había regresado a la ciudad.
No había visto a Sion en años. La última vez que lo vio fue cuando se separaron tras la secundaria, cada uno tomando caminos diferentes. Sion se fue de la ciudad para estudiar en el extranjero, mientras que Yushi se quedó. Lo que Yushi nunca había confesado a nadie, ni siquiera a sí mismo del todo, era que siempre había albergado sentimientos por Sion, más allá de la amistad. Durante mucho tiempo, había sido un secreto que guardaba con cuidado, por miedo a lo que podría cambiar si alguna vez salía a la luz. Yushi no se permitió pensar mucho en esos sentimientos cuando conoció a Riku, el hombre con quien decidió construir una vida, una familia. Pero las cosas con Riku no habían sido fáciles. Había habido pasión al principio, pero con el tiempo, esa chispa se apagó.
El divorcio había sido inevitable. No se trataba solo de las diferencias irreconciliables, sino de que ambos, en el fondo, sabían que ya no compartían el mismo sueño de vida. Riku había dejado la casa hacía ya dos años, y desde entonces, Yushi había dedicado su vida a sus hijos, Ryo y Sakuya. Lo que una vez fue una relación sólida, se disolvió con las responsabilidades, los desencuentros y el simple hecho de que ya no podían reconocerse el uno en el otro.
Ryo, de ocho años, y Sakuya, de seis, habían tenido que lidiar con la ausencia de su otro padre, algo que Yushi intentaba compensar día tras día. Ryo era un niño tímido, pero de una dulzura infinita, siempre con su peluche en la mano, como si eso lo protegiera del mundo. Sakuya, en cambio, tenía una energía inagotable, siempre corriendo de un lado a otro, con una curiosidad que parecía no tener fin.
La vida de Yushi giraba completamente alrededor de ellos. Se había acostumbrado a la rutina de llevarlos al colegio, prepararles la cena, y asegurarse de que siempre tuvieran lo que necesitaban. Aunque por dentro, a veces, sentía que algo le faltaba. Algo que ni siquiera él podía identificar completamente.
Fue en ese contexto que Sion reapareció en su vida.
Yushi aún recordaba el mensaje que lo sacudió: "Yushi, estoy de vuelta en la ciudad. Me encantaría verte, si tienes tiempo." No había sabido cómo responder al principio. ¿Qué se dice a alguien que solía ser tu todo y que luego desapareció de tu vida por años? Pero, tras unos minutos de indecisión, Yushi escribió una respuesta rápida, acordando verse en el parque la próxima mañana.
Esa noche, no pudo dormir.
A la mañana siguiente, el cielo estaba despejado, y una ligera brisa acariciaba las hojas de los árboles. Yushi llegó al parque antes de la hora acordada. Mientras caminaba por el sendero que llevaba al banco donde había quedado de encontrarse con Sion, sentía su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había algo en ese reencuentro que lo ponía más nervioso de lo que quería admitir.
