¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La tormenta rugía afuera, mientras los relámpagos iluminaban la oscura carretera. No había muchos autos en las calles, solo los más valientes se atrevían a conducir en esas condiciones. Pero dentro de una pequeña casa, situada en un tranquilo vecindario, la atmósfera era aún más tensa que el clima exterior.
Riku estaba sentado en el borde de su cama, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada perdida en la ventana. Afuera, la lluvia azotaba los vidrios con furia, pero lo único que podía escuchar era el latido frenético de su propio corazón.
Habían pasado días desde que todo cambió. Desde aquella conversación que había evitado por meses y que finalmente salió a la luz. Ahora, las consecuencias de sus palabras, o más bien de las palabras que no había dicho, pesaban sobre él como un manto de culpa.
Unos golpes en la puerta lo hicieron saltar de su ensimismamiento. Su primer impulso fue ignorarlos, pero algo en su pecho lo obligó a levantarse. Caminó lentamente hacia la entrada, sus pasos resonando en el silencio del lugar. Al abrir la puerta, lo vio.
Jaehee estaba empapado. Su camiseta estaba pegada a su piel, y su cabello goteaba sobre su rostro, completamente mojado por la tormenta. Tenía los ojos fijos en Riku, una mezcla de frustración y algo más, algo que Riku no lograba descifrar.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Riku, intentando sonar firme, aunque por dentro sentía que se desplomaba.
Jaehee no respondió de inmediato. En lugar de eso, se pasó una mano por el cabello para apartarlo de su frente y dio un paso hacia adelante, entrando sin pedir permiso.
—¿Vas a dejarme ahí afuera? —dijo finalmente, con un tono lleno de amargura.
Riku frunció el ceño, pero no se movió para detenerlo. Cerró la puerta detrás de él y lo observó mientras Jaehee caminaba por la pequeña sala, sin rumbo, hasta que se giró para enfrentarlo.
—¿Qué haces aquí? —repitió Riku, esta vez más bajo, pero sin poder ocultar el peso de la situación.
Jaehee lo miró directamente a los ojos, y por un segundo, Riku sintió que no podía respirar. Sabía lo que venía, podía sentirlo en el aire, como la calma antes de la tormenta. Todo lo que había evitado, todo lo que había guardado en silencio, estaba a punto de estallar.
—¿En serio? —Jaehee se rió, pero no había humor en su voz—. Después de lo que pasó, después de lo que dijiste… ¿me preguntas qué hago aquí?
Riku no respondió. No había esperado volver a verlo. No después de cómo dejaron las cosas la última vez que se vieron.
—¿Vas a seguir haciendo esto? —preguntó Jaehee, acercándose un poco más—. ¿Vas a seguir pretendiendo que no pasó nada? Que no dijiste lo que dijiste… o lo que nunca te atreviste a decir.
