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          ୨    -  Yushi & Sion ノ   !?

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La primavera había llegado a la pequeña ciudad de Kōchi, trayendo consigo un aire suave y dulce que revoloteaba entre los árboles y flores recién florecidas

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La primavera había llegado a la pequeña ciudad de Kōchi, trayendo consigo un aire suave y dulce que revoloteaba entre los árboles y flores recién florecidas. Los cerezos, en plena floración, esparcían sus pétalos rosados como una lluvia ligera, cubriendo el suelo con un manto de color y suavidad. Era una temporada que llenaba de vida el lugar, haciendo que cada rincón del pueblo brillara con un encanto especial.

Yushi caminaba por las calles adoquinadas, sus pasos resonando suavemente en la quietud de la tarde. A su alrededor, la brisa jugaba con los pétalos, levantándolos en espirales que danzaban en el aire antes de caer suavemente al suelo. Era un paisaje hermoso, pero su mente estaba en otro lugar, más allá de la belleza que lo rodeaba.

Tenía una reunión con Sion. Solo de pensar en él, su corazón latía un poco más rápido, como si quisiera adelantarse al encuentro. Habían pasado años siendo amigos, pero recientemente, algo había cambiado. Había una tensión suave, una conexión más profunda que lo envolvía cada vez que estaba cerca de Sion. Yushi no podía explicar completamente lo que sentía, pero sabía que era diferente, más intenso.

Cruzó el pequeño puente que atravesaba el río, la corriente suave reflejando el cielo claro. El lugar acordado para encontrarse era un pequeño parque en las afueras del pueblo, un lugar tranquilo y apartado que ambos consideraban suyo. Era donde solían escapar cuando el mundo parecía demasiado ruidoso, demasiado caótico. Un refugio silencioso, solo para ellos dos.

Cuando llegó al parque, lo vio. Sion estaba sentado en un banco de madera bajo uno de los cerezos más grandes, con un libro en las manos. El sol de la tarde bañaba su rostro con una luz dorada, resaltando sus rasgos suaves y su cabello oscuro, que caía desordenadamente sobre su frente. Yushi se detuvo por un momento, simplemente observando a Sion, tomando nota de cómo sus labios se curvaban en una sonrisa pequeña pero genuina mientras leía.

—Yushi —dijo Sion, levantando la vista del libro justo cuando Yushi se acercaba—. Llegaste justo a tiempo.

Yushi sonrió, tratando de calmar el repentino nerviosismo que se agitaba en su pecho.

—Nunca llego tarde cuando se trata de ti, Sion.

Sion cerró el libro y lo dejó a un lado, haciendo espacio en el banco para que Yushi se sentara. A pesar de la invitación, Yushi notó un ligero rastro de tensión en los hombros de su amigo, algo que solo él podría haber percibido después de tanto tiempo juntos.

Se sentó a su lado, y por un momento, ambos se quedaron en silencio, escuchando el suave susurro del viento entre los árboles y el canto distante de los pájaros. Era un silencio cómodo, uno que hablaba más que cualquier palabra. Pero Yushi sabía que había algo más en el aire, algo no dicho.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente, girando su cuerpo para mirar a Sion más de cerca.

Sion no respondió de inmediato. En lugar de eso, inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado, como si estuviera considerando sus palabras cuidadosamente. Su mirada se perdió en el horizonte, donde los cerezos formaban una línea interminable de rosa y blanco.

—He estado pensando mucho últimamente —dijo Sion al fin, su voz baja y suave—. Sobre nosotros. Sobre lo que somos... y lo que podríamos ser.

El corazón de Yushi dio un vuelco. Aunque había sentido el cambio entre ellos, escuchar a Sion hablar de ello en voz alta lo hizo más real, más inminente. No estaba seguro de qué responder, pero sabía que no podía seguir ignorando lo que sentía.

—Yo también he pensado en eso —admitió Yushi, manteniendo su voz calmada a pesar de la tormenta de emociones que se agitaba en su interior—. Y la verdad es que... no sé qué hacer con estos sentimientos, Sion. Me asustan, pero al mismo tiempo, no quiero que desaparezcan.

Sion giró para mirarlo, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que hizo que Yushi contuviera el aliento. Había una mezcla de vulnerabilidad y determinación en su mirada, algo que Yushi no había visto antes.

—No quiero que desaparezcan, Yushi —susurró Sion—. No quiero seguir fingiendo que todo está igual cuando claramente no lo está. Pero al mismo tiempo, tengo miedo de lo que podría pasar si damos un paso adelante.

Yushi tragó saliva, sintiendo cómo su garganta se apretaba. Era difícil poner en palabras lo que estaba sintiendo, pero sabía que necesitaba intentarlo.

—Sion, no tengo todas las respuestas, y no sé si esto es lo correcto... pero sé que no quiero perderte. No como amigo, y no como algo más, si eso es lo que ambos queremos.

Sion bajó la mirada, su mano temblando ligeramente sobre el banco. Yushi se dio cuenta y, sin pensarlo, tomó la mano de Sion en la suya. El contacto fue electrizante, y ambos se quedaron inmóviles por un momento, absorbiendo la nueva sensación.

—Quiero intentarlo —dijo Yushi con más firmeza, apretando suavemente la mano de Sion—. Quiero ver a dónde nos lleva esto. Pero solo si tú también lo deseas.

Sion levantó la vista, su rostro suavizándose mientras la tensión en sus hombros parecía desvanecerse. Sus labios se curvaron en una sonrisa que hizo que Yushi sintiera un calor en su pecho, un calor que se extendió por todo su ser.

—También quiero intentarlo, Yushi —respondió Sion, con una serenidad que reflejaba la decisión tomada—. Puede que tengamos miedo, pero creo que vale la pena arriesgarse... por nosotros.

Yushi sintió una oleada de alivio y felicidad que lo dejó sin palabras. Se acercó más a Sion, dejando que sus hombros se tocaran, una conexión física que reforzaba la nueva promesa entre ellos. El viento sopló suavemente, haciendo que los pétalos de los cerezos cayeran alrededor de ellos, como una bendición silenciosa de la naturaleza.

Ambos se quedaron ahí, bajo el árbol, disfrutando del momento y del nuevo camino que habían decidido recorrer juntos. Era un camino incierto, pero uno que estaban dispuestos a explorar, porque en ese parque solitario, bajo el cielo teñido de rosa, habían encontrado algo que valía la pena proteger: su amor incipiente, nacido de la amistad y el coraje de ser honestos el uno con el otro.

Y mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando el mundo en tonos dorados y cálidos, Yushi y Sion se dieron cuenta de que, a veces, los susurros en el viento no eran solo el murmullo de las hojas, sino los latidos de dos corazones encontrándose en el momento perfecto.

Y mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando el mundo en tonos dorados y cálidos, Yushi y Sion se dieron cuenta de que, a veces, los susurros en el viento no eran solo el murmullo de las hojas, sino los latidos de dos corazones...

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