Maite Zaitut
El pitido agudo del analizador aún resonaba en mis oídos cuando miré los números en la pantalla. "Hierro: 6,2". Mi estómago se hundió. Sabía que eso estaba muy por debajo de lo aceptable, y un frío temor recorrió mi cuerpo.
–Lamine, llama a los médicos. Corre –dije, tratando de mantener la calma.
Lamine, con su habitual energía desbordante, se quedó paralizado un segundo, antes de asimilar la gravedad de la situación. Luego se levantó de golpe, sacando su teléfono mientras corría hacia la puerta.
–Voy, Mara. ¡No te muevas! –gritó, y desapareció por el pasillo.
Me dejé caer en la silla, sintiendo que mi cuerpo no respondía. El agotamiento que había intentado ignorar durante la mañana se intensificaba, y de repente me di cuenta de lo frágil que me sentía. "No quiero preocupar a nadie más", me repetía a mí misma, pero sabía que la cosa iba en serio.
Respiré hondo, tratando de calmarme. "Solo es un día malo", me dije. Había tenido días así antes, y los había superado. Pero esta vez, el dolor de cabeza, el cansancio extremo... todo se sentía más pesado. La idea de una operación, que siempre había sido una posibilidad lejana, empezó a aparecer más clara en mi mente. No podía permitirme pensar en eso ahora.
Los minutos parecían eternos hasta que Lamine volvió, esta vez acompañado por uno de los médicos del equipo. Vi la preocupación en su rostro al verme sentada, más pálida de lo habitual, y se acercó rápidamente.
–Mara, ¿Cómo te sientes? –preguntó con un tono firme pero tranquilo.
–Solo un poco cansada... –respondí, pero me conocía lo suficiente como para saber que no era solo eso.
El médico revisó los resultados del analizador y frunció el ceño.
–Esto no está bien. Vamos a necesitar hacerte más pruebas ahora mismo –dijo, sacando su equipo médico–. Lamine, ve a buscar a su padre, por favor.
Lamine asintió y se fue corriendo nuevamente. El médico me miró, notando mi incomodidad.
–No te preocupes, Mara, vamos a hacer lo necesario para asegurarnos de que te recuperes. Vamos a hacerte unos análisis más profundos, ¿de acuerdo?
Asentí, aunque una parte de mí quería decirle que todo estaba bien, que no hacía falta tanta atención. Pero mi cuerpo no mentía, y yo tampoco podía seguir ignorando lo que me pasaba.
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Por ti | Martín Zubimendi
RomanceCuéntame un poco de ti, tu dolor lo sentí Aunque te cueste hablarlo me lo puedes decir En tus ojos verdes vi un poco de gris Pásame tu abrigo, abrázame No soy buena para el frío ni seré Pero esta noche contigo encontraré Mi cama en tu sofá Tu brazo...