14. Capítulo

610 29 3
                                    

Maratón 2/2

¿Puedo?






El sonido de su voz, suave y seductora, resonó en mi mente como un eco persistente. Sus palabras me afectaron más de lo que esperaba, y sentí un calor que subía por mi cuerpo, un deseo que se encendía y que ya no podía disimular. Sus dedos, todavía enredados en mi pelo, me obligaron a mirarla más de cerca, a detenerme un momento y simplemente respirar el mismo aire que ella. Su sonrisa era peligrosa, siempre lo había sido, y esa noche no sería diferente.

–Entonces, ¿a qué estás esperando? –susurró, y su voz era un desafío envuelto en caricias.

Sentí sus piernas tensarse alrededor de mí, su cuerpo pegado al mío, y me invadió una oleada de necesidad, pero también de algo más profundo. No podía dejar que todo esto se desvaneciera sin más, no después de todo lo que habíamos compartido. La forma en que me miraba, con esa mezcla de deseo y complicidad, era como si estuviera intentando desarmarme, como si quisiera que confesara algo que llevaba tiempo callando.

–Sabes que no se trata solo de ahora, ¿verdad? –dije en voz baja, tratando de contener las emociones que se desbordaban dentro de mí. –No es solo un juego, Mara.

Su sonrisa se suavizó, y por un momento, el brillo en sus ojos se volvió más cálido, más cercano. Como si por fin dejara de ser esa chica que jugaba a desafiarme y se convirtiera en alguien que realmente quería estar ahí, conmigo.

–Lo sé, Martin –murmuró, acariciando mi mejilla con una ternura que rara vez mostraba. –Y por eso me gusta. Porque sé que, aunque lo intentes ocultar, te importa de verdad.

El silencio que siguió fue intenso, pero también cargado de significado. Sentía que cada palabra que decíamos, cada gesto, era un paso más hacia algo que, aunque no podíamos nombrar del todo, ya estaba ahí, presente. Mis manos se deslizaron por su espalda, trazando el contorno de su cintura, y la atraje más cerca, sintiendo cómo su aliento se mezclaba con el mío, como si fuera la única verdad que importara en ese momento.

Madre mía, este cuerpo me va a matar.

–Mara, no quiero que nadie más esté cerca de ti de esa manera –confesé, dejando que la honestidad me venciera. –No quiero que te acerques a otros como lo haces conmigo.

Ella arqueó una ceja, como si quisiera retarme de nuevo, pero su mirada no podía ocultar del todo la satisfacción que le provocaban mis palabras. Le gustaba saber que me tenía así, que me importaba lo suficiente como para mostrarme vulnerable.

–Entiendo... Me quieres para ti solo ¿no? –respondió, y la forma en que sus labios se curvaron en una sonrisa hizo que me ardiera el pecho.

–No sabes lo que me haces sentir –dije entre beso y beso, mis palabras saliendo en un susurro entrecortado.

–Dímelo –contestó, su voz un murmullo cargado de deseo.

–Me vuelves loco, Mara. Y quiero que lo sepas. Quiero que lo entiendas.

Nuestros cuerpos seguían moviéndose en una especie de danza lenta y apasionada. Cada roce, cada caricia, parecía estar cargada de significados ocultos, de cosas que no habíamos dicho pero que estaban ahí, entrelazando nuestras emociones.

Por ti | Martín ZubimendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora