DÍA 2

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Domingo 21/02/21

Llego la hora del desayuno, mate cocido a las 08:45hs. Y mientras me tomaba la bebida caliente, más se arraigaban a mi mente los recuerdos del día de ayer. Entonces llego el enfermero a darme las pastillas. ¡Me las habían cambiado! Y nadie me quería decir por qué. No me gustan los cambios bruscos. Entre en una crisis donde Creadence trato de hacerse presente. Llamaron a la psiquiatra de guardia y ella me trajo una pastilla para "relajar los nervios". No me quiso decir el nombre y, dándole vueltas al asunto, llegue a la conclusión de que era un placebo. Pero placebo o no, me dormí toda la mañana hasta la hora de almorzar.

Definitivamente arruinaron el espagueti al trocearlo para poder comerlo con cuchara, pero entendía que en la situación en la que estaba un simple tenedor podía parecer el arma más letal.

Después vinieron a darme más pastillas, ya no pregunté que eran porque sabía que no me lo dirían, pero por lo menos obtuve respuestas a otras preguntas que rondaban por mi cabeza. Estaba en aislamiento por el Covid. No podía contactarme con mi familia ni recibir nada de ellos porque era fin de semana, tendría que esperar otro día más. La frustración me ataco por sorpresa, solo quería llamar a mi mamá y pedirle disculpas. No podía parar de llorar. Martina me pareció como un ángel que estaba allí solo para consolarme. Curiosa apareció otra chica por la puerta, Camila. Ella también se preocupó por mí y volvió a llamar a la psiquiatra de guardia. Martina tuvo que salir nuevamente de la habitación. La psiquiatra me "amenazó" con que si no me calmaba me iba a quedar internado más tiempo del necesitado. Quiso darme más pastillas, pero llegamos a un acuerdo: si ella me conseguía papel y lápiz para desahogar mis pensamientos yo me iba a controlar. Y aquí estoy ahora, escribiendo esto en un trozo de hoja que les sobró con un lápiz rosa.

La verdad es que tardaron bastante en encontrar la hoja. En esa espera el piso comenzó a inundarse, yo me recosté en el esperando sentir la sensación de que me ahogaba. Pero no sentí nada. Y necesitaba sentir algo en ese momento, algo que me devolviera a la realidad. Entonces vi la silla de ruedas. Traté de sacarle un rayo a la rueda porque pensé que si me lo clavaba en alguna parte del cuerpo iba a sentir algo real. Pero estaba muy ajustado y no lo logue. Cuando la psiquiatra volvió con la hoja le pedí que se llevara la silla, sabía que lo que quería hacer no estaba bien.

Después Martina volvió a entrar a la habitación y estuvimos charlando hasta la hora de la merienda (té y pan con mermelada). Al rato apareció Camila con otro chico llamado Sam y nos pusimos a platicar con ellos desde la puerta porque, pues, Martina y yo estábamos en aislamiento. Sam nos contó que era la tercera vez que estaba aquí, Camila la segunda. A pesar de todo Sam entró a la habitación a darme un abrazo, nos hicimos amigos muy rápido.

Cuando se fueron, con Martu intentamos buscar una película para ver en la tele. En el canal Fox estaba empezando Escuadrón Suicida (que irónico, ¿no?), pero la verdad es que nos quedamos dormidos enseguida.

Me despertó un grito: "León, ¿usted va a comer?" a lo que me incorporé y recibí un plato de ensalada con tortilla de papa. Charle un poco más con Martina, me queje de que no tenía dentífrico ni cepillo de dientes, ni jabón, ni desodorante... Solo tenía una remera y un pantalón vomitados. Ella se quejó de que no teníamos espejo en el baño.

Caímos dormidos poco después. En la noche un enfermero entró en la habitación para apagar la tele y la luz.

Contador de ataques de pánico: 2

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