Lunes 01/03/21
Hoy me despertó la enfermera Belén. Me dijo que me cambiara y que fuera directo al comedor, que no me entretuviera hablando con las chicas del aislamiento (Agus, Cata y Valen) para no hacer más lío del que hicimos ayer. Así que le hice caso.
Después del desayuno llego la profe con el carrera de mentes, teníamos que desempatar. Como a Imperio lo pasaron al Blanco lo reemplazamos por Juan. De cualquier manera, perdimos de forma catastrófica. El premio al equipo ganador era una caja llena de golosinas, como eran buenitos, los del otro equipo nos convidaron.
Nos quedamos en el patio a jugar al ajedrez y a las cartas. También vino una psicóloga a hacernos una sesión grupal. No se que tan productivo fue eso en realidad. Cada quien contó sus problemas y yo me puse muy triste porque ya me había encariñado con todos. Ellos siempre se muestran tan fuertes y valientes ante mí... Darme cuenta de que tienen sus debilidades (porque son seres humanos), me hizo caer en la realidad de que si estábamos allí era por: adicción, depresión, intento de suicidio o algo parecido. Los humanos somos frágiles y nos quebramos con facilidad.
***
Después del almuerzo pasó algo completamente loco y sacado de contexto. Ingresaron 2 pacientes nuevos. Una es Valeria, que tiene 19 años, y el otro es un chico que casi no habla con nadie (todavía no se su nombre). Lo que sucedió fue que la enfermera Tronchatoro hizo llorar a Valeria. Con Cata fuimos a su cuarto a intentar consolarla. Cuando la enfermera volvió y la vio llorando nos echo la culpa. Me empezó a gritar y yo comencé a distorsionar las cosas de mi alrededor. Todo empezó a hacerse grande y yo sentía que me volvía chiquito, cada vez más pequeño. La enfermera se hacía gigante y estaba parada frente a mí. Ella no paraba de gritarme cosas que no entendía. Creadence se volvió loco. Salió y prendió en llamas el lugar y a la enfermera. Lo visualice frente a mí: una sombra negra con forma humanoide, sin rostro, pero que de alguna forma clavaba su ausente mirada en mí. Creadence quería castigarme por no haber podido lastimar el día anterior ni a Trochatoro ni a la psiquiatra de guardia.
Salí corriendo por el pasillo de dimensiones desproporcionadas. Todo era enorme a mi alrededor, parecía que mi cuarto estaba a kilómetros de distancia. La voz de Creadence resonaba en mi cabeza: "Esto es lo que pasa cuando no me haces caso". Lo sentía, sentía como él corría detrás de mío. Me perseguía.
Entonces al fin llegue a mi habitación. Corrí la cama gigante para tratar de trabar la puerta y evitar que Creadence entrara. Dentro de la habitación las cosas lentamente comenzaron a recuperar su tamaño normal. Pensé que todo ya estaba bien. Yo volví a tener mi estatura de siempre.
Me palpitaban el cerebro muy fuerte. Algo seguía estando mal. Se me aceleró el corazón. Me comenzaron a sudar las manos. Él ya estaba ahí, de nuevo conmigo. Jamás se iba. Incluso cuando no lo sentía, nunca me dejaba solo.
De repente Creadence me dice: "Vos te quisiste ahorcar. Ahora lo vas a hacer de nuevo". Entonces me subí a la cama y quise agarrar el cable del ventilador y arrancarlo, pero estaba asegurado con un precinto. Trate de romperlo con todas mis fuerzas, tanto que me lastime las manos. De verdad estaba sintiendo que me tenía que ahorcar con algo en ese momento.
Como desasegurar el cable tardaba demasiado corrí al armario. Revolví todo hasta que encontré una toalla y me la enrollé alrededor del cuello. Tire de ella tan fuerte, tanto que me quede sin aire. No me respondieron las piernas y me caí. Mis manos se aflojaron y tocaron el piso, en cuanto eso paso Creadence grito: "¡NO!". La presión en mi cuello volvió involuntariamente. Pero una parte de mí no quería morirse. Comencé a patear la cama con las pocas fuerzas que me quedaban. Al hacerlo la punta de la esta golpeaba contra la puerta, esperaba que alguien escuchara el ruido y apareciera. Pero nadie venía a rescatarme. Creadence apretaba cada vez más y más fuerte el nudo de la toalla. Y no sé cómo, pero un grito que me desgarro salió de lo más recóndito de mi garganta... Y así se alertaron los enfermeros.
Este día no solo fue horrible por esto, sino que también me pelee con mi psiquiatra (el doctor Costa) y con mi psicóloga Mara (casi la lastimo). Obviamente, después de todo lo que paso los enfermeros me quitaron los cordones de las zapatillas, las tiras de los pantalones y de los buzos y todos los aritos.
Me volvieron a sedar y me dormí toda la siesta. No me pude despedir del Coronel ni de Schwarzenegger cuando los pasaron al Blanco. Me sentí muy triste.
Después de cenar salí un rato a las reposeras del patio con Jack y Sami a descargar todas nuestras energías negativas bajo la luz de las estrellas. Para este punto Cata y Agus ya habían salido del aislamiento así que nos consolamos mutuamente. Luego entré, fui a hasta mi cama y me dormí profundamente.
Contador de ataques de pánico: 1
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CUANDO TOQUÉ FONDO
Non-ficțiunePlena pandemia. Simplemente me quebré. Creadence se apoderó de mí. Ya no quise vivir. Miento. Si quería vivir, él no quería que yo lo hiciera. Termine en un hospital psiquiátrico. Termine escribiendo esta historia. Escribir fue lo que me salvó. BASA...