DÍA 3

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Lunes 22/02/21

Hoy me desperté por la claridad que entraba por la ventana. Habré estado despierto unos 15 o 20 minutos. La verdad es difícil saber cómo transcurre el tiempo cuando tu único reloj es el del canal 11, y no iba a prender la tele porque Martu seguía durmiendo.

Cuando alguien entro a despertarnos, yo pensé que nos traían el desayuno. Pero, adivinen que... ¡HISOPADO SORPRESA! Entonces así fue, comencé mi día con un hisopo gigante metido en mi garganta y en mi nariz. Poco después vinieron a sacarnos sangre. ¡Hermosa mi mañana! Ya eran casi las 09:00hs. cuando nos trajeron el mate cocido para desayunar.

Después Martina se fue a bañar. Una señora muy amable vino a preguntarme que cosas necesitaba para pedirle a mi familia, así que además de los utensilios de higiene personal y ropa, les pedí un libro, mis lentes y un cuaderno para escribir. Entonces, repentinamente una señora irrumpió en el cuarto buscando a una tal Samanta y casi le abren la puerta del baño a Martina... ¿Hello? ¡Violación de la privacidad!

Más tarde yo me encontré en el pasillo a la señora que dicta el taller de arte recreativo. Ella me dio 2 hojas y un lápiz negro, cosa que me hizo muy feliz.

Charlando al rato con Martina, ella me contó que ingresó el viernes pasado y que ese día un chico había tratado de escaparse saltando las rejas del jardín. Poco después apareció Sam y otra chica. Estaban muy felices y nos dijeron que era porque las trasladaban "al Blanco". Así fue como nos enteramos que nosotros estábamos en el Pabellón Rojo, que era para los recién ingresados y que el aislamiento era hasta que el hisopado te diera negativo. El Blanco era como el Rojo pero con más "lujos", como un espejo en el baño o una almohada que no era una colcha doblada.

En eso llego mi psicóloga nueva, con la que hable un buen rato. Le conté más o menos mi situación, la puse al tanto de porque fue mi ingreso. Cuando se fue, un enfermero nos ofreció a Martu y a mi salir al patio. Allí conocimos a un chico, él me pidió que "protegiera su identidad", así que lo llamaremos... ¡Jack! Esa era la primera vez que mis ojos veían el cielo en 3 días. Los tres nos la pasamos charlando un buen rato, haciendo chistes sobre el suicidio y apoyándonos mutuamente.

Cuando volvimos a entrar, me había llegado un paquete de mi casa. ¡Al fin! Jabón, cepillo de dientes, dentífrico, desodorante y una muda de ropa: todo lo que necesitaba para poder bañarme al fin. Lo hice y cuando termine llegó el almuerzo. Después de eso nos ofrecieron salir al patio de nuevo. Me senté con Martina en la sombra.

En eso, una enfermera me llama. ¡Había llegado otro paquete para mí! Me explico que el primero había estado retenido desde mi ingreso y, que este, tenía las cosas que había pedido en la mañana. Había varias mudas de ropa, otro cepillo de dientes, otro dentífrico, el libro Luces del Norte y un cuaderno con 2 lapiceras. También me mandaron una caja de jugo y una bolsa con rocklets, rodesias y caramelos. Me sentí realmente culpable por todo lo que les había hecho pasar... No los merezco como padres, ellos me aman... Yo también los amo.

Mientras revisaba mis cosas y ordenaba mi ropa en el placar, SUENA UNA ALARMA. Una señora mayor (porque en el pabellón hay gente de todas las edades) se quiso escapar por la reja del patio. La señora que estaba revisando todas las cosas conmigo (para asegurarse de que no encontráramos una navaja sorpresa), salió corriendo junto a 2 enfermeras más.

Hicieron entrar a todos los del patio. La señora mayor se paso el resto de la tarde yendo a tratar de abrir la puerta principal del pabellón intentando escapar. Claro que, en un punto los enfermeros se cansaron, entonces la llevaron a su habitación y la ataron a la cama. Martu y yo seguimos paseándonos por el pasillo e hicimos como que no observamos nada, pero una enfermera nos vio y nos dijo: "¡a su habitación!".

Nos mandaron a dormir la siesta. Nosotros no hicimos caso y tratamos de buscar una película para ver, pero lo único que conseguimos fue una maratón de Bob Esponja. Y sin darnos cuenta nos dormimos.

Me desperté cuando una enfermera trajo un paquete para Martu. Le habían traído más ropa y el libro El Principito, eso me pareció muy tierno. Enseguida nos trajeron la merienda y Cami vino a hablarnos desde la puerta de nuestra habitación. La seguía un chico que se hacia llamar Imperio. Salimos todos juntos al patio donde estaba Jack. Después apareció otro chico, Martu me dijo que era el que se había querido escapar el viernes. Entonces todos comenzamos a contar la historia de porque estábamos allí. También charlamos sobre libros y un montón de cosas más. Nos contamos de nuestras vidas... Nos hicimos reír, que era lo importante.

Después entramos y nos sentamos en el pasillo. Es curioso que mi habitación sea la 51 (justo al final del corredor, al frente de la sala de enfermeras, al lado del comedor y de la puerta del patio) y la de Jack, que es la 52, estaba al otro lado del pasillo. Estábamos sentados en el piso junto a la puerta de su habitación. Del cuarto contiguo sale un señor, nos cuenta de la nada que lo ingresaron por beberse entera una botella entera de alcohol etílico. También nos dice que esa era la segunda vez que estaba allí, pero que la primera había estado en el Pabellón Verde. Justo la ventana de la habitación de Jack daba a ese pabellón. Así que entramos y vimos un jardín mucho más lindo que el del Pabellón Rojo. Cuando volvimos a salir al pasillo, una de las enfermeras nos vio y nos mandó a todos a nuestras respectivas habitaciones.

Finalmente llegó la hora de la cena. Me siento muy agotado, me duele la cabeza. Ayer por la noche a las 05:30 ingresó una nueva chica, así que cambiaron a Cami de habitación (a una más grande, para 3 personas). Tenía una cama desocupada así que conseguí que me dieran una almohada real.

Ahora todos salieron al patio después de cenar, pero yo me quede solo en el cuarto escribiendo. Ya me voy a dormir.

***

Juro que trato... Trato de ser fuerte, pero solo pienso en lo preocupados que deben estar en mi casa. Solo quiero llamar a mis papás para pedirles perdón. ¡Soy un estúpido! Jamás debí haber hecho nada de lo que hice.

No me gusta pensar que mis padres están en casa preocupados por mí. Pero tengo que esperar a que el psiquiatra autorice la llamada. Recién voy a verlo, supuestamente, mañana por la mañana. ¡ES TODO UNA MIERDA! ¡ESTÚPIDOS PROTOCOLOS, LOS ODIO!

Contador de ataques de pánico: 1

CUANDO TOQUÉ FONDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora