La pequeña panadería de la esquina, con su cálida luz amarillenta, les ofrecía un refugio acogedor mientras Londres se enfriaba bajo la noche. Afuera, las calles brillaban bajo las luces de los faroles, reflejando el movimiento tranquilo de la ciudad. Paul y John se sentaron en una mesa cerca de la ventana, donde podían ver el exterior, aunque ninguno de los dos realmente prestaba atención a lo que ocurría fuera. La conversación trivial de antes había desaparecido, reemplazada por un silencio tenso, pero no incómodo, al menos no de la forma en que había sido aquella mañana.
Paul miró la carta del menú, aunque no la estaba leyendo realmente. Su mente estaba en cualquier otra parte. Desde el momento en que había leído ese correo en su oficina, no había podido dejar de pensar en lo que significaba todo. Ahora, sentado frente a John, la realidad parecía aún más tangible, como si el aire a su alrededor estuviera cargado de algo que estaba a punto de estallar.
John, sentado frente a él, tamborileaba los dedos sobre la mesa de manera nerviosa. Era extraño verlo tan inquieto. Normalmente, John tenía un aire de confianza, de seguridad inquebrantable, pero hoy parecía diferente. Había algo en su mirada, algo indeciso, como si estuviera luchando consigo mismo para encontrar las palabras adecuadas.
El silencio entre ellos comenzó a alargarse demasiado. Paul, aunque intentaba mostrarse relajado, podía sentir la tensión que se acumulaba. Tomó un sorbo de su café, sin saber realmente qué decir. Sentía que John quería decir algo importante, pero estaba esperando el momento adecuado, si es que tal cosa existía.
Finalmente, John tomó aire profundamente y rompió el silencio.
—Paul, hay algo de lo que necesito hablar contigo. —Su voz era baja, casi como si temiera ser escuchado por alguien más, aunque estaban solos en su mesa.
Paul dejó la taza en el plato, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de John. Sabía lo que venía, lo sentía. Desde el momento en que leyó aquel correo, sabía que eventualmente tendrían esta conversación, pero eso no hacía que fuera más fácil enfrentarse a ella.
—¿De qué se trata? —preguntó Paul, intentando sonar despreocupado, pero había una ligera tensión en su voz que era imposible de ocultar.
John miró a Paul durante unos segundos, como si estuviera debatiéndose entre hablar o no. Finalmente, soltó un suspiro y se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera a punto de compartir un secreto.
—Sé que lo que voy a decir podría hacer que todo esto se vuelva incómodo, pero no puedo seguir fingiendo que no pasa nada —comenzó John, con la mirada fija en sus manos mientras las frotaba nerviosamente—. Paul, desde hace un tiempo... he estado sintiendo algo que va más allá de lo profesional. Algo que no tiene sentido intentar ocultar más.
Paul sintió cómo su estómago se apretaba. Sabía que esto iba a suceder, pero escucharlo en voz alta, verlo salir directamente de los labios de John, lo hacía mucho más real.
—¿Te refieres a...?
—A ti —dijo John con firmeza, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Paul—. Lo que quiero decir es que me atraes, Paul. No es solo que seas talentoso o un buen amigo. Me atraes de una manera que no he podido evitar, y he intentado ignorarlo, he intentado comportarme como si todo estuviera bien, pero ya no puedo más. Ya no quiero ocultarlo.
Las palabras de John cayeron sobre la mesa como un peso enorme. Paul parpadeó, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Claro, sabía que esto venía, pero ahora que estaba aquí, no tenía idea de cómo responder. Las palabras de John eran directas, sinceras, y Paul podía sentir la vulnerabilidad detrás de ellas.
—John, yo... no sé qué decir. —Paul se pasó una mano por el cabello, nervioso. Todo esto era abrumador, más de lo que había imaginado—. No esperaba que... que esto fuera tan directo.
—No tienes que decir nada ahora —se apresuró a responder John—. Solo necesitaba que lo supieras. He sentido esto durante un tiempo y... No puedo seguir actuando como si no fuera verdad. He intentado ser profesional, mantenerme distante, pero... cada vez que te veo, cada vez que hablas, no puedo evitarlo. Me encantan tus ojos, la forma en que te mueves, cómo te vistes. Incluso tu forma de pensar, todo en ti me atrae de una manera que no puedo explicar. Cada vez que te miro, veo algo que me hace sentir que quiero conocerte aún más, más allá del trabajo. Y sé que esto puede cambiar las cosas entre nosotros, pero tenía que decirlo, Paul. Tenía que ser honesto contigo.
Paul estaba en shock. Todo esto estaba sucediendo demasiado rápido, y aunque parte de él apreciaba la sinceridad de John, no podía negar que se sentía abrumado. Había notado cosas antes, pequeños gestos, miradas prolongadas, pero nunca había pensado que llegarían a este punto. Nunca se había imaginado que John, su jefe y amigo, le confesaría algo así.
—John, yo... esto es mucho para asimilar —dijo Paul, bajando la mirada hacia la mesa. Sentía que el aire en la panadería se había vuelto más denso, como si todo el lugar estuviera escuchando esta conversación—. No me malinterpretes, agradezco que me lo digas, pero necesito tiempo. No sé qué pensar, no sé cómo sentirme en este momento. No quiero que esto afecte nuestro trabajo, nuestra amistad, pero tampoco quiero apresurarme a decirte algo que no estoy listo para decir.
John asintió, su expresión era comprensiva, aunque algo triste. Estaba claro que había esperado una respuesta inmediata, pero también entendía que esto era un gran paso para ambos.
—Lo entiendo —respondió John suavemente—. No quiero presionarte, Paul. Solo necesitaba que lo supieras, necesitaba ser honesto contigo. Tómate el tiempo que necesites. No quiero que esto cambie nada entre nosotros, a menos que tú lo quieras.
Paul asintió, agradeciendo que John no insistiera más en el tema. Aunque sentía un torbellino de emociones dentro de él, también sabía que necesitaba espacio para entender lo que sentía realmente. Nunca se había planteado algo así, y mucho menos con John. No estaba seguro de qué esperar, pero sí sabía que las cosas no podían seguir exactamente igual después de esta conversación.
Ambos continuaron su comida en un silencio reflexivo, pero no incómodo. Había una nueva dinámica entre ellos ahora, una que ambos tendrían que explorar a su propio ritmo. La noche avanzaba lentamente, y aunque las palabras de John seguían resonando en la cabeza de Paul, también sabía que tenía tiempo para procesar todo.
Al salir de la panadería y caminar de regreso a su edificio, Paul sintió el peso de la noche londinense sobre sus hombros. Mientras cruzaban las calles iluminadas, los dos caminaban juntos, pero en silencio. Ambos sabían que la conversación aún no había terminado, que esto era solo el comienzo de algo mucho más profundo, pero por ahora, el tiempo era su aliado.
Cuando llegaron al vestíbulo, John miró a Paul una vez más, con una expresión suave y seria.
—Gracias por escucharme —dijo John con una pequeña sonrisa.
—Gracias por ser honesto —respondió Paul—. Te prometo que pensaré en todo esto.
Con eso, ambos se despidieron, cada uno dirigiéndose a su propio apartamento. Paul cerró la puerta de su piso y se apoyó contra ella, dejando escapar un largo suspiro. Sabía que lo que había sucedido esa noche cambiaría las cosas entre ellos, pero aún no sabía cómo. Lo único que estaba claro era que necesitaba tiempo para pensar, para comprender lo que sentía realmente.
La noche era larga, y las preguntas que ahora llenaban su mente no tendrían respuesta fácilmente.
ESTÁS LEYENDO
Afinidades De Oficina | Mclennon
RomancePaul McCartney, un joven de 26 años, acaba de conseguir el trabajo de sus sueños en la influyente Lennon Corporation, una de las empresas más poderosas de Londres. Conocida por su enfoque vanguardista y su equipo altamente competente, la compañía ha...