Capítulo 14

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El sol de la mañana entraba tímidamente por las ventanas del departamento de Paul, iluminando los pequeños detalles del espacio. Paul aún estaba en la cama, envuelto en las sábanas, disfrutando de la calidez de su nido improvisado. Aunque habían vuelto a Londres el día anterior, el viaje y los últimos días habían sido una montaña rusa emocional, y Paul sentía que su cuerpo necesitaba descansar un poco más. Sin embargo, algo en su interior sabía que este día traería una vuelta a la realidad.

La puerta del baño se abrió y John salió, vestido ya con una camiseta gris y unos vaqueros oscuros. Se secaba el cabello con una toalla y tenía una expresión más serena que la que había mostrado en la playa. A pesar de los últimos días llenos de emociones, John sabía que tenían que volver a la empresa. No podían seguir evadiendo sus responsabilidades.

Paul se revolvió entre las sábanas, suspirando suavemente, mientras observaba a John cruzar el cuarto con esa seguridad que lo caracterizaba. Se preguntaba si, de algún modo, las cosas entre ellos cambiarían ahora que todo había salido a la luz. Y aunque la idea le causaba un poco de nerviosismo, también había un extraño alivio en saber que ya no tenían que fingir.

—Buenos días —dijo John con una sonrisa juguetona, sentándose en el borde de la cama y lanzándole la toalla húmeda a Paul en broma.

—Oye, ¡qué frío! —Paul rió, empujando la toalla hacia el suelo antes de incorporarse un poco, estirando los brazos.

John lo observó en silencio por un momento, sus ojos estudiando cada rasgo de Paul. A pesar de la familiaridad entre ellos, había algo diferente ahora. No era solo la cercanía física, sino la claridad con la que John veía cada pequeño detalle que amaba de Paul. Esa mirada de confusión matutina, el desorden en su cabello, la forma en que se llevaba las manos al rostro para despertarse. Todo, absolutamente todo, lo fascinaba.

—Tenemos que volver hoy a la empresa —dijo John finalmente, rompiendo el silencio y suavizando la seriedad con una sonrisa—. Y creo que no podemos llegar tarde después de lo que pasó la última vez.

Paul dejó escapar un suspiro profundo y asintió, aunque la idea de volver a la rutina no era exactamente lo que deseaba en ese momento.

—Sí, lo sé. Supongo que no puedo seguir escapándome.

John rió entre dientes, pero se inclinó un poco más hacia él, susurrando suavemente:

—Tampoco podemos hacer que la corporación quiebre de nuevo por un pequeño descanso, ¿no?

Paul sonrió, aunque su mente aún estaba nublada por el reciente caos. Recordó los días de crisis financiera y cómo había sido él quien había encontrado la solución. A pesar de todo, tenía cierta responsabilidad hacia la empresa, aunque no lo admitiría abiertamente. John le había confiado su lealtad y eso significaba algo para él.

John, notando la sombra de seriedad que cruzaba el rostro de Paul, le dio un suave golpe en la pierna con la palma de su mano.

—No te preocupes tanto. Hoy será un día tranquilo. Vamos a ir, organizar algunas cosas, delegar otras, y luego podremos relajarnos, ¿de acuerdo?

Paul asintió lentamente, su mente ya comenzando a procesar lo que les esperaba en la oficina.

—Bueno, si tú lo dices... Aunque, no puedo prometer que no me queje.

—Eso es parte de tu encanto, Macca —bromeó John, levantándose de la cama—. Además, yo estaré allí para hacerte la vida más fácil. Lo prometo.

Un par de horas más tarde, ambos se encontraban listos para enfrentar el día. Paul, vestido con su habitual traje semi-formal, y John, con un estilo más relajado, caminaban juntos por las calles de Londres hacia la corporación. El clima fresco de la mañana los mantenía despiertos, y a pesar de la seriedad de lo que les esperaba, la sensación de caminar juntos hacia la oficina le daba a Paul una tranquilidad inesperada. Sentía que ya no estaba solo en esa jungla empresarial; ahora tenía a John a su lado.

Cuando llegaron al imponente edificio de Lennon Corporation, Paul sintió una mezcla de nostalgia y ansiedad. No había vuelto desde antes de las vacaciones, y aunque siempre había sido un lugar de trabajo para él, hoy parecía distinto. Sabía que la dinámica entre él y John iba a ser observada por todos, y eso lo ponía un poco nervioso. Especialmente después de todo lo que había sucedido entre ellos.

—¿Estás bien? —preguntó John, mirándolo de reojo cuando entraron al vestíbulo.

—Sí, solo... —Paul hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Supongo que es extraño volver después de todo.

John asintió, comprendiendo sin necesidad de más explicaciones.

—No te preocupes por lo que piensen los demás. Lo importante es que estemos bien tú y yo.

Paul asintió, aunque aún sentía ese pequeño nudo de incertidumbre en el estómago.

Subieron juntos en el ascensor, el mismo ascensor donde habían compartido momentos tensos y apasionados no mucho tiempo atrás. Paul se apoyó contra la pared, observando cómo el ascensor ascendía rápidamente, mientras John se mantenía a su lado en silencio, ambos sumidos en sus pensamientos.

Al llegar a la oficina, el equipo ya estaba en pleno movimiento. John asumió rápidamente su rol de líder, saludando a algunos empleados y dando órdenes claras. Paul, por su parte, se dirigió a su despacho, tratando de evitar las miradas curiosas que seguían a ambos. Sabía que muchos estaban especulando sobre lo que realmente pasaba entre él y John, pero decidió ignorarlo por el momento.

A lo largo de la mañana, el ritmo en la oficina fue acelerado. John convocó a una reunión para ponerse al día sobre los proyectos en curso, y aunque Paul asistió, se mantuvo en gran parte en silencio, dejando que John tomara las riendas.

Después de la reunión, John fue a buscar a Paul a su despacho.

—Vamos a almorzar —dijo John, su tono más relajado que antes—. Necesitas un descanso.

Paul lo miró desde su escritorio, donde había estado revisando algunos correos.

—¿Almorzar? Pensé que estaríamos aquí todo el día.

John sonrió.

—Bueno, técnicamente sí, pero te prometí que no sería un día demasiado pesado, ¿no?

Paul sonrió de vuelta y se levantó, aceptando la invitación.

Mientras caminaban hacia un pequeño café cercano, Paul no pudo evitar notar lo diferente que se sentía todo ahora. A pesar de las responsabilidades y el trabajo, había una ligereza en el ambiente entre él y John. Algo en su dinámica había cambiado, y aunque todavía había muchas incógnitas por resolver, Paul sentía que estaban en el camino correcto.

—¿Estás listo para enfrentar de nuevo el caos de la oficina? —preguntó John mientras se acomodaban en una mesa junto a la ventana.

—No lo sé —respondió Paul, riendo suavemente—. Pero mientras estemos juntos, creo que podemos con lo que sea.

John lo miró, con una sonrisa suave, asintiendo. Había una complicidad en esa mirada que no necesitaba palabras. Ambos sabían que, aunque el trabajo seguiría siendo complicado y las dudas personales persistieran, ahora tenían algo más fuerte que los unía.

—Bueno, entonces —dijo John, levantando su vaso de agua en un gesto de brindis improvisado—, por lo que venga.

Paul levantó su vaso también, riendo.

—Por lo que venga.

Sabían que el regreso a la corporación era solo el inicio de una nueva etapa en su relación. Pero, pase lo que pase, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.

Afinidades De Oficina | MclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora