Capítulo 3: El secreto de Alexander

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Alexander:
No creo en las coincidencias. Mi vida ha estado marcada por la precisión, por las decisiones calculadas, por controlar cada movimiento. Entonces, ¿cómo explicar a Clara Martínez? Al principio, me parecía una figura insignificante, casi invisible, trabajando detrás de una barra en una pequeña cafetería. La primera vez que la vi, no me llamó la atención. Solo era una más entre la multitud de rostros que cruzo cada día. Pero algo cambió, algo pequeño, casi imperceptible. Una mirada, un gesto, un detalle que captó mi interés de una manera que no esperaba.

Recuerdo ese día con claridad. No era el destino lo que me llevó a esa cafetería por primera vez, sino la necesidad de escapar de la rutina, una simple desviación de mi itinerario. Cuando entré, mi mente estaba ocupada en otros asuntos, en la reunión con mis socios, en las transacciones que tenía que supervisar.

Pero entonces, la vi. Un simple vistazo, una fracción de segundo, y algo en ella quedó grabado en mi mente. Clara. Desde entonces, algo se encendió en mí, una curiosidad que no había experimentado en años. Comencé a observarla desde lejos, a visitarla sin que se diera cuenta. Cada vez que iba a la cafetería, me aseguraba de que no fuera un encuentro directo, no todavía. Quería conocerla primero, entender qué era lo que me atraía tanto de ella. No era su apariencia, aunque es atractiva a su manera sencilla. No era su voz, aunque su tono tiene un cierto matiz que me intriga. Era algo más profundo, algo que no podía nombrar.Pasaron semanas. Al principio, solo me limitaba a mirarla, a estudiar sus movimientos, su rutina. Cada mañana llegaba a la cafetería, siempre puntual, siempre concentrada. Pero entonces comencé a notar ciertos detalles que me hicieron pensar que no todo era lo que parecía. Había algo oculto en Clara. Una tensión en sus gestos, una mirada que no parecía pertenecer a una simple empleada.

Empecé a investigar. Porque, como siempre, si algo me interesa, lo investigo hasta las últimas consecuencias. Mis contactos hicieron su trabajo rápido. Clara Martínez, 27 años, sin antecedentes, una vida común y corriente, al menos en la superficie. Sin embargo, cuanto más investigaba, más sentía que había algo que no encajaba. No eran los hechos lo que me desconcertaba, sino lo que no estaba allí. Entonces tomé la decisión de acercarme. Fui a la cafetería sabiendo que ese día cambiaría algo entre nosotros. No sabía cómo respondería ella, pero no me importaba. Había llegado el momento de romper esa barrera invisible. Entré, y cuando me miró, lo supe. Clara también me había estado observando, y esa certeza me dejó sorprendido. No era solo mi imaginación. Lo vi en sus ojos, en su temblor sutil cuando se acercó a mí. Algo en ella me reconocía, más allá de lo que cualquier extraño debería saber.

¿Por qué? ¿Qué sabía Clara de mí? Esa pregunta no me ha dejado en paz desde entonces. Y así, mi curiosidad comenzó a transformarse en algo más oscuro. Empecé a seguirla. Mis hombres la vigilaron, pero yo también quería hacerlo, personalmente. Quería entender lo que pasaba por su mente, quería saber por qué sus ojos parecían estudiarme como si ya supiera quién soy.

Hubo noches en las que la observaba desde lejos, desde las sombras, mientras caminaba de regreso a su pequeño apartamento. Otras veces, me encontraba en el café, oculto en el rincón, mientras ella trabajaba. Y, sin embargo, la distancia solo alimentaba mi deseo de acercarme más.No era solo curiosidad. Me di cuenta de que, con cada día que pasaba, me encontraba pensando más en ella. Era una atracción que no entendía del todo. Yo, que siempre he sido frío, racional, controlado. Con Clara, el control se desvanecía lentamente.Ayer por la noche, tomé una decisión. Mandé instalar cámaras en las inmediaciones de su apartamento, solo por seguridad. Quería asegurarme de que nada escapara de mi vista. Quería saber más.

Esta mañana, cuando entré a la cafetería y vi la sorpresa en sus ojos, sentí esa misma adrenalina que me acompaña cuando estoy en medio de una transacción peligrosa. El juego había comenzado.Clara esconde algo. Lo sé. Puedo sentirlo, puedo verlo en cada pequeño gesto. Pero lo que no esperaba es que me afectara de esta manera. ¿Qué es lo que ella sabe de mí? ¿Y por qué me resulta imposible dejar de pensar en ella?Mientras me acerco a mi oficina, me detengo frente a la puerta del cuarto que nadie conoce. Mi cuarto secreto. Dentro, mi propia pizarra está llena de fotos de ella, de información que he reunido sobre su vida. Abro la puerta, observando las imágenes que la muestran en diferentes momentos de su día a día.

Clara tomando café en la cafetería, Clara caminando por las calles de la ciudad, Clara mirando por la ventana de su apartamento. Cada foto, cada dato, cada nota me ha acercado más a ella.Pero esto ya no es solo un juego de poder. Algo más está en marcha, algo más profundo. Ambos estamos atrapados en esta obsesión mutua, aunque ella aún no lo sepa. Clara Martínez. La mujer que me ha hecho romper mis propias reglas, la que ha logrado desestabilizar el control que creía tener. No creo en las coincidencias. Ella apareció en mi vida por una razón, y estoy decidido a descubrir cuál es. Lo que sea que Clara esté ocultando, lo averiguaré. Pero mientras tanto, seguiré observando, esperando. Porque, aunque aún no lo sabe, este juego apenas ha comenzado.

Sombras en el MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora