El peligro se ha convertido en una presencia constante en mi vida, acechando desde las sombras de una manera que nunca imaginé. Las primeras grietas en el misterio que rodea a Alexander están comenzando a aparecer, y con ellas, una realidad más oscura y peligrosa que la que había supuesto.
La mañana comenzó como cualquier otra. Sin embargo, cuando llegué a la cafetería, encontré una nota en el mostrador donde normalmente dejo mis cosas. No estaba firmada, pero el mensaje era inquietante: "Deja de investigar. Lo que estás haciendo es peligroso."
Mi corazón se aceleró mientras leía esas palabras. El temor se apoderó de mí de inmediato. ¿Cómo habían llegado hasta aquí? La amenaza era clara y directa, y no podía ignorarla. Comencé a sentir un peso aplastante en el pecho, una mezcla de miedo y angustia que me resultaba difícil de controlar.
Decidí ir al trabajo, pero la sensación de estar vigilada no me abandonó. Las miradas de los clientes se sentían más pesadas, las conversaciones de mis compañeros de trabajo parecían estar cargadas de significado oculto. Cada ruido, cada sombra, parecía tener una intención siniestra. Mi paranoia se intensificaba con cada minuto que pasaba.
Mientras limpiaba una mesa en el fondo de la cafetería, me encontré con una mujer que parecía estar esperando a que quedara sola. Llevaba un abrigo oscuro y gafas de sol, a pesar de que el día estaba nublado. Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí un escalofrío recorrer mi espalda.
—¿Puedo ayudarte? —pregunté, tratando de mantener la voz firme.
Ella sonrió, pero no era una sonrisa amistosa. Su expresión era fría y calculadora.
—Clara, ¿verdad? —dijo con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre que sabía más de mí de lo que me gustaría.
No pude evitar tensarme. La forma en que pronunciaba mi nombre, como si estuviera demasiado familiarizada conmigo, me hizo sentir incómoda. Mi mente se aceleró mientras trataba de recordar si había tenido algún contacto previo con ella, pero nada se me venía a la mente.
—¿Qué quiere? —pregunté, intentando mantener la calma.
—Sólo quería darte un mensaje —dijo ella, acercándose un poco más—. Alexander tiene una forma de proteger a los suyos. Y si sigues entrometiéndote, te darás cuenta de que no te gustará el resultado.
Antes de que pudiera reaccionar, ella se dio la vuelta y salió de la cafetería sin decir nada más. Me quedé allí, paralizada, con el corazón latiendo con fuerza. ¿Qué significaba eso? ¿Era una amenaza real o simplemente un intento de intimidación?
Esa noche, cuando llegué a casa, busqué frenéticamente más información sobre Alexander. Quería entender la verdadera naturaleza de lo que me estaba metiendo, de la amenaza que parecía estar creciendo alrededor de mí. La pizarra en la que había colocado todas mis notas y fotos se volvió mi única fuente de consuelo, aunque la verdad detrás de ella era cada vez más aterradora.
Encontré un artículo antiguo sobre un caso de tráfico de influencias y corrupción que parecía estar vinculado a Alexander. La descripción coincidía con algunos de los detalles que había visto en mis investigaciones previas. Había menciones de actividades ilegales, y aunque los nombres eran diferentes, el patrón era el mismo. La evidencia de que estaba lidiando con alguien muy poderoso y peligroso se hacía más clara.
El miedo se transformó en desesperación cuando me di cuenta de que estaba rodeada por un mundo que no comprendía completamente. Los secretos de Alexander, que hasta ahora había considerado meras especulaciones, estaban empezando a infiltrarse en mi vida de una manera muy real y aterradora. Las primeras grietas en la imagen que había construido de él estaban revelando un lado oscuro, uno que no estaba dispuesta a enfrentar sin prepararme.
Empecé a considerar la posibilidad de alejarme, de abandonar esta búsqueda obsesiva que me había llevado tan lejos. Sin embargo, la idea de renunciar a lo que había comenzado, de dejar que el miedo gobernara mis decisiones, me resultaba inaceptable. La conexión entre Alexander y yo no era solo una cuestión de curiosidad. Era algo más profundo, más complicado.
Con cada día que pasaba, la sombra de la amenaza se alargaba, y mi vida parecía acercarse cada vez más a un precipicio del que no podía retroceder. Las primeras grietas en el misterio que rodeaba a Alexander estaban comenzando a mostrarme una realidad que nunca había anticipado, y la decisión que tenía que tomar estaba cargada de consecuencias que no podía ignorar.
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Sombras en el Muro
RomanceClara Martínez, una empleada común de una cafetería en el centro de la ciudad, lleva una vida aparentemente normal. Sin embargo, en la privacidad de su pequeño departamento, guarda un secreto oscuro: una pizarra cubierta de fotos, notas y detalles m...