Yoko sabía que no tendría otra oportunidad como la que tenía en ese momento con el mayordomo, llevándola de nuevo al pasillo que conducía a la celda donde estaba confinada.
A cada paso que daba, buscaba la manera de obtener de aquel hombre lo que deseaba o, en su defecto, averiguar si podía conseguirlo.
Tenía que ser astuta y discreta al mismo tiempo si quería tener éxito en su misión.
"Piensa, Yoko, tienes que hacerlo rápido, no tienes más tiempo que perder."
La joven se giró para mirar hacia atrás, asegurándose de que nadie pudiera estar observándola, sobretodo si ese alguien era el hombre con el que había pasado parte de la mañana hablando.
Dejó escapar un suspiro de alivio cuando se dio cuenta de que ya no estaba en la mesa del jardín, si él la estaba observando, sería en otro lugar y fuera de su vista y de la de su mayordomo, aunque lo dudaba. Su corazón latía más rápido y se debía a una cosa en particular, y era llevar a cabo su mayor actuación.
—¡Ay!
Un pequeño grito de dolor se oyó detrás de Alfred, que rápidamente se giró para ver a Yoko tropezar, pisar algo y caer sobre la hierba.
El mayordomo no dudó en acercarse rápidamente con una expresión de preocupación en su rostro. Si antes su rostro reflejaba incomodidad por la situación en la que su amo le había hecho cómplice del secuestro de dos mujeres, ahora aún más sabiendo que la joven podía haberse hecho daño.
—¿Pero qué le ha pasado, señorita? —preguntó nada más llegar hasta ella, ayudándola a levantarse.
Yoko incluso se sintió mal al ver la cara de preocupación del mayordomo, pero tenía que hacerlo, tenía que hacer que se acercara a ella. Cuanto más cerca estuviera de Alfred, más cerca estaría de descubrir y llevar a cabo sus planes de alcanzar, de obtener lo que deseaba de él.
—Es que me he mareado —respondió ella, pudiendo incorporarse de nuevo gracias a la ayuda del hombre.
—Por favor, agárrese a mí.
Yoko no dudó en hacer lo que le pedía y apoyar todo su peso sobre el hombre, prácticamente apoyándose en él.
Las manos de la joven se movieron con rapidez, sintiéndose agradecida de que Becky la hubiera retado a aprender ese tipo de cosas, para luego llevarlas a cabo en los vagones de las estaciones de metro de Nueva York. Pensar en su amiga la hizo preocuparse por un momento, y entonces sacudió suavemente la cabeza, haciendo que Alfred volviera a prestarle atención.
—Lo siento, si voy demasiado rápido, señorita, puedo ir más despacio.
—Llámeme Yoko —pidió ella, aún apoyada en el hombre, para luego intentar distanciarse de él y jadear de nuevo por el supuesto dolor que le provocaba apoyar el pie en el suelo— no creo que pueda ir sola a la celda.
—No te preocupes, te ayudaré a caminar todo el camino, apóyate en mí si te duele mucho el pie.
Ella no dudó en hacer lo que el mayordomo le indicaba, estaba muy cerca de él, especialmente de la chaqueta del uniforme del hombre en el lado donde tenía su teléfono. Yoko podía sentirlo a través de su cuerpo, ahora tenía que sacarlo de allí.
Una vez más, su mente viajó a la estación de metro de Nueva York, donde Becky la retó a robar a dos hombres sin que se dieran cuenta.
—Es fácil, sólo tienes que hacer lo que yo voy a hacer, así que presta atención —le dijo Becky. Para Becky era fácil hacerlo, simplemente se acercaba al hombre y deslizaba la mano por el bolsillo de su chaqueta, sacándole la cartera o el teléfono.
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Querida Sugar Mommy | FayeYoko
FanficYoko Apasra, una chica de 20 años agobiada por las deudas que la ahogan a ella y a su madre. Abandonadas por el resto de su familia, ambas están luchando por sobrevivir. Faye Malisorn, una noble de 36 años y descendiente de la realeza tailandesa, h...