Capítulo 20

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Tanto Faye como Freen estaban molestas, el maldito de Lertprasert había logrado permanecer inmune a sus amenazas, como aquel que no hizo nada malo y no tiene nada que temer.

—El maldito por poco hace que le crea su mentira de "solo ayudé a mi amiga a reunirse con su hija". Que trate de actuar de manera inocente, no sólo con respecto al secuestro de Yoko, sino también con su falsa amabilidad, me hace suponer que hay más cosas tras Chet Lertprasert.

Freen no dijo nada, incluso ella, con todo el rencor y odio que guardaba por Chet, se llegó a plantear esa opción, el maldito casi consigue convencerla mientras Faye daba un tour por toda la casa de Lertprasert. La búsqueda incluyó hasta la bodega subterránea de vino que tenía el socio de Nong y la cual fue revisada por Faye de manera exhaustiva.

Freen tenía sus motivos para pensar de esa manera, más allá del hecho de que, desde el momento que apareció, le impidió ver realizado su sueño y deseo casarse con la prima de Faye, Engfa. Porque Freen para su mala suerte, no solo era mujer, sino que ella nunca podría haberle dado ni la mitad de la fortuna que Engfa tenía, ¿cómo iba a competir ella con el hijo de un noble que acababa de heredar, no sólo el título, sino toda la fortuna y propiedades de una familia real, que aunque fuera pequeña, sería beneficiosa para la familia de Engfa, además de que él sí era un hombre?

Sin embargo, siempre le pareció sospechosa la manera que Chet miraba a los padres de Engfa, hasta cuando se quedaba a solas con Engfa se lo llegó a comentar.

Irá, era lo que Freen podía percibir en esa mirada, una ira contenida que lograba eliminar cuando estaba cerca de ellos, pero por más que buscaba motivos, no lograba encontrarlos y, cuando le externó sus dudas a Engfa, quién estaba tan deslumbrada por él como todos, insinuaba que Freen solo buscaba defectos en Chet a causa de lo que había pasado en el instituto, donde él y sus amigos matones le hacían la vida imposible por ser una chica sin dinero y protegida por los Malisorn.

—No hay nada que podamos hacer por ahora, lo mejor es buscar la ayuda de la policía —sugirió Freen tras valorar todas las opciones, al fin y al cabo era una mujer de ley.

—¿Crees que nos ayudarán?

—Por supuesto que lo harán, y si no los obligaremos a hacerlo, tenemos las suficientes pruebas como para ello.

Y ahí estaban ellas esperando ser atendidas por el agente Jungkook, especializado en desapariciones y secuestros.

—Señora Malisorn —El agente extendió la mano para saludarla y Faye no dudó en estrechársela de vuelta.

—Ella es mi abogada, Freen —Faye la presentó, el policía también estrechó la mano de la abogada y luego las invitó a acompañarlo a su despacho.

—Tomen asiento —pidió el agente Jungkook señalando las dos sillas que había frente a su escritorio— Entonces, ¿qué es lo que quieren denunciar?

A Jungkook le costaba bastante mostrarse amable, tenía una montaña de papeles llena de casos de desapariciones, algunas sin resolver, otras tantas ya resueltas y otras que se mantenían en constante búsqueda activa.

Cada vez que alguien denunciaba una desaparición debían pasar al menos entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas para que ellos pudieran involucrarse, algo que a Jungkook personalmente le parecía una estupidez, ya que era mucho más fácil estadísticamente y probable encontrar a una víctima de secuestro viva en las primeras 48 horas. Pero así era la ley y se suponía que él estaba encargado de ejercerla y respetarla. Por eso le molestaba el hecho de que el comisario hubiera hablado directamente con él para qué se encargará de atender a Freen y Faye.

¿Tanta influencia tenía un apellido noble como para pasar por delante de todos los demás? ¿O quizá no era el apellido y si el dinero?

Malisorn, casi veinte años y aún se hablaba del incendio y lo inexplicable del caso. Muchos de los veteranos que colaboraron en esa investigación creían que los propios Malisorn habían acabado con su propia familia a causa de unas disputas por las tierras, pero como siempre que hay el suficiente dinero como para taparlo, el caso se cerró con muchas incógnitas sin resolver.

Querida Sugar Mommy | FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora