Capítulo 22

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Faye se quedó detrás del árbol del jardín, observando como Freen corría, cubriendo su entrada para que nadie pudiera sorprenderle, esperando su señal y así ella también acercarse mientras ahora era su amiga la que cubría sus pasos.

Ambas debían tener cuidado, no podían permitirse cometer ningún error, lo sabían y por eso tenían claro que ambas darían la vida la una por la otra, con tal de conseguir rescatar tanto a Yoko como a su madre.

—No sabemos qué tan seguro puede estar Chet dentro de la casa, pero con cuatro guardias apostados fuera, no será fácil llegar hasta él —murmuró Faye, silenciándose al instante al sentir una nueva vibración en su teléfono.

"Ala Norte despejada."

Tener a Milk era mejor que tener a todo un ejército a sus órdenes, Faye ni siquiera entendía por qué una soldado como ella había aceptado ser su empleada, pero en ese momento, más que nunca, estaba segura de que había hecho una buena elección al contratarla.

—Sólo tenemos que esperar que la tarjeta funcione —Freen sacó la tarjeta que habían obtenido antes y la pasó por el lector. Sonrió al ver que la puerta se abría ante sus ojos, sin duda la pequeña fortuna que había invertido en pagar al jardinero valía cada maldito céntimo.

Abrieron la puerta con cuidado y se apretaron contra las paredes, cada una por un lado. Aunque a esas horas la mayoría del personal y los ocupantes de la casa estarían durmiendo, no podían fiarse, quizás no habría tanta seguridad como en el lugar donde estarían madre e hija. Además, la mejor forma de encubrir un crimen es no levantar sospechas, así que todo seguiría igual, al menos a la vista de los empleados.

—Iré por allí —aseguró Faye señalando uno de los pasillos con su arma mientras Freen asentía— La prioridad sigue siendo la misma, ¿sabes?

Freen asintió, sabiendo a qué se refería Faye

—Iré directamente —respondió, no había nada más que decir. Ahora todo estaba claro y no era el momento de caer en sentimentalismos que no se podían permitir.

Ambas eran muy conscientes de que podía ser la última vez que se vieran. Ambas podían salir victoriosas o no salir nunca de aquella casa. Les pasara lo que les pasara, no mirarían atrás, tenían una sola prioridad.

La primera que tuviera a las dos mujeres huiría con ellas sin esperar a la otra, ese era el acuerdo tácito entre las dos.

Podrían haber esperado a la policía, estarían allí por la mañana para ayudarles, pero no podían esperarles ni un segundo más. La llamada que Yoko había conseguido hacer aquella tarde dejaba claro que tenían que sacarlas de aquella mansión cuanto antes.

Faye estaba segura de que se encontraban en una especie de sótano que no había sido capaz de ver, por eso buscaba la forma de llegar hasta él. Lo tenía más que claro por cómo sonaba la voz de la chica cuando le hablaba, lejana e interrumpida por la falta de cobertura.

La puerta estaba allí, la había visto, pero por más que caminaba no encontraba la forma de localizarla para acceder a la zona del sótano. Odiaba no haber tenido la previsión de obtener los planos de aquella propiedad, lo único que sabía era lo que había visto durante su única visita a aquella casa días atrás. Sabía que la zona de los criados tenía que conectar con esa parte concreta de la casa, pero en esos momentos, la ansiedad y las prisas por encontrar a Yoko no le ayudaban a pensar con claridad. Tuvo que detenerse un momento y calmarse.

El sonido de la cisterna de un inodoro le hizo tensarse por un momento. Parecía que estaba justo delante de la puerta del baño de los empleados. Lo cual era perfecto, sólo tenía que esperar, y alguien le ayudaría a llegar a donde quería ir, con suerte llevándola a donde estaban Yoko y su madre.

Querida Sugar Mommy | FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora