Capítulo 29

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Yoko se tensó ante la llegada inesperada de Faye. Le sería imposible negarle que ese hijo era suyo. Aunque, ¿Cómo podría? Jamás había estado con alguien que no fuera ella, tampoco era que deseara estar con otra persona aparte de Faye, no mientras no pudiera sacarla de su cabeza o su corazón.

—Folk, no te ofendas, pero necesito que te larges. Este asunto es personal y no tienes nada que estar haciendo aquí —Y ahí estaba de nuevo la Faye Malisorn arrogante y seca, siendo autoritaria como siempre.

—¿Y usted quién es para decirme que me vaya? —le preguntó Folk. Bajo ningún motivo, iba a dejar que Faye lo desechara así como así, no lo sacaría del camino de Yoko y mucho menos la dejaría desprotegida, Chet se lo había dicho, Yoko corría peligro con ello— ¿Creo que es usted el que está de más aquí?

Las palabras de Folk sorprendieron a Yoko, haciendo que volteara a verlo. ¿Qué es lo que estaba tratando de hacer?

Sin embargo, no dijo nada, es más, permanecía callada, tratando de pensar en que estaba pensando Folk al decir ese tipo de cosas. ¿ Acaso no se daba cuenta de las implicaciones que tenían sus palabras?

—Folk... —por fin habló Yoko; sin embargo, él no permitió que siguiera hablando

—¿Qué tiene que ver una extraña en cosas de parejas, Yoko?

Faye todavía recordaba cómo se sintió tras la primera traición que descubrió de Wan Viva, luego vino otra y otra más que ayudaron a terminar de destruirla, pero sin duda el dolor de la primera vez fue el más insoportable, aunque de algún modo, esperaba que algo así sucediera desde el instante en que se casó con ella.

Lo que Faye jamás creyó fue que el amor que sentía por Yoko y que creía que Yoko sentía por ella fuera tan fácil de olvidar para la joven.

Los ojos marrones de Faye empezaron a doler como los de un niño cuando está aguantando las lágrimas y tuvo que apretar los puños para no estrellarlos sobre el rostro arrogante de ese crío de veinte años que se atrevía a llamar a Yoko su pareja.

Yoko pudo percibir, en la mirada de Faye, el dolor que las palabras de Folk provocaron en su interior. Ella misma se resistía a esas palabras. Es más, sus manos se habían hecho puños ante la idea de estar con alguien más.

—¿Es eso cierto? —preguntó Faye observándola. Por un instante pensó que ese hijo era suyo, que era la razón por la que podría hacerla volver con ella de nuevo y luego sintió que el karma la había golpeado fuerte por querer usar a un ser inocente para atraparla.

Fijó la mirada en la de Yoko un poco más y no fue capaz de aguantarla por demasiado tiempo. Era muy difícil para ella entender qué había pasado página.

Yoko deseaba decirle que no era cierto, que lo que decía Folk era mentira que su hijo era de ella y de nadie más. Pero por algún motivo las palabras jamás llegaron a su boca, todo lo contrario, se hicieron un nudo en su garganta, difícil de deshacer.

Faye se giró para agarrar a Folk de la camisa y lo atrajo contra su rostro, conteniendo las ganas que tenía de destrozar esa cara bonita, casi infantil, de niñato adolescente.

—Mira una cosa, ni se te ocurra volver a decirle que tiene opciones, las tiene, pero solo si ella así lo decide, sin que un imbécil como tú intente manipularla. Ni se te ocurra tratarla mal u obligarla a hacer algo que no quiera, porque Yoko no está sola, ella tiene familia y una muy poderosa —Después lo soltó con desagrado, observó una última vez a Yoko e incapaz de hablar, salió de allí a toda prisa y, aún así, no perdía ese porte y caminar elegante que poseía por naturaleza.

Faye sentía como todo su cuerpo dolía, como la respiración le faltaba, como absolutamente todo en ella estaba a punto de dejar de funcionar y colapsar. Por eso debía salir de ahí cuanto antes. No quiso aceptar la realidad y le golpeaba con fuerza en el estómago, en el pecho y en el centro mismo del corazón, seguía loca por una mujer para quien ella ya no significaba nada.

Querida Sugar Mommy | FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora