1.También gané

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—Altagracia, despierta

—Ya está reaccionando

Abro mis ojos lentamente, mi mente y mi cuerpo están más desconectados de lo que quisiera, apenas y puedo recordar el mar, la policía siguiéndome, la boda... esa maldita boda. Y a.. mi hija.

—Altagracia, ¿estás bien?

Me inclino hacia un lado al sentir una arqueada y expulso todo el agua que tragué.

—Que desastre— esa voz.. hace mucho no la escuchaba más que por teléfono

Me doy vuelta observando a mi fiel guarura y a el hombre que está a su derecha, completamente rígido y con su ceño fruncido a causa del sol, desde aquí la vista es diferente pero no ha cambiado mucho, se mantiene igual o mejor que antes. Pero esa mirada, esa mirada que alguna vez fue de deseo o admiración, ahora es de ¿lastima?. Y no me gusta nada.

—¿Piensan quedarse ahí mirándome?

Matamoros me ayuda a levantarme con cuidado, siento que todo me da vueltas, apenas me doy cuenta de que estamos en un barco.

—¿Por qué tardaste tanto?, ¿pretendías dejarme morir?- toco mi brazo

—¿Entonces no..?

—¿No qué?

—¿No intentaste suicidarte?

Pues.. no era la idea, pero admito que al final sentí tanta paz por primera vez en mucho tiempo, paz que acaba de llegar a su fin y hubiese deseado no acabara.

Pero ¿qué hace Matamoros aquí?, pretendía contactarlo cuando ya despistara a las autoridades.

—Te dije que necesitaba un barco, un capitán, un avión y un piloto, no a ti, además Matamoros ¿por qué está aquí?

—De nada mujer maravilla, años sin vernos, te ayudo a escapar y me recibes así- niego- ya que tú no respondías mis llamadas, llamé a tu guarura, pensé que estaba incluido en el plan, pero ninguno de los dos sabíamos que te ibas a suicidar

—Yo tampoco- musito- si te di su número fue por precaución no para que te contactaras con él a mis espaldas

—¿Y crees que esto no fue por precaución?— veo su brazo— olvídalo, será mejor que mires esa herida

Observo a Matamoros, la decepción en su expresión me hace sentir algo culpable, sé lo que piensa pero ahora no pretendo aclarar nada.

—Bajen, nos puede ver alguien

—Navarrete Navarrete- sonrío- siempre controlándolo todo

—Mira quien habla

Al bajar, lo primero que hago es entrar al baño, lo bueno es que hay de todo y pude tratar un poco mi herida, me doy un baño como pude, necesitaba sentirme limpia, y me pongo un vendaje para después salir. El barco es pequeño ya que lo que menos necesitamos es llamar la atención, solo hay dos camas y en cada una están los hombres que me acaban de salvar no solo de ir a la cárcel sino la vida.

Odio pedir ayuda y más deber favores, sé de la obsesión de Navarrete conmigo y esto me saldrá caro. Aunque hace muchos años ni nos topamos, corté contacto con él después de que su hijo loco, además mi ahijado, me tocara las bubis y él no me creyera. Y todo se puso peor cuando empezó a celarme, éramos buenos amantes, pero... se enamoró y humilló ante mí cuando yo estaba en la cúspide de alcanzar todo el reconocimiento que quería y ampliar mi fortuna, hace ya varios años, siempre mi foco fue mi venganza y sabía que robándole el marido a la entrañable amiga de mi hermana y ganarme un escándalo con empresarios, abogados y demás del medio cuando aún no alcanzaba a ser ni la mitad de lo que soy ahora, no me convenía.

Sentencia Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora