10.Niña

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Altagracia

—Todo, ni una gota

Me bebo el último sorbo con una mueca de asco, es horrible.

—Bien, ya terminamos, te dejaré lo suficiente para que te bebas un vaso por día, tu cuerpo se irá recuperando más rápido de lo que canta un gallo

Desvío la mirada sumergiendo mi cabeza en el agua.

—Escucha, todo tiene un porqué y un para qué, entre más rápido la dejes ir será mucho mejor para ti— toma mi mano obligándome a salir

—¿La?

—Sí, una niña que ahora es un angelito no pierdas a otro hijo de nuevo, por cierto, esa joven es lo único que puede consolarte ahora, aunque también veo tres hombres en tu camino, lo que se viene no es fácil pero en ti está el rumbo de tu vida

—Uno de los escoltas la llevará a su casa

—No veo que vayas a embarazarte pronto, de hecho, no será fácil, pero siempre puedes acudir a mí para echarte la mano

—Eso no va a pasar Mercedes, ya váyase— suspiro— gracias— menciono antes de verla salir

En cuanto me quedo sola siento mi mundo derrumbarse de nuevo, de nuevo un golpe bajo en mi vida, hubiese preferido perder la libertad.

Jamás pensé que doliera tanto pero me siento completamente vacía, como si me faltara una parte de mi cuerpo, una parte de mi alma. Y me siento tan culpable, si tan solo hubiese manejado con más calma todo, si tan solo no me hubiera alterado esto no hubiera pasado.

La vida me la dio sin permiso y sin permiso alguno me la quita, sin siquiera poder tenerla en mis brazos, sin siquiera poder mirar su rostro.

Creí que nada me podría afectar más después de todo lo que ha pasado en el último año, pero de nuevo me equivoqué.

No tengo ánimos ni siquiera de levantarme con los baños y las bebidas siento mi cuerpo mucho mejor pero mi cabeza sigue igual o peor, solo quisiera tener el valor de sumergirme en la tina para siempre.

Llevo las manos a mi vientre vacío recordando esa noche, esa noche donde sin planearlo se empezó a formar alguien más dentro de mí, alguien que me uniría para siempre a el hombre que tanto amé, aunque no lo quisiera en mi vida, esa niña era parte de ambos. Ahora ya no hay nada que nos una, ahora solo quiero que él y todo el mundo desaparezca.

Si tan solo me hubiese quedado en Francia o Italia, o donde sea que no me alcanzara la mala suerte que cargo desde que era una niña.

No sé cuánto tiempo ha pasado pero es el suficiente para que el agua se enfriara a tal grado de entumeserme por completo, ya no me sale una lágrima y agradezco porque mis pulmones no dan más.

Escucho la puerta abrirse y se me hizo difícil pronunciar articular palabra debido a los pequeños espasmos en mi boca, no sé como llegué a tal grado pero ya empiezo a sentir demasiado frío.

—Ma..mata..moros

—Altagracia, por Dios, ¿qué hiciste, cuanto llevas ahí?

Me sorprendo al oír su voz, le dije a Matamoros que no dejara entrar a nadie. José Luis me toma en brazos empapando su camisa por completo y antes de salir toma la toalla, me deja en el mueble la pone alrededor de mi cuerpo.

—Estás temblando

Entra al clóset y solo se oye el ruido de que está buscando algo, si es una pijama, nunca la encontrará.

—¿Qué todo el tiempo duermes como Dios te trajo al mundo?

Viene con un vestido blanco, unas bragas y medias.

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