Capítulo 1:El regreso al misterio

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El cálido sol de California bañaba las calles mientras las olas del Pacífico rompían en la distancia. Para la mayoría de los adolescentes, era un día más de verano en la costa oeste, pero para Dipper y Mabel Pines, significaba algo muy especial: las vacaciones de verano estaban a punto de comenzar.

Cinco años habían pasado desde aquel inolvidable verano en Gravity Falls, el pueblo que cambió sus vidas para siempre. Ahora, con 18 años, los gemelos eran más grandes, pero en el fondo seguían siendo los mismos: Dipper, siempre curioso, más obsesionado que nunca con lo paranormal; y Mabel, siempre alegre, con su amor por los suéteres brillantes y su energía desbordante.

Estaban en su último año de secundaria, y aunque habían tenido sus aventuras en la ciudad, nada había sido igual desde que dejaron Gravity Falls. Las clases habían terminado y estaban listos para descansar, pero algo dentro de Dipper no le dejaba estar en paz. La sensación de que algo le faltaba siempre lo acompañaba.

—¡Dipper! ¡Dipper! ¡Es hora de empacar! —gritó Mabel, irrumpiendo en la habitación de su hermano con su habitual entusiasmo.

—Mabel, ¿qué demonios haces? —respondió Dipper, sobresaltado, mientras guardaba su computadora portátil en su mochila. Siempre estaba leyendo sobre nuevos fenómenos paranormales o buscando conspiraciones en línea.

—¡Vacaciones de verano, bebé! —Mabel saltó en la cama de Dipper, rebotando como si tuviera cinco años otra vez—. Papá y mamá tienen una sorpresa para nosotros.

Dipper dejó lo que estaba haciendo y la miró con interés.

—¿Una sorpresa? —preguntó, levantando una ceja. Después de todos estos años, había aprendido que con Mabel y la palabra "sorpresa", todo era posible—. ¿Qué clase de sorpresa?

—¡Vamos a Gravity Falls otra vez! —exclamó Mabel, estallando en aplausos y girando sobre sí misma—. ¡Veremos a Grunkle Stan, a Soos, y hasta a Waddles!

Dipper sintió que su corazón se detenía por un momento. El nombre de Gravity Falls siempre evocaba una mezcla de emociones en él. Por un lado, los recuerdos de aventuras y misterios lo llenaban de entusiasmo. Pero por otro, había un cierto peso en su pecho, una sensación de que no todo había quedado resuelto. Después de todo, había vivido cosas en ese pueblo que nadie más entendería, y sentía que aún había preguntas sin respuesta.

—¿De verdad? —dijo, su voz con un toque de asombro y alivio.

—Sí, lo dijeron esta mañana —Mabel bajó de un salto de la cama—. ¡Prepárate, Dipper! ¡Vamos a volver a casa!

Dipper sonrió, sintiendo una oleada de nostalgia recorrer su cuerpo. Aunque no lo admitiría fácilmente, había extrañado Gravity Falls más de lo que jamás habría confesado. Durante estos años, siempre había una parte de él que quería volver. Sus manos se deslizaron sobre su escritorio, donde guardaba el cuaderno que había escrito lleno de notas sobre todo lo que vivieron. Lo abrió por una página al azar, donde un dibujo de la cabaña del misterio lo miraba. Stan, Soos, Wendy... e incluso Pacifica.

El nombre de Pacifica le vino a la mente como un destello. No había pensado en ella en mucho tiempo, pero al recordar ese último verano, una ligera incomodidad lo recorrió. Habían pasado muchas cosas entre ellos, algunas de las cuales prefería no analizar demasiado.

—Entonces... ¿cuándo nos vamos? —preguntó Dipper, cerrando el cuaderno con un chasquido.

—¡Esta misma tarde! —respondió Mabel emocionada—. ¡Nos vamos en un par de horas! Papá y mamá ya lo tienen todo listo.

Dipper se levantó rápidamente, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción en su pecho. El regreso a Gravity Falls significaba muchas cosas: misterios sin resolver, recuerdos por revivir... y tal vez, algunas conversaciones pendientes con personas que no había visto en años.

Las horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto Dipper y Mabel terminaron de empacar, se despidieron de sus padres y se subieron al auto familiar. El viaje hacia Gravity Falls era largo, pero la emoción de ambos hermanos hizo que el tiempo volara.

Mientras viajaban, Mabel no dejaba de hablar sobre todos los planes que tenía para el verano. Hablaba sobre redecorar la Cabaña del Misterio, hacer fiestas con Waddles, e incluso tenía la esperanza de convencer a Stan de instalar una piscina en el patio trasero.

Dipper, por su parte, se mantenía más callado, mirando por la ventana del auto. Sus pensamientos volvían una y otra vez a la idea de los misterios sin resolver de Gravity Falls. Aunque el pueblo parecía haber vuelto a la normalidad después de la derrota de Bill Cipher, siempre había sentido que algo más estaba escondido allí, esperando ser descubierto.

—Oye, Dipper —dijo Mabel, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Te acuerdas de Pacifica?

El corazón de Dipper dio un vuelco al escuchar su nombre. No era algo que esperara que Mabel mencionara, y mucho menos en ese momento.

—Sí... claro que me acuerdo de ella —respondió Dipper, tratando de sonar casual.

—¡Me pregunto qué estará haciendo ahora! —continuó Mabel, ignorando por completo el nerviosismo de su hermano—. ¡Quizás se volvió súper famosa o algo así! Aunque, la última vez que la vimos, estaba mucho más relajada, ¿no?

Dipper asintió, pero no pudo evitar preguntarse lo mismo. Pacifica Northwest había sido una de las personas más influyentes y ricas de Gravity Falls, pero con el tiempo había demostrado ser mucho más que eso. Se había acercado a los Pines, e incluso habían llegado a ser amigos, o al menos, algo cercano a eso.

Pero Dipper no había pensado mucho en ella en los últimos años. Tal vez porque no quería complicar más las cosas. Aunque nunca había admitido sus sentimientos, había algo en Pacifica que lo había hecho sentir diferente ese verano. Algo que todavía no entendía del todo.

Antes de que pudiera seguir pensando en ello, el paisaje cambió. Las montañas de Oregón empezaban a aparecer en la distancia, y el aire se sentía más fresco. Estaban cerca.

Finalmente, tras varias horas de viaje, el auto familiar llegó al cartel de bienvenida de Gravity Falls. Mabel estalló en aplausos y risas, y Dipper no pudo evitar sonreír al ver ese letrero que tantas veces había pasado. El pueblo estaba tal y como lo recordaba, con su aire misterioso y su mezcla de lo normal y lo paranormal.

La Cabaña del Misteriose alzaba en la distancia, tal como la habían dejado. El auto se detuvo frentea ella, y antes de que los padres de Dipper y Mabel pudieran siquiera apagar elmotor, los gemelos ya estaban fuera, corriendo hacia la cabaña.

 El auto se detuvo frentea ella, y antes de que los padres de Dipper y Mabel pudieran siquiera apagar elmotor, los gemelos ya estaban fuera, corriendo hacia la cabaña

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La puerta principal se abrió de golpe, y allí, con su sombrero de feo y su sonrisa astuta, estaba Stan.

—¡Mira nada más a estos dos mocosos! —gritó con una carcajada, abriendo los brazos para recibir a sus sobrinos—. ¡Pensé que nunca volverían!

Mabel corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, mientras Dipper se acercaba con una sonrisa. Habían pasado cinco años, pero en ese momento, todo se sentía como si no hubiera cambiado.

La conexión oculta: DIPPER Y PACIFICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora