Capitulo 11: El Retorno Del Viento

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Los días se convirtieron en semanas desde la partida de Ryo. La aldea seguía adelante, pero el vacío que había dejado Aiko aún pesaba en el aire. Las flores de cerezo seguían cayendo, pero su belleza ahora evocaba un dolor profundo, un recordatorio constante de todo lo que se había perdido.

Yuna y Hanae vivían cada día con la memoria de Aiko clavada en sus corazones. Sin embargo, para Yuna, el duelo no significaba solo llorar la muerte de su amiga, sino también intentar comprender lo que el destino le había arrebatado. Después de la confesión de Takeshi y la justicia llevada a cabo por Ryo, la verdad sobre la tragedia estaba clara, pero el alma de Yuna no encontraba paz.

Una tarde, mientras Yuna observaba el lento caer de los pétalos de cerezo desde el pequeño jardín de la casa de té, una sensación la inquietó. Era una brisa ligera, que traía consigo un susurro familiar. Casi como si la voz de Aiko flotara en el aire. Se levantó de su asiento y caminó hasta el árbol más grande del jardín, el lugar donde Aiko solía sentarse después de sus largas jornadas.

Allí, se encontró con Hanae, quien también parecía sentir el extraño cambio en la atmósfera.

-¿Lo sientes, verdad? -preguntó Hanae en voz baja, sin mirarla.

Yuna asintió, su mirada fija en las ramas que se mecían con suavidad. Era como si Aiko estuviera con ellas de nuevo, no físicamente, pero de alguna manera más profunda. Como si su espíritu aún vagara por la aldea, en paz y al mismo tiempo buscando algo.

-He tenido sueños con Aiko -confesó Yuna, su voz temblorosa-. En ellos, siempre está bajo este árbol, como si me llamara.

Hanae suspiró, su rostro marcado por el dolor de la pérdida y la sabiduría de los años.

-Yo también he soñado con ella. Tal vez su espíritu no ha encontrado descanso. Tal vez aún tiene algo que decirnos.

El viento sopló con más fuerza en ese momento, agitando los pétalos y haciendo que cayeran a sus pies como lágrimas. Yuna sintió que el aire le hablaba, y en ese instante, tomó una decisión.

-Debo ir tras Ryo-dijo de repente, con una resolución que sorprendió incluso a Hanae.

La madre de Aiko la miró, con una mezcla de sorpresa y comprensión. Sabía que Yuna siempre había sido la más cercana a Aiko, y que si alguien podía ayudar a poner fin a esa sensación de inquietud, era ella.

-¿Qué esperas encontrar, Yuna? -preguntó Hanae, aunque ya sospechaba la respuesta.

Yuna miró al horizonte, donde el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas.

-La paz que Aiko merece. Quizá Ryo, con todo lo que ha hecho, tenga la clave para eso. Siento que su historia aún no ha terminado.

El SILENCIO DE UNA FLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora