Capítulo 12: Un Nuevo Comienzo

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Yuna no tardó en preparar su viaje. Sabía que el camino para encontrar a Ryo sería largo, pero su intuición le decía que era el paso necesario para sanar las heridas del pasado. Mientras caminaba por las antiguas rutas del bosque, las mismas que Ryo había tomado semanas antes, no pudo evitar pensar en el destino.

¿Qué esperaba encontrar realmente? Sabía que Ryo, aunque fuera un asesino, había actuado por amor. Tal vez en su dolor, en su exilio autoimpuesto, existía una verdad más profunda que Aiko necesitaba que entendieran.

Días después, y tras largas caminatas, Yuna llegó a una pequeña cabaña oculta en las montañas, donde los rumores decían que Ryo se había refugiado. El lugar estaba en ruinas, como reflejo del estado de ánimo del hombre que habitaba en su interior. El viento susurraba alrededor de la cabaña, trayendo consigo el eco de una historia no concluida.

Ryo salió a sentarse fuera de la cabaña, con su espada clavada en el suelo frente a él

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Ryo salió a sentarse fuera de la cabaña, con su espada clavada en el suelo frente a él. Parecía haber envejecido años en las semanas que había estado solo, pero su mirada seguía siendo intensa, aunque vacía.

Yuna se acercó, su corazón latiendo con fuerza. Aunque no había temor en ella, sí había una profunda tristeza por lo que había sucedido y por todo lo que se había perdido.

-Ryo -dijo en voz baja, deteniéndose a unos metros de él.

El hombre levantó la cabeza lentamente, y al verla, una mezcla de sorpresa y resignación cruzó su rostro.

-¿Qué haces aquí? -preguntó, su voz ronca por el silencio y el aislamiento.

Yuna dio un paso hacia adelante, su mirada fija en la suya.

-Aiko no ha encontrado paz. He venido porque creo que tú eres la clave para darle el descanso que merece.

El viento volvió a soplar con fuerza, como si las palabras de Yuna hubieran despertado algo en el entorno. Ryo cerró los ojos por un momento, como si el peso de sus decisiones lo aplastara.

-He pagado el precio de mi amor por ella -murmuró-. No hay más que pueda hacer.

Yuna sacudió la cabeza, decidida.

-Te equivocas. Aún hay algo más. Aiko te necesita, y yo también. Solo tú puedes darle paz.

La confesión hizo que Ryo se levantara lentamente, como si estuviera despertando de un largo sueño. Sus ojos, que una vez habían estado llenos de furia y desesperación, ahora mostraban solo un profundo arrepentimiento.

Yuna sabía que el camino no sería fácil, pero estaba segura de que, juntos, podrían finalmente cerrar el ciclo de dolor que había comenzado con la muerte de Aiko.

-tenemos que volver.

Ryo aunque estaba inseguro no tardó mucho en hacerle caso y empacar para volver.

El SILENCIO DE UNA FLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora