El Silencio de la Flor cuenta la historia de Aiko, una talentosa geisha en una aldea japonesa, cuya vida se trunca cuando es envenenada. Su amiga Yuna se embarca en una búsqueda para descubrir la verdad detrás de su muerte, revelando oscuros secreto...
En una pequeña aldea de Japón, rodeada de cerezos en flor, vivía Aiko, una geisha que era el orgullo de su familia. Provenía de una larga línea de geishas renombradas, y su belleza era solo superada por su talento en la música y la danza. Desde muy pequeña, Aiko fue entrenada en las artes tradicionales, destacándose rápidamente entre sus contemporáneas. Sus movimientos eran como el fluir del agua, gráciles y elegantes, y su risa suave llenaba las casas de té donde trabajaba.
La vida de Aiko era un ballet de colores y emociones, pero también estaba marcada por el peso de las expectativas. Su madre, Hanae, una de las geishas más famosas y respetadas de todo Kioto, había dedicado su vida a perfeccionar el arte. Hanae veía en su hija no solo una prolongación de su legado, sino también la esperanza de que Aiko alcanzara nuevas alturas en el mundo de las geishas. Las largas horas de práctica, los sacrificios y las estrictas enseñanzas de Hanae forjaron a Aiko en una artista excepcional, pero también la presionaron a vivir bajo un constante escrutinio.
Cada día, Aiko se vestía con su elegante kimono, cuidadosamente elegido por su madre, en tonos suaves de rosa y blanco que recordaban a las flores de cerezo que adornaban su aldea. Su rostro se maquillaba con precisión, resaltando su piel pálida y sus ojos oscuros.
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Aiko se miraba al espejo, sintiendo una mezcla de orgullo y ansiedad. Sabía que cada presentación era un reflejo de no solo su talento, sino del honor de su familia. Sin embargo, lo que la hacía verdaderamente feliz era su amistad con Yuna, otra joven geisha, que había crecido a su lado y compartía sus sueños e inseguridades. Ambas pasaban horas en los jardines de cerezos, hablando de su futuro, de amor y de las esperanzas que tejían juntas.
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