Epiligo: El Renacer de La Aldea

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Los samuráis llevaron a Ryo al lugar donde Aiko había sido enterrada, bajo el hermoso cerezo que había sido testigo de su amistad. En ese lugar sagrado, Ryo fue sepultado junto a su amor, y el cielo se despejó, revelando un brillante azul que parecía reflejar la esperanza de un nuevo comienzo.

Los aldeanos, que habían sido testigos de la redención de Ryo y la conexión eterna entre él y Aiko, comenzaron a recordar los días de alegría. Las cintas rojas en el árbol de cerezo ondeaban suavemente con el viento, simbolizando el amor que perdura incluso en la muerte.

Con el paso del tiempo, la aldea floreció de nuevo, y la tristeza se transformó en celebración de la vida. Los cerezos volvían a transmitir alegría, y en sus ramas se notaba el eco del amor eterno de Aiko y Ryo, recordando a todos que el verdadero amor nunca muere.

 Los cerezos volvían a transmitir alegría, y en sus ramas se notaba el eco del amor eterno de Aiko y Ryo, recordando a todos que el verdadero amor nunca muere

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El SILENCIO DE UNA FLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora