Capítulo 9: El Camino del Silencio

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El amanecer bañaba la aldea con su luz dorada, pero para Ryo, la mañana no traía consuelo. Había cumplido su misión, pero la sensación de vacío persistía. Mientras caminaba por las calles desiertas, la brisa fría acariciaba su rostro, llevándose consigo los últimos rastros de la noche anterior. Sabía que no podía permanecer en la aldea. Lo que había hecho no solo le había arrancado la vida a Takeshi, sino también cualquier posibilidad de redención para sí mismo. La justicia había sido servida, pero el precio era su propia alma.

Al llegar al borde del bosque, Ryo se detuvo, observando los árboles de cerezo altos que se alzaban como gigantes silenciosos rodeando la aldea. Sabía que el destino lo esperaba más allá de esos árboles, en algún lugar donde podría encontrar paz, o tal vez solo más soledad.

Mientras el viento soplaba, escuchó pasos detrás de él. Al girarse, vio a Yuna y Hanae acercándose. Habían escuchado lo ocurrido, y la expresión en sus rostros era una mezcla de tristeza y comprensión. No necesitaban que Ryo dijera nada; sabían lo que él había hecho, y sabían por qué.

Yuna fue la primera en hablar, su voz suave pero firme.

-Sabemos lo que pasó, Ryo. Sabemos que lo hiciste por Aiko.

Ryo desvió la mirada hacia el suelo, su corazón pesando con el peso de las decisiones que había tomado.

-No había otra forma -respondió, su voz baja-. Takeshi no merecía seguir viviendo. No después de lo que hizo.

Hanae dio un paso al frente, colocando una mano en su brazo. Sus ojos, llenos de lágrimas, buscaban los de Ryo.

-Pero ahora, ¿qué harás? No puedes quedarte aquí. La aldea no te perdonará fácilmente, aunque muchos entiendan tus motivos.

Ryo asintió lentamente. Sabía que sus acciones no serían aceptadas abiertamente. Aunque algunos podrían simpatizar con su causa, había violado las leyes de la aldea, y eso lo convertía en un paria. A pesar de que había sido un protector, ahora era un hombre marcado por la venganza.

-No busco perdón -dijo Ryo-. Ni para mí ni para lo que hice. Mi camino ha terminado aquí.

Yuna lo miró con una mezcla de compasión y preocupación.

-¿Y adónde irás? ¿Qué será de ti?

Ryo permaneció en silencio por un momento, observando el horizonte. Sabía que no había un destino claro para él, pero eso ya no importaba. Su vida en la aldea había terminado junto con la de Aiko. Todo lo que quedaba era seguir adelante, incluso si no sabía a dónde lo llevaría el camino.

-No lo sé -respondió finalmente-. Pero no puedo quedarme.

El viento sopló con más fuerza, arrastrando las hojas caídas a su alrededor. Yuna y Hanae intercambiaron una mirada, sabiendo que no podrían detenerlo. El ciclo de la vida en la aldea continuaría, pero Ryo ya no formaba parte de él.

El SILENCIO DE UNA FLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora