35 - Uno (América)

510 29 5
                                    

Un año después...

Llevo un año desde que volví del viaje a Dubái, eso quiere decir que llevo un año en el hospital, un año en la misma habitación, un año de agujas, un año de electrocardiogramas y estudios sin sentido para mí.

Cada vez estoy peor, cada día mí corazón está más débil. En el último mes, he tenido 5 pre infartos y 1 infarto.

Mañana tengo programada una cirugía, el doctor Nicoles optó por colocarme un marcapasos, pero yo ya estoy cansada, cansada de luchar y de estar postrada en una cama.

El doctor Nicoles, también mencionó que era malo para mi corazón estar deprimida, pero no sé qué más hacer, ya no hay esperanza para mí. Con Robert trato de ser optimista, solo para no verlo sufrir, pero por más que quiera ya no hay ninguna solución para mí.

No puedo evitar llorar día tras día, no hay otra cosa que pueda hacer encerrada en un hospital, ya no puedo hacer sufrir a las personas que amo, no quiero ser un tornado que arrastra todo a su paso, quiero ser la paz y la tranquilidad después de la tormenta.

Todos estos días ha venido alguien a estar conmigo, ya sea mi madre, mi padre, Robert, Griselda, Lorena, hasta un día me vino a visitar Roger, el chófer que estuvo con nosotros en Dubái.

De Ceasar no he sabido nada, desde aquella vez que me envió esa carta antes del viaje, y es mejor que siga así, oculto y distante.

- Hey, ¿otra vez llorando? –dijo Robert.

Se acercó a abrazarme, a consolarme, sé que lo preocupo, pero no lo puedo evitar. Empecé a controlarme y a secarme las lágrimas, ya no quiero que Robert me vea en este estado, ya es demasiado para él.

- Ya estoy bien, ¿ves?, ya dejé de llorar... -dije, sollozando un poco.

- No me gusta encontrarte así cada vez que vengo, no está bien que sólo te la pases llorando...

- ¿Qué más quieres que haga?, me estoy muriendo, cada día mi vida se va consumiendo...

- Pero sé optimista, ya mañana te operan, te pondrás bien, yo lo sé, y lo sé porque tú eres fuerte, ya esperaste más de un año, sé que puedes esperar más días, tengo mucha fe en ti...

- Ya estoy cansada, de las agujas, de los electrocardiogramas, de los aparatos, de ésta cama, de los doctores, del hospital, pero de lo que estoy más cansada, es de verlos sufrir a los que amo...

- No estamos sufriendo, sí, nos ponemos mal al no ver ninguna solución, pero sabemos que tú eres fuerte...

- Voy a seguir luchando, pero lo hago por ustedes, por su fe, por su esperanza...

- Así me gusta escucharte, ésta es la América de la que me enamoré y amo...

- Te amo mucho.

Lo besé, lo besé como hace mucho no lo hacía, sentía el corazón muy agitado, pero no me importaba, sólo me importaba estar así con Robert.

Cada vez nuestros besos fueron más intensos, no queríamos separarnos, ni si quiera el sonido de las maquinas nos hacían parar. Pero Robert se alejó de la cama.

- Espera, no puedo, tú no lo vas a poder soportar, tu corazón, no me puedo arriesgar, recuerda lo que nos sucedió en Dubái, no quiero pasar por eso otra vez, lo siento.

- Por favor, te deseo, ¿ya no me deseas?

- Claro que te deseo, tengo pruebas de eso...

- ¿Entonces?

- No quiero ser el culpable si algo te pasa ¿OK?

- Tú no serás el culpable de nada, por favor Robert, te necesito, quiero estar contigo, antes de que sea demasiado tarde, por favor...

- Está bien, vamos intentarlo, pero iremos despacio...

Se acercó a la puerta y le puso seguro, yo, por mi parte, me desconecté de los aparatos y los desconecté de la corriente eléctrica, me quité los tubos de oxígeno y el suero. Me puse de pie, y caminé a los brazos de Robert.

Me acercó a su cuerpo, y me besó. Con mis manos, le saqué la camisa y el siguió besándome, mi boca, mi cuello, los labios de Robert los conocía muy bien.

Poco a poco, me fue quitando la bata, quedando a su total disposición, y yo lentamente terminé de quitarle la ropa a Robert, y ahora los dos estábamos a la disposición del uno al otro.

Robert me cargó, y yo le envolví la cintura con mis piernas, seguíamos besándonos sin parar, nuestros corazones latían al mismo ritmo, a pesar de todo, a pesar de mi insuficiencia cardiaca.

Lentamente Robert me recostó en la cama, él continuó besándome.

- Perfecta para mí –dijo con la respiración entre cortada.

Continuó con un largo camino de besos por todo mi cuerpo, sentía muchas cosas que antes no había sentido, sólo con él.

- Te amo –dije.

- Siempre a tu lado –respondió.

Ya no éramos Robert y América, dos personas diferentes destinadas a estar juntos, ahora éramos dos mitades, que formaban a un corazón, el amor que Robert siente por mí, es la energía que necesitaba mi corazón para vivir.

Yo necesito a Robert, pero Robert me necesita más a mí que yo a él, y estoy dispuesta a luchar contra todo, con tal de estar junto a él, y ser, uno solo.

****

A las horas, nos fuimos despertando, estábamos aún desnudos, y recostados en la cama, ya no había barreras entre nosotros, estábamos piel contra piel.

- Hola –dije.

- Hola, me encanta estar así contigo, me has hecho la persona más feliz del mundo...

- Te amo.

- Y yo a ti, y siempre lo haré.

Me besó y escuchamos ruido de alguien queriendo entrar a la habitación.

- ¿Quién es? –dije.

Nadie respondió, sólo se escuchó el sonido de alguien moviendo la manija de la puerta.

- Hay que vestirnos... -dijo Robert.

- Si, hay que hacerlo...

El me dio mi bata, y él se empezó a poner su ropa. Cuando el terminó, fue ayudarme a terminar de colocar la bata, y me ayudó a acomodarme en la cama.

- Voy a salir a ver quién es, y de ahí me iré a casa, dentro de unas horas es tu cirugía, necesito cambiarme de ropa, volveré antes de que entres a quirófano.

- OK, cuídate.

Me dio un beso casto en los labios, y se fue.

Me puse a recordar cada momento que acabo de vivir con él, con una enorme sonrisa, pero una preocupación me la fue quitando de mi rostro, ¡no hemos usado protección! 


Siempre a tu lado (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora