11.UNA VIDA DE MENTIRA

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El omega no quiso apartarse de los brazos fuertes que rodearon todo su cuerpo indefenso. Dejando que ese aroma intenso a cacao se envuelva con el propio para atenuar la melancolía que poco a poco pasa a un segundo plano y es nada comparado con la emoción de tenerlo allí.

Por su parte, el alfa de brazos anchos mantiene el contacto de sus pieles lo mejor que puede, es lamentable sentir aquél amargo aroma y por eso su nariz se funde con insistencia en el cuello del menor como si buscara algo, hasta que lo encuentra. Aquellas rosas que le recuerdan a un jardín repleto de las mismas, es suficiente para calmar su líbido porque estaba ahí.

Se separa un poco sólo para comprobar sus suposiciones y el pecho se le infla de orgullo al ver el cuello descubierto del omega, no lleva ninguna marca y es por eso que su verdadero aroma puede sentirse pese a la tristeza que sintió apenas lo tocó.

Debería sentir algo de tristeza por lo que sabe, pero no es así. Al contrario, se siente agradecido.

-- Lamento todo lo que pasó, cariño. -- susurra sobre su cuello consiguiendo que la piel de la zona se estremezca al escuchar su voz.

-- No lo lamentes. -- a regañadientes tuvo que separarse del alfa para mirarlo a los ojos. -- He tenido que escuchar esas palabras toda la semana.

-- De acuerdo, no lo lamento. -- una sonrisa plana asoma en sus labios. -- De hecho me siento feliz de tenerte en mis brazos.

-- También yo. -- responde sin dudar grabándose cada detalle de ese rostro como si lo analizara. -- Me has abandonado.

-- Te casaste con un Min, no podía ni siquiera acercarme a ti sin tener que lidiar con ese asqueroso tipo.

-- Pero estás aquí. -- sonrió.

Poco a poco esa sonrisa que pretendía extenderse tuvo que volver a la seriedad habitual a la que se estaba acostumbrando cargar gracias al movimiento que el alfa hizo. Los ojos negros miraron toda la habitación, se encontraban solos en el despacho de Yoongi, ninguno de los guardias que le habían interceptado y llenado de preguntas acusatorias estaba alrededor pues Jimin había ordenado privacidad y que nadie los moleste en su encuentro íntimo.

Jungkook supo que había escogido el peor de los momentos, también supo que el omega se dio cuenta de sus intenciones cuando comenzó a revisar algún micrófono o cámaras ocultas que invadan su privacidad pero terminó de convencerse antes de decir algo más.

-- Tengo que decirte algo importante.

-- ¿Se trata de Yoonsang? -- inquiere sutilmente pero el alfa niega de inmediato. -- No quiero saberlo.

-- Cariño, por favor te prometo que no es nada malo. O eso quiero creer.

Jimin ya se había alejado de él, como si su tacto quemara, le dio la espalda y comenzó a morder sus uñas, un mal hábito que adquirió las últimas noches. Su mente comenzando a maquinar y sacando sus propias conclusiones.

-- Mis padres no se han comunicado en mucho tiempo. -- afirma. -- Es como si hubieran desaparecido del mapa.

-- Están presos en Busan.

Se giró bruscamente encarando al alfa.

-- Que.

-- El asunto es delicado y no quiero agobiarte más de lo que ya estás pero tienes que escucharme y creer en mi, Jimin. -- siendo cuidadoso se acercó lentamente hasta tomar al omega de las mejillas.

-- Te escucho. -- soltó poco convencido.

Suspiró. -- Tus padres engañaron a todo el mundo, nunca tuvieron hijos y robaban cachorros para criarlos como suyos y venderlos. Quisieron hacer lo mismo el año pasado pero fueron descubiertos y las fuerzas federales tomaron el caso, los condenaron.

EL PESO DEL DINERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora