CAPÍTULO 5

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Narra Nira

Cuando nos queremos dar cuenta, Jason toma la siguiente salida para poder ir a la gasolinera. Estoy deseando llegar para ir al baño, estirar un poco las piernas y dejar que Bimba corretee un poco.

A pesar de que aún quedan varias horas de viaje, me consuela de que ya quede menos. Tengo muchas ganas de conocer México.

—¿Quieres algo de comer? —me pregunta cuando estamos a punto de parar.

Niego levemente con la cabeza.

—No hace falta, gracias.

Soy la primera de los dos en saltar de la autocaravana para dirigirme hacia el interior de la gasolinera. Necesito entrar ya. Cuando salga del baño, me percato de que Jason está en la caja, esperando para pagar, con varias cosas en la mano. Decido salir para sacar a Bimba y que ella también pueda caminar un rato.

Bimba me recibe con energía en cuanto abro la puerta. La sonrío al instante y la desato. Al instante, ella sale con rapidez y comienza a oler todo su alrededor.

Suspiro de alivio cuando una pequeña ráfaga de aire choca conmigo. Hace demasiado calor y ya necesitaba que corriera un poco de viento.

Me alejo un poco de la autocaravana para ir hacia una esquina para que Bimba no moleste a los conductores. Esta, minutos después, se coloca detrás de mí, en dirección hacia la gasolinera, y comienza a ladrar y mover la colita. Cuando me giro, me percato que Jason acaba de salir y es a quien quiere llamar su atención.

Vaya, parece que a Bimba le cae bien. Una cosa menos para que no me caiga mal. Bimba es muy quisquillosa con todas las personas que no conoce y muy poca gente recibe su bendición.

Termino haciéndola caso y volvemos hacia la autocaravana. Al instante, mi pequeña Golden se acerca a Jason para pedirle que le acaricie. Sonrío al instante. Adora recibir cariño de las personas que le caen bien.

Jason no tarda en agacharse y removerle su pelaje. Bimba, como respuesta, comienza a mover la cola con rapidez.

Yo me quedo de brazos cruzados observando a la cena.

Ya se ha ganado a mi perra.

Pequeña traicionera.

Cuando Jason se incorpora, fija sus ojos en mí.

—¿Ya estáis listas las dos para las próximas dos horas? —No tardo en asentir a modo de respuesta.

—¿Conduzco yo ahora? —cuestiono cuando ninguno de los dos hace amago de moverse.

—Puedo hacer esta ronda también, si quieres, porque no estoy cansado. A la siguiente ya puedes llevarlo tú.

—Me parece bien. Así luego puedes descansar más tiempo —asiente.

Jason se hace a un lado para que pueda abrochar a Bimba en su sitio y poco después me acerco a la entrada de copiloto para poder acomodarme yo también. Jason no tarda en imitarme, pero cuando pienso que va a arrancar, se gira para fijar sus ojos en mí.

No tardo en girarme yo también y mirarle. Al instante me percato de que lleva una bolsa blanca en la mano. Dentro debe de estar lo que ha comprado hace un rato en la gasolinera. Veo como introduce la mano en esta y comienza a rebuscar para, poco después, sacar algo en específico.

—Estas eran las golosinas que antes estabas comiendo, ¿verdad? —cuestiona, tocándose la nuca con la mano, pensativo—. Quizás luego tengas hambre y queda un largo trayecto hasta el próximo descanso.

Comienzo a formar una amplia sonrisa que cubre todo mi rostro.

¿Ha comprado eso para mí sin que yo se lo haya pedido para que tenga algo para picotear durante el resto del viaje?

Bueno, ya sé a quién más Jason se ha ganado.

—Sí. Gracias. —Le dedico una amplia sonrisa para demostrarle lo agradecida que estoy. No tenía por qué hacerlo, pero agradezco su detalle. Es muy dulce y amable por su parte.

Jason se gira de nuevo para ponernos de nuevo de camino a México.

Aprovecho y saco una libreta que guardo en el bolso para ponerme a dibujar un rato ya que no se puede hacer mucho. Jason, mientras tanto, se entretiene a tararear las canciones que van sonando en la radio a la vez que da golpecitos contra el volante.

Le dedico una sonrisa cuando esté se gira para mirarme y se percata que estoy abriendo la bolsa que me ha comprado.

—¿Quieres? —Le tiendo la bolsa. Esta vez sí lo acepta y termina agarrando un par.

—Gracias.

—No las des. Eres tú quien lo ha comprobado. Que mínimo que ofrecerte.

Asiente con una pequeña sonrisa.

Durante las siguientes horas se pasa el tiempo algo lento, pero entretenido. Seguimos la misma dinámica de cada dos horas hacemos una pequeña parada para que así nos intercambiáramos el puesto y Jason pudiera descansar un poco de conducir.

En el siguiente turno aprovecho para hablar un rato por mensajes con Tinna y contarle por encima lo que me ha pasado.

Tinna: Cuando estés a solas y libre necesito que me llames. Quiero la historia con todo lujo de detalles y una imagen de tu nuevo compañero de viaje.

Nira: Tranquila, en cuanto tenga un hueco cuando lleguemos a México, te llamaré.

No tardo en recibir su mensaje.

Tinna: Genial, pásatelo bien. Te quiero.

Cuando ya nos queremos dar cuenta, ya es de noche y estamos a punto de llegar al lugar donde dormiremos hoy. Antes de que desapareciera por completo la luz del sol he aprovechado para terminar el primer dibujo de la libreta que he adjudicado como la que utilizaré para todos los recuerdos de este viaje.

El primero tenía que ser Jason conduciendo. Claramente, no se lo enseñaré. No quiero que piense que soy una loca y me tire de la autocaravana en movimiento.

Hemos empezado con buen pie, no hay que generar impresiones raras.

Entreabro los ojos cuando siento varios golpes suaves en mi hombro.

—¿Qué pasa? —pregunto algo adormilada.

—Mira. —Jason no tarda en señalar al frente. Tardo un poco en entender a lo que se refiere hasta que nos acercamos a un cartel.

El cartel que nos indica que ya estamos en México.

Sonrío ampliamente.

—Bienvenida a México, Nira.


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