CAPÍTULO 11

101 17 7
                                    


 Narra Jason

Tras terminar de cenar, ordenar y limpiar los trastos, salgo de la autocaravana para tomar el aire. Fuera no hace frío, por lo que se está de maravilla y es el mejor lugar para disfrutar un del paisaje nocturno.

Observo mi alrededor. La verdad es que sí que he escogido un buen lugar con buenas vistas para dormir Nira y yo hoy. Sin poder evitarlo, ella acaba en mi mente. Bajo la mirada hacia mis manos, donde mantengo el dibujo que me ha hecho.

Jamás había recibido un detalle así. Y el primero que recibo es de una persona que no conozco tanto como otras que también hubiera deseado recibir algo como esto.

Sonrío.

Nira es bastante dulce. Me cae bien.

Saco mi teléfono del bolsillo trasero cuando este suena.

Observo el mensaje que se deja ver en la pantalla.

Elimino al instante.

No quiero saber nada.

Absolutamente nada.

En algún momento tendrá que dejarlo estar cuando se dé cuenta de que realmente ya no quiero saber de sus mensajes.

Guardo de nuevo el teléfono en el bolsillo y paso la mano por el pelo para removerlo, alterado. No quiero darle vueltas a un tema que se suponía que ya debería haberse cerrado meses atrás.

Evito darle más importancia de la que realmente tiene.

Decido volver a entrar a la autocaravana, tras sentir que me ha interrumpido mi momento, y descansar ya que mañana conduzco de nuevo hacia Mérida. Por suerte, está a una hora de donde nos encontramos, por lo que no tenemos que madrugar tanto. Quizás, y si nos da tiempo, visitemos el Chichén Itzá, aunque va a estar difícil. Si no, lo dejamos para pasado mañana.

Nada más abrir la puerta de la autocaravana, Bimba ya se encuentra ahí para saludarme. Apoya sus patitas encima de mis piernas a la vez que mueve su cola. Sonrío y me agacho un poco para poder acariciarla.

Nira tenía razón, me encariñé de ella en el primer momento que vino a saludarme.

Veo de reojo que la querida dueña de Bimba se encuentra en su habitación, así que no la molesto antes de caminar hacia mi cuarto.

—¿Todo bien? —La voz de Nira hace que me gire al instante para mirarla.

Al instante, la encuentro sentada con las piernas entrecruzas sobre su cama y rodeada de... no sé qué es, la verdad, pero apuesto que son cosas para espiritualidad.

Tardo unos segundos en responderla.

—Sí, tranquila.

Asiente, conforme. Aunque no creo que se crea mis palabras.

—¿Qué haces? —decido cambiar de tema.

—Oh, voy a empezar con una pequeña sesión de limpieza energética y meditación nocturna. ¿Quieres? —me sonríe.

Frunzo el ceño.

—No sé muy bien cómo va tú mundo —confieso.

Amplía su sonrisa.

—Tranquilo, te ayudo.

Me relamo el labio inferior, pensativo.

—Vale, ¿qué hago? —termino aceptando.

Al instante, Nira se mueve a un lado de la cama, haciendo más espacio.

—Siéntate conmigo.

Le hago caso. Subo con cuidado de no dar a Bimba, ya que se ha puesto detrás de mí. Me coloco en frente de Nira a la vez que la pequeña Golden se coloca a nuestro lado. En el medio, Nira ha dejado todas sus cosas.

El mapa de nuestros corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora