La Confesion

22 7 9
                                    

Esa madrugada, al regresar a su hogar, abrió la puerta con cuidado con el fin de evitar despertar a Robert, quitó sus tacones y caminó descalza hasta la recámara. Algo particularmente estaba raro, no había ronquido alguno como cada noche. Abrió la puerta de la habitación y se percató que la cama estaba tendida, Robert no había llegado a casa. El distanciamiento entre ambos se había vuelto abismal, era la primera noche desde su boda en la que él no llegaba a casa. Saco su celular para ver si le había avisado de alguna manera y tal vez por el momento de excitación no se percató, miro la pantalla, no había llamada o mensaje alguno con indicios de algún aviso. Una chispa de furia inundó su cuerpo, abrió su contacto y marcó un par de veces y en ambas entró el buzón. Dentro de ella sabía que algo más estaba pasando, descuido su hogar a su pareja, y tal vez ahora ya era inevitable la separación, pero lo más inquietante para ella era que no sentía la mínima urgencia por reparar la relación como lo hubiera hecho en el pasado. En lugar de eso, su mente estaba en otro lugar, en otra persona: Emily.

La atracción que Clara sentía por su mejor amiga ya no era sutil, ahora, se había convertido en un pensamiento constante. Cada vez que estaba cerca de Emily, sentía un cosquilleo en la piel, una especie de electricidad que la mantenía en un estado de excitación latente. Era una sensación confusa, que mezclaba el cariño y la admiración que siempre había sentido por ella con algo mucho más intenso y complejo. Y aunque intentaba racionalizarlo, diciéndose que todo era producto de su imaginación y del diario, la realidad era que no podía apartar esos pensamientos de su mente.

La noche siguiente a su encuentro casual, Emily invitó a Clara a su apartamento para una velada tranquila entre amigas. Clara llegó al departamento de Emily con una mezcla de ansiedad y anticipación. Habían acordado tomar unas copas juntas, como solían hacer en otras ocasiones, pero esta vez Clara se sentía diferente, como si algo grande estuviera a punto de suceder. Emily la recibió con su habitual sonrisa cálida, un vestido negro entallado, medias de red y un par de tacones rojos; Clara no pudo evitar notar un brillo en sus ojos que antes no había visto. Era como si ella supiera algo que Clara aún no había descubierto. El apartamento de Emily estaba iluminado por una suave luz dorada cuando Clara llegó. La música suave llenaba el espacio, y una botella de vino ya estaba abierta en la mesa. Emily la recibió con un abrazo cálido, y Clara sintió cómo el corazón se aceleraba al estar tan cerca de ella. Era un abrazo largo, que duró más de lo usual, y cuando finalmente se separaron, Emily la miró con una expresión que Clara no pudo descifrar del todo.

—Espero que te guste el vino— dijo Emily, sirviendo dos copas con manos expertas. —Es uno de mis favoritos, un poco fuerte, pero creo que te va a gustar—.

Clara tomó la copa y dio un pequeño sorbo, saboreando el vino en su paladar. Estaba delicioso, un tinto intenso que dejó un regusto cálido en su boca. —Es perfecto— dijo, sonriendo mientras se acomodaba en el sofá junto a Emily. Las primeras horas de la noche transcurrieron de manera relajada, hablando de todo y de nada, como solían hacerlo. Sin embargo, Clara notó que había una tensión subyacente en el ambiente, una especie de energía contenida que no había estado allí antes. A medida que el vino fluía y las conversaciones se volvían más personales, Clara empezó a notar pequeños cambios en la forma en que Emily la miraba, en la manera en que sus dedos rozaban los suyos cuando le pasaba la copa.

En un momento, después de una pausa en la conversación, Emily se reclinó en el sofá y, con una sonrisa traviesa, dijo: —¿Sabes, Clara? A veces me he preguntado cómo sería si tú y yo... bueno, ya sabes, si fuéramos algo más que amigas—. Lo dijo con un tono ligero, casi como una broma, pero las palabras hicieron eco en la mente de Clara como una explosión. El corazón de ella dio un vuelco, y sintió que todo el aire se le escapaba de los pulmones. Miró a Emily, buscando en su expresión alguna pista de si hablaba en serio o si era solo una broma. Pero la sonrisa de ella era enigmática, y sus ojos brillaban con una intensidad que Clara no había visto antes.

El Diario de EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora