Confrontación

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La atmósfera estaba cargada de luces titilantes y música que retumbaba en las paredes del bar. Era una de esas noches en las que Clara y Emily solían salir juntas a despejarse de la rutina, a beber y hablar de temas banales que no tocaban las zonas más profundas de sus vidas. Aquella noche era diferente. Clara sentía el peso de su obsesión, de todo lo que había descubierto en el diario de Emily, y las páginas que había leído en secreto seguían reverberando en su mente como un eco imparable. Había llegado a un punto en el que su mente ya no podía contener la necesidad de enfrentarse a su amiga. Lo que antes había sido un juego peligroso, ahora parecía inevitable.

Emily, por su parte, parecía relajada. Estaba sentada al otro lado de la mesa, riendo despreocupadamente, sorbiendo su cóctel con una sonrisa fácil que encendía un sentimiento contradictorio en Clara: la admiraba por su libertad, pero al mismo tiempo la envidiaba y deseaba de una manera que ni siquiera podía verbalizar. Pero debajo de esa fachada relajada, Clara sabía que Emily aún seguía perturbada por los mensajes anónimos. Esa vulnerabilidad que había empezado a vislumbrar en su amiga, la había llevado a perder control de sus propios sentimientos.

Ambas estaban bebiendo más de lo habitual. Emily, sin saber lo que estaba a punto de suceder, continuaba hablando sin sospechar que Clara estaba a punto de poner en palabras lo que había estado guardando dentro de sí por tanto tiempo.

—¿Y cómo va todo con... tu nueva conquista? —preguntó Clara, en un tono aparentemente casual, mientras daba un largo trago a su bebida. Sin embargo, algo en su mirada, algo más oscuro y profundo, hizo que Emily frunciera el ceño.

—Oh, ya sabes cómo es —respondió con una risita, aunque la pregunta la tomó por sorpresa—. Es algo pasajero, nada serio. Ya te he dicho, Clara, no soy de compromisos.

La respuesta de Emily, despreocupada, hizo que algo en el interior de Clara estallara. No pudo evitar imaginarla con aquella mujer, haciendo realidad las fantasías que había leído en el diario, y la imagen la consumió de celos. Los pensamientos que había logrado reprimir durante tanto tiempo salieron a la superficie de una manera violenta.

—¿Algo pasajero? —repitió Clara, su tono ahora claramente cortante—. ¿Solo algo más para llenar el vacío?

Emily levantó la vista, extrañada por la brusquedad de la réplica.

—Sí, Clara, algo pasajero. No sé por qué te sorprende. Siempre he sido así.

Pero Clara no se detenía. Había estado acumulando tensión durante semanas, y ahora, con el alcohol fluyendo por sus venas, la sensación de estar contenida se evaporaba rápidamente. No podía soportar más la idea de que Emily simplemente lo veía todo como "pasajero", mientras que para ella, cada cosa que había leído en ese diario había despertado una necesidad y un deseo visceral que no podía ignorar.

—No es solo pasajero, ¿verdad? —continuó Clara, inclinándose ligeramente hacia adelante, sus ojos fijos en ella—. Todo lo que haces... tus encuentros, tus fantasías... Todo eso no es solo algo que puedes dejar de lado tan fácilmente.

Emily parpadeó, desconcertada, y una línea de tensión apareció en su rostro. Algo en la manera en que Clara hablaba no cuadraba con la conversación normal que solían tener. Se preguntó por un instante si Clara había bebido demasiado, pero rápidamente descartó esa idea. La intensidad en sus ojos era más profunda que el simple resultado del alcohol.

—¿A qué te refieres? —preguntó, con cautela. Sabía que algo no estaba bien.

—A todo esto —Clara agitó una mano en el aire, como si quisiera abarcar mucho más que la conversación—. Tu vida sexual, tus secretos... tus deseos. Sé más de lo que crees, Emily.

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