32
Azuk, Akira e Isolde se observaban con preocupación. El aire, cargado de una tensión que casi parecía vibrar con cada paso apresurado de los tres. Las antorchas parpadeaban suavemente, proyectando sombras inquietantes en las paredes de piedra, como si fueran fantasmas danzando al ritmo de su nerviosismo.
Azuk, de rostro severo y gesto imperturbable, caminaba de un extremo a otro de la estancia. Sus manos, que usualmente permanecían firmes y calculadoras, temblaban ligeramente mientras las mantenía entrelazadas detrás de su espalda. Aunque su expresión no delataba mucho, el brillo en sus ojos lo traicionaba; estaba al borde del colapso interno.
A su lado, Akira, con su cabello oscuro desordenado y sus ojos siempre atentos, trataba de mantener la calma, pero la rigidez en su postura demostraba que la situación estaba superando su control. Su mirada iba y venía constantemente hacia Seungmin.
Isolde, no se apartaba del borde de la habitación, sus manos aferradas a una cadena de plata que colgaba de su cuello. Sus labios se movían en silencio, quizás murmurando una plegaria o un hechizo protector, pero su rostro, habitualmente sereno, estaba surcado por una expresión de angustia. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de Akira o Azuk, ambos apartaban la mirada.
—Los demás están empezando a sospechar que algo ocurre —dijo Seungmin, con la voz baja pero llena de urgencia—. Locky ha mandado a confiscar las habitaciones de todos e incluso ya ha mandado arrestar a varios de mis compañeros por tener pociones prohibidas. Además, todos están empezando a preguntar dónde está Aurelius... y si Minho... si Minho regresará con Jisung.
La habitación se sumió en un tenso silencio, solo roto por el crepitar de las antorchas en la pared.
—Va a volver —afirmó Isolde con seguridad, pero su voz no ocultaba la preocupación que la inquietaba—. Todos ustedes conocen la profecía. A este punto, Jisung ya debe haber reclamado a su dragón. Lo que me preocupa ahora es qué pasará cuando regrese y vea lo que está ocurriendo. No ha aprendido a controlar sus poderes, y si algo sale mal... todos quedaremos expuestos.
Akira, quien había permanecido en silencio hasta entonces, desvió su mirada hacia Isolde, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de incredulidad y frustración. Dio un paso al frente, cruzando los brazos sobre su pecho.
—¿En serio te preocupa quedar expuesto? —dijo con amargura—. Nuestro deber es velar por el príncipe heredero. ¿O acaso lo has olvidado?
Isolde giró la cabeza hacia él, sus ojos brillando de rabia contenida.
—Haerry nos ha puesto a todos entre la espada y la pared, Akira —dijo, casi en un susurro que parecía cortar el aire como un cuchillo—. ¿Por qué no nos dijiste esto desde el principio? Tal vez si no hubieras permitido que se quede con ese huevo de dragón nada esto no hubiera pasado.
Akira dio un paso hacia él, su expresión endureciéndose. La tensión en la habitación aumentaba con cada segundo que pasaba, como si el peso de todas sus decisiones y secretos estuviera a punto de aplastarlos.
—No me reprochen ahora cuando ustedes mismos estuvieron en el nacimiento de Kiraxy y luego no hicieron nada —gruñó Azuk, sus palabras resonando en la pequeña estancia—. Ese dragón es hija de Jisung y Minho, y si le ocurre algo, todos estaremos muertos. Mi deber es con Jisung, y si hoy tengo que morir por su causa, lo haré. Ustedes hicieron su juramento de lealtad, caballeros. No rompan su promesa ahora solo por miedo a quedar expuestos.
Los generales, tensos y en silencio, intercambiaron miradas. Ninguno parecía dispuesto a contradecirlo, pero el miedo se notaba en sus rostros. Isolde apretó los puños, controlando la furia que sentía por su cobardía.
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Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)
FantasyEn un mundo donde los seres mágicos son una parte fundamental de la vida cotidiana, existe una antigua tradición entre los clanes del Reino del Norte y Sur: La selección del Cáliz del Dragón. Veintiséis jóvenes de distintos clanes y linajes de sang...