MONTAÑA DE HIELO

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30

Jisung, solo y abrumado, vio cómo Haerry se alejaba, y un terror paralizante lo impulsó a moverse. Su mente nublada por el pánico, comenzó a correr hacia el bosque cercano, sus pasos resonando en el suelo firme. Cada latido de su corazón parecía retumbar con una intensidad insoportable, como si quisiera escapar de su pecho.

Sus pulmones se llenaban y vaciaban con dificultad, el aire helado golpeaba su rostro mientras avanzaba a ciegas entre los árboles.

Las sombras del bosque parecían cobrar vida, y el sonido de los aleteos de un dragón se acercaba con una fuerza creciente. Los árboles, altos y oscuros, se retorcían en su camino, y las ramas crujían bajo el peso de la tensión.

El rugido del dragón, ensordecedor y cercano, parecía perseguirlo, añadiendo una capa más de desesperación a su huida. Jisung podía sentir el suelo temblar bajo sus pies, y el sonido del dragón cada vez más cerca lo empujaba a correr más rápido, como si cada paso pudiera ser el último.

El frío del bosque lo envolvía, y sus músculos se tensaban con cada esfuerzo, su respiración entrecortada se mezclaba con el sonido de su propia carrera. El miedo lo empujaba a moverse sin rumbo fijo.

Jisung perdió la noción del tiempo. No sabía cuánto llevaba corriendo, su mente estaba completamente desorientada. El bosque que había conocido se había transformado gradualmente en un vasto campo de nieve.

La fría blancura que lo rodeaba contrastaba con el musgo verde que había pisado antes, y el paisaje cambiaba rápidamente bajo sus pies mientras avanzaba. Sin embargo, el rugido del dragón, cercano y aterrador, seguía resonando a través del aire helado, intensificando su desesperación.

En un momento Jisung se detuvo y se dio la vuelta. Sus ojos se encontraron con la aterradora visión de una gran dragona de escamas blancas que descendía hacia él. El monstruo era imponente, su tamaño igualaba o incluso superaba al de Velorian. Las escamas blancas de la dragona reflejaban la luz de la luna, creando un brillo gélido y casi fantasmagórico que acentuaba su tamaño colosal.

La dragona aterrizó suavemente frente a Jisung, sus enormes alas extendidas a ambos lados, creando una sombra que oscurecía la nieve alrededor. El joven oso se quedó paralizado, incapaz de apartar la vista de sus ojos penetrantes que lo miraban fijamente. El aire a su alrededor se llenó de tensión, como si todo estuviera a punto de cambiar en un instante.

De repente, la dragona inclinó la cabeza y emitió un rugido profundo, liberando una ráfaga de fuego negro. Las llamas envolvieron a Jisung, pero, en lugar de quemarlo, el fuego pareció absorber toda la luz y calor a su alrededor. Sintió una extraña calma que lo invadía, sus sentidos desvaneciéndose mientras el fuego negro lo envolvía por completo.

Jisung cayó al suelo, sin sentir dolor, solo un frío abrumador que lo llevó a un desmayo profundo. Todo a su alrededor se volvió negro, como si el tiempo mismo se hubiese detenido. En la oscuridad, solo quedaba el eco distante del rugido de la dragóna.

...

Jisung comenzó a despertar lentamente, sus sentidos volviendo de la oscuridad en la que se había sumergido. Al principio, solo sentía el frío cortante que lo envolvía, un frío que parecía provenir de lo más profundo de la tierra. Sus párpados, pesados, se abrieron poco a poco, permitiéndole vislumbrar su entorno.

Se encontraba en el centro de una montaña. A su alrededor, las paredes de roca formaban una vasta cámara natural, que se alzaba en un domo imponente, curvándose hacia arriba como si la misma montaña hubiera sido ahuecada desde adentro. Las rocas eran oscuras y sólidas, cubiertas en algunos puntos por una capa de hielo translúcido que reflejaba la escasa luz que entraba desde lo alto.

Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora