29
Minho apretaba los dientes, su mirada fija en el vino que se arremolinaba en la copa. Sus pensamientos, siempre tan ordenados, ahora se escapaban como agua entre los dedos, siempre volviendo a Jisung.
El castaño no había regresado con los demás luego de la expedición. Haerry se lo había llevado a las montañas de hielo, lejos, tan lejos que la ausencia era una punzada constante, cruel, en el pecho de Minho.
El enojo bullía bajo la superficie de su calma aparente, una furia contenida en la firmeza con la que sostenía la copa. Pero en su interior, la impotencia lo devoraba, consumiendo cada parte de su ser con una sensación abrumadora. Algo en su intuición le decía que Jisung estaba en peligro, y esa certeza lo volvía loco. Era una locura que se retorcía en sus entrañas, como un veneno que le impedía respirar.
Cada fibra de su ser le pedía levantarse de la mesa, dejar atrás esa sala roja y esas falsas sonrisas. Quería correr hacia los establos, encontrar a Velorian y montar sobre su lomo hasta las mismas montañas de hielo si era necesario. Podía imaginarse el calor de las escamas de su dragon bajo sus manos, el rugido profundo que resonaba en su pecho cuando se preparaba para volar.
Minho respiró hondo. Terminó su copa de vino con un gesto decidido y, sin mirar a nadie más en la sala, se levantó de la silla. Las miradas curiosas lo siguieron mientras se dirigía hacia los corredores, pero él las ignoró.
A medida que avanzaba por el pasillo oscuro, los pasos de Minho resonaban en las frías piedras del suelo. La tensión le oprimía el pecho, pero no se detuvo hasta que sintió una mano firme posarse sobre su hombro. Se giró rápidamente, solo para encontrarse con la mirada preocupada de Aurelius.
—Minho, ¿qué ocurre? —preguntó Aurelius con el ceño fruncido—. ¿Por qué saliste así, tan de repente?
Minho inspiró profundamente, tratando de calmar el temblor en su voz antes de hablar.
—Yo... simplemente ya no podía más. Aurelius, necesito pedirte un favor —su tono se volvió firme, decidido—. Cuida de Kiraxy por mí.
Aurelius arqueó una ceja, desconcertado.
—¿Por qué lo dices? ¿Qué es lo que planeas hacer?
Minho apartó la mirada, sus palabras cargadas de una determinación que no dejaba espacio para dudas.
—Voy a buscar a Jisung, lo traeré de vuelta —dijo Minho, con la voz cargada de preocupación. Sabía que Aurelius era uno de los pocos en quien podía confiar—. No me siento bien... Hay algo en mi interior que me dice que algo malo está a punto de ocurrir. No confío en que esté con Haerry. Temo por su seguridad.
El semblante de Aurelius se endureció, pero su voz mantuvo un tono mesurado, casi suplicante.
—Minho, comparto tus sentimientos, pero es demasiado peligroso. Las montañas de hielo son un lugar sagrado para los Draegon. No te permitirán acercarte. Además, si sales ahora, sin permiso y con la excusa de que vas a volar, podrían malinterpretar tus intenciones. Podrían pensar que intentas escapar.
Las palabras de Aurelius cayeron como un balde de agua fría sobre Minho. Sabía que tenía razón, pero escucharlo en voz alta hacía que todo pareciera más real, más inminente. Aurelius dio un paso adelante, la seriedad en su rostro una clara señal de lo que estaba en juego.
—Si te atrapan, Minho, podría costarte la vida. Y no solo la tuya —añadió en un tono sombrío—, sino también la de Velorian.
El nombre resonó en la mente de Minho, golpeando su conciencia con fuerza. La imagen de Velorian, apareció ante él. La idea de poner la vida de su dragón en peligro era una carga que Minho no estaba seguro de poder soportar.
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Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)
FantasiEn un mundo donde solo los elegidos por el Cáliz del Dragón pueden convertirse en jinetes, Minho y Jisung emprenden un viaje que cambiará sus vidas para siempre. Ambos nacieron como sangre negras, esto les otorga la posibilidad de ser vinculados con...