LUCES NOCTURNAS

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Jisung acariciaba con delicadeza las suaves hebras del cabello de Minho, sintiendo la textura sedosa entre sus dedos. El cuerpo de Minho descansaba plácidamente sobre su pecho, en perfecta armonía con los latidos tranquilos de su corazón. La respiración de Minho era lenta y profunda, como si el mundo entero se hubiese detenido solo para ellos dos.

El sonido del río Basilis fluyendo cerca los acompañaba, con su murmullo constante y relajante, mientras la fogata chisporroteaba a un ritmo lento, lanzando destellos de luz cálida que iluminaban sus rostros en suaves matices naranjas. Jisung observaba el fuego danzar, perdido en el pensamiento, pero completamente consciente del peso agradable de Minho sobre él.

A su alrededor, la noche se extendía serena, cubierta por un manto de estrellas que observaban en silencio. Jisung sentía una paz profunda, como si aquel instante fuera eterno, como si todo el ruido del mundo se hubiera desvanecido, dejando solo el latido acompasado de sus corazones y la suave caricia del viento nocturno.

Inclinándose un poco más, acercó su rostro al de Minho, sintiendo el calor suave que emanaba de su piel y el ritmo constante de su respiración contra su cuello. La paz que irradiaba aquel momento lo envolvía, y Jisung no pudo evitar sonreír levemente, susurrando para sí mismo, como si cualquier sonido más fuerte pudiera romper la magia que los rodeaba.

De pronto, un sonido suave y casi imperceptible se mezcló con el murmullo del río Basilis. Jisung alzó la vista y vio a Megaria dando vueltas cerca del agua, moviendo su larga cola con entusiasmo. Sus ojos brillaban con travesura, y parecía ansiosa por moverse, su espíritu juguetón desbordando. Se acercaba a Velorian que observaba la escena con una mezcla de desconcierto y calma.

Velorian permanecía quieto, ladeando la cabeza de un lado a otro, sin saber cómo reaccionar ante la incitación de Megaria.

La dragona blanca soltó un suave gruñido, una especie de sonido agudo, animando a su compañero a seguirla hacia el río. Pero Velorian simplemente la miraba sin moverse, sus grandes ojos buscaron a los de su jinete. Finalmente, emitió un pequeño sonido gutural, como si buscara a Minho para que interviniera.

Minho se removió sobre el pecho de Jisung, despertando lentamente. Con los ojos aún entrecerrados, se incorporó un poco, y en su rostro adormilado, se dibujó una expresión de confusión.

—¿Qué está pasando? —preguntó en un susurro, parpadeando mientras miraba a su alrededor, buscando una explicación.

Jisung soltó una suave carcajada, acariciándole el cabello con ternura antes de señalar a los dragones.

—Megaria está siendo juguetona —dijo Jisung, sus ojos brillando con diversión—. Quiere que Velorian juegue con ella en el río. Pero parece que no quiere jugar con ella.

Minho, aún desperezándose, giró su cabeza hacia los dragones. Observó cómo Megaria rodeaba a Velorian, dando pequeños saltos ligeros como si intentara incitarlo a moverse. Sin embargo, Velorian seguía inmóvil, con sus ojos siempre puestos en Minho, como si necesitara alguna señal de él antes de ceder a los juegos. El acto arrancó una sonrisa en los labios de Minho.

—Velorian no es muy bueno en los juegos... —comentó, dejando escapar un largo bostezo—. No está acostumbrado a jugar con los demás dragones... Aunque se lleva muy bien con el dragón de Aurelius.

Jisung se inclinó suavemente hacia él y, con un gesto cariñoso, dejó un beso en la comisura de sus labios, despertando una ligera sonrisa en Minho.

La calma de la noche los envolvía como una manta tibia, entre el murmullo del río y el chisporroteo del fuego. Todo a su alrededor parecía fluir con una tranquilidad casi mágica, como si nada en el mundo pudiera perturbar ese momento.

Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora