CAPÍTULO UNO

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La luz de las estrellas brillaba intensamente en el cielo, bañando el rostro de Jisung mientras yacía entre el suave herbal del campo. El manto negro de la noche parecía envolverlo, pero a pesar de la serenidad del entorno, su mente no encontraba paz. Desde hacía días, el nerviosismo se había apoderado de él, impidiéndole conciliar el sueño. Pronto llegaría el eclipse, y eso solo podía significar una cosa...

"La selección de los 26 Jinetes Sangres Negras"

Aquella antigua tradición, creada por los hijos de Eragon el Grande y sus Dragones después de la división de los reinos en Norte y Sur, era algo que había pesado sobre los hombros de Jisung desde su infancia. Pero ahora, la presión se hacía insostenible. Había cumplido 18 años hace unos meses, la edad requerida para participar en la selección, y desde entonces, no podía dejar de pensar en lo que eso significaba.

En su clan, el Clan de los Osos, la mayoría de los Sangres Negras eran nobles, jóvenes de buena familia, que habían sido entrenados toda su vida para este momento. Sus padres los habían preparado desde la cuna, instruyéndolos en tácticas de combate, estrategia, y el arte de la monta de dragones. Sus nombres resonaban con honor y gloria, y para ellos, el eclipse representaba una oportunidad para cumplir el destino que les habían prometido.

Pero Jisung... él era diferente. Mientras los demás nacían con espadas de acero y corazas de oro, Jisung había nacido entre la tierra y el polvo de una granja. Sus padres eran campesinos humildes, dedicados al cultivo de papas y cebollas. Nunca había empuñado una espada, y las únicas bestias que había montado eran los caballos que usaban para arar los campos. Cada vez que pensaba en el cáliz, sentía que no era más que un simple pueblerino, alguien indigno de compartir el destino de aquellos nobles que se preparaban para ser jinetes.

¿Cómo podría ser elegido?”, se preguntaba una y otra vez, sintiendo el peso de la inseguridad sobre su pecho.

—Jisung —la voz de su padre lo sacó de sus pensamientos—, ¿qué haces aquí? Deberías estar durmiendo.

El mayor se acercó y, con un gesto suave, tomó la mano de su hijo para ayudarlo a levantarse.

—No puedo dormir... —murmuró Jisung, sus ojos reflejaban la inquietud que lo atormentaba.

—Estás nervioso, ¿verdad? —El joven asintió—. No soy un Sangre Negra, y decirte que no estés nervioso sería mentirte. Hasta yo estoy preocupado, hijo.

—Papá... ¿por qué tengo que pasar por esto? ¿No puedo simplemente... negarme? Dejar que alguien más vaya en mi lugar.

Su padre negó con la cabeza, colocando una mano firme pero reconfortante sobre su hombro.

—Jisung, sabes que esto es obligatorio para los de tu edad. Si te niegas... en el mejor de los casos, te encerrarían en los calabozos de Roca Dragón.

—¿Y qué más da? —susurró Jisung, bajando la mirada—. Es mi primer año en la selección, no me van a elegir. No quiero ser un jinete de dragón. No soy digno de eso.

El señor Han frunció el ceño, notando la inseguridad en la voz de su hijo.

—Jisung, ¿por qué crees que no eres digno?

—Los otros se burlan de mí... —respondió, casi en un hilo de voz—. Dicen que huelo mal, que solo traigo vergüenza. Que porque somos campesinos, ni el abuelo Jiwoo ni el tío Raehnor fueron elegidos por el cáliz.

El señor Han apretó los labios, sintiendo una mezcla de dolor y enojo por lo que su hijo había soportado.

—Vergüenza deberían sentir ellos por hablarte de esa forma —dijo con firmeza, inclinándose un poco para que Jisung lo mirara a los ojos—. Escúchame bien, el cáliz del dragón no elige por el dinero o el título, sino por lo que llevas en la sangre. Y tú, Jisung, eres tan Sangre Negra como cualquier joven de los ocho clanes. Nadie puede quitarte eso, por más que lo intenten.

Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora