24. Héroe de armadura oscura

293 48 32
                                    

Se quedaron en el sofá luego de comer, Penélope se acurrucó contra Colin pensando en que lo mejor de verdad para los dos era fingir mantenerse separados. No le gustaba la situación, pero era necesario para poder mantener a salvo al hombre que amaba. Ni siquiera le estaba prestaba atención a la televisión. La reportera de las noticias movía la boca pero ella no escuchaba absolutamente nada. —Pareces absorta.

—Sí. -dijo al escuchar a Colin saliendo de su trance. —solo estoy pensando. De verdad que Cressida y Armand deben odiarme demasiado como para hacerme daño al intentar joder tu vida.  No entiendo que les hice, y si les hice algo quisiera disculparme. No sé que pude haber hecho mal.  Seguro que hice algo mal, siempre soy torpe. 

—Nada. A veces las personas no soportan ver a alguien infinitamente mejor. -contestó él abrazándola más. —Penélope, ya hemos hablado de esto, de que no quiero que digas cosas malas en tu contra. ¿No quedó claro con el último castigo?

Lo miró y sus ojos se oscurecieron, tuvo la probada de lujuria en sus labios al recordar las cuerdas, el silencio y las órdenes. Sonrió y le acarició la mejilla. —Lo lamento, señor.

—No voy a permitir que hagas eso otra vez. Tendrás cinco azotes porque al parecer no aprendiste tu lección sobre no hablar mal de ti. -Se la quedó mirando y luego se levantó quedando sentado en el sofá. —Justo ahora. Reclínate sobre mí. -y esa era su voz de dominante. La reconoció al momento y le hizo temblar las piernas. Hizo lo que le dijo y sintió como le alzaba la falda y le retiraba el panty. —Sé que no es fin de semana, pero en este momento no soy tu novio, soy un Dominante. Faltaste de nuevo a la regla. Creí que habías aprendido la lección.

Puede que no tuviera el collar pero sentía la conexión entre los dos. Se quedó en silencio absorbiendo las emociones y las caricias de Colin y dio un respingo en cuanto dio el primer azote. Y  luego tuvo otro, y los contó hasta llegar a cinco. Incluso le picaba la piel. En cuánto él terminó, le acarició la piel sensible y tras arreglarle la ropa hizo que quedara frente a él. —¿Sabes por qué lo hago? Respóndeme como mi novia. No podía dejar pasar esa falta, lo sabes.

Penélope asintió y le sonrió. —Lo sé, es que me abruma. No volverá a ocurrir, lo siento. Creo que lo haces porque te gusta tener el control de todo cuanto posees. Eso me incluye. Novia o sumisa, hablar mal de mí supone una falta de respeto directa a ti.

—Lo es. -dijo en un suspiro. —hablar mal de ti misma es hablar mal de mí porque yo te escogí, Penélope, Pen... y sé que escogí a una mujer inteligente además de hermosa. Suponer lo contrario es ofensivo. -y terminó abrazándola antes de darle un beso en la frente. —no quiero que pienses así. ¿Te sientes bien después de lo que hice?

Ella asintió. —Sí. Extrañamente reconfortante. ¿Te quedas esta noche?

—Me quedo. Lo había planeado, tengo ropa en mi auto, puedo subirla y así tener como cambiarme en la mañana.
Luego de planearlo, así lo hicieron. Y juntos en la habitación de Penélope se acostaron luego de una ducha para descansar. Aunque ella no lo hizo demasiado. Pesadillas de ella misma siendo rechazada por Colin para ir tras Cressida la atormentaban. Quedaba mucho peor que cuando sufrió las burlas de su primer año, como si fuera abandonada a su suerte, sin alma, sin vida.

En gris.

Se gritaba que era incorrecto, pero era como si nadie más la oyera. Y de  pronto volvía a estar en el primer año de universidad, soportando los abusos de Armand, estando sola en un momento caótico y traumático sin poder gritar, ahogándose sola.

¡Colin! Por favor no me dejes.
—¿Crees que estaría con alguien como tú? Solo mírate.

Y estaba en frente de un espejo. Era como ver a un reflejo del pasado solo que era en su presente. La ropa le quedaba grande, el cabello lo tenía opaco, los ojos incluso estaban hundidos, sin vida, las ojerasen su piel pálida resaltaban de foma escalofriante y de un momento a otro comenzó a sonreír sin que la expresión iluminara su cara.

Se veía muerta.

—¡No! -Abrió los ojos como pudo saliendo de la pesadilla notando que Colin le estaba tocando la mejilla. —Perdón.

—¿Estás bien? ¡Por Dios, Pen! -Sintió como la atraía a él y la abrazaba. Se sintió desorientada, un poco pérdida, pero a salvo en brazos de Colin. Suspiró sacudiendo la cabeza intentando despejarse. —Preciosa, tenías una pesadilla. -lo vio encender la lámpara y no notó en que momento se había puesto a llorar. Él la mirada con preocupación y ella sentía el corazón latirme mil por hora. —¿Qué te atormenta?

—Soñé que me dejabas y quedaba peor que... antes. Lo que siento por ti me asusta y mucho.

Colin se tensó teniendo sus labios en una línea y luego volvió a abrazar a Penélope. —A mi también me asusta, pero no me iré. Si quieres saberlo, te amo desde que te conocí y removería cielo y tierra para regresar al pasado y evitarte este dolor. Me habría encantado ser el primero y el único. -dijo sonando muy triste y abrumado. —Quiero que esto funcione y quiero protegerte de todo.

Penélope terminó pasándole las manos por el cabello y asintió. —Te conozco desde hace mucho pero en cierta forma también eres un extraño. No hay mucho que sepa de ti. Sin embargo, te veo como un caballero de oscura armadura. Mi héroe.

—Tienes razón... No me conoces. -suspiró y se acostó de nuevo con ella apagando la lámpara. Le acarició la piel mientras la abrazaba y sonrió. —mi color favorito es el verde, por eso hice que te vistieras de verde esmeralda en la primera fiesta a la que fuiste conmigo. A veces escribo, me gusta mantener un registro de mis viajes, y por lo menos una semana al mes hago uno, esperaba que me acompañaras en el de este fin de mes. Mi  lugar favorito es Mykonos, en Grecia, podríamos ir en mi yate.

—¿Tienes un barco? ¿En serio?

—Sí, lo tengo. Se llama "Anne", como tu segundo nombre. No quería ser obvio frente a mis hermanos. -Penélope sonrió y lo mantuvo abrazado. —¿Qué más? Adoro leer, no tengo ningún género favorito, disfruto mucho de la literatura. Y... Me gusta mucho cogerte. -Penélope comenzó a reír con esa última confesión y se mordió el labio. —lo digo en serio, me gusta mucho.

—Colin...

Él también comenzó a reír y la besó mientras la acariciaba. —Pregunta entonces.

—¿A qué edad tuviste sexo por primera vez?

—Diecisiete. Estaba caliente y con muchas hormonas. Y debo decirte que luego de conocerte, siempre soñaba con cogerte a ti.

—Debo confesar. -dijo ella mirándole. —Mi primera novela fue una erótica llamada "Besos robados". Era sobre tí... también tenia sueños eróticos contigo.

—¿En serio? Háblame de esa novela.

Y con aquella pregunta tuvo a Penélope hablando por veinte minutos sobre la trama de su historia.

Title and SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora