EXTRA I

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JUANJO

Me desperté temprano esa mañana en casa de mis padres, y al abrir los ojos, por un segundo, no recordé qué día era. La luz suave del amanecer entraba a través de las cortinas de la habitación que había sido mía durante toda mi infancia, el lugar que ahora, de alguna manera, parecía más pequeño, pero al mismo tiempo más cálido. La realidad me golpeó de pronto, como una oleada de emociones que llevaba reprimiendo durante días: hoy era el día de mi boda con Martin.

Me estiré en la cama, desperezándome con una sonrisa. Era raro no sentir su presencia a mi lado, ya que llevábamos tanto tiempo compartiendo la misma cama, el mismo espacio. Pero queríamos cumplir con esa tradición tonta de no dormir juntos la noche antes de la boda, como si eso fuera a hacer el día más especial. Martin estaba en casa, con Rus. No podía dejar de pensar en ellos, probablemente ambos estaban nerviosos también. Nuestra hija había crecido tan rápido que aún me costaba creerlo. Tenía esa mezcla de alegría y rebeldía que a veces me descolocaba, pero hoy, imaginé, estaría tan emocionada como nosotros. Siempre decía que le hacía ilusión vernos a los dos "juntos por fin", como si no llevásemos años compartiendo nuestra vida, deseando que pudiéramos oficializar lo nuestros después de tanto tiempo ocultándolo al mundo.

La casa de mis padres estaba en silencio, algo raro considerando que mi madre solía levantarse temprano. Quizá hoy decidió dejarme ese momento de tranquilidad antes de que todo el bullicio del día comenzara. Era increíble lo rápido que Magallón se había convertido en nuestro refugio desde que volvimos de Jamaica. El pequeño pueblo aragonés, con sus calles tranquilas y la gente amable, nos ofreció justo lo que necesitábamos como familia. Mis padres nos acogieron como si no hubiéramos estado fuera tantos años, como si conocieran a Martin de toda la vida. Y adoran a Rus desde la primera videollamada. Este pueblo fue una vía de escape para nuestra familia, aquí podíamos disfrutar los tres juntos sin la presión de que alguien nos descubriera. Volver aquí me hacía sentir que todo estaba en su lugar, y por eso decidimos casarnos en el ayuntamiento, sin complicaciones, rodeados de los nuestros.

Mientras me levantaba y me estiraba, pensé en lo íntima que habíamos querido hacer la boda. No había razón para grandes fiestas o eventos lujosos. Solo queríamos a nuestras familias, a nuestros amigos más cercanos, disfrutar del día sin preocuparnos por nada más.

Caminé hasta el baño y me miré en el espejo. No era el mismo Juanjo que dejó esta casa años atrás. Los viajes, las experiencias, y sobre todo Martin y Rus, me habían cambiado. Me lavé la cara con agua fría, tratando de despejarme del todo, mientras mi mente volvía a las últimas semanas. Habíamos pasado por los nervios de los preparativos, las dudas tontas que siempre surgen antes de un día tan importante. Rus había estado más revoltosa que nunca, queriendo asegurarse de que todo saliera perfecto.

- ¿Cómo te sientes? - La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos. Estaba de pie en la puerta del baño, observándome con esa mirada cálida que me había visto crecer y cambiar.

- Nervioso. - Admití, sonriendo. – Pero bien. No veo la hora de ver a Martin.

Mi madre asintió, como si lo entendiera perfectamente, y se acercó para darme un abrazo. En momentos importantes, su apoyo lo era todo. Me dejó solo un momento después, asegurándome que el desayuno ya estaba listo y que ella salía hacia la peluquería.

Cuando bajé al salón, el olor a café llenaba el aire. Mi padre hojeaba el periódico, como si hoy fuera un día cualquiera, aunque sabía que por dentro estaba tan emocionado como yo. Se levantó, me dio una palmada en la espalda y me ofreció una taza.

- Hoy es el gran día, ¿eh? - Dijo, con una sonrisa de complicidad.

- Sí. Por fin.

Tomé un sorbo de café, intentando que el líquido caliente calmara un poco mis nervios. Faltaban solo unas horas para la boda, para ese momento en el que Martin y yo daríamos el "sí quiero" en el ayuntamiento.  Sabía que, aunque ya nos sentíamos como una familia, ese día sería especial para los tres.

¿Me vas a esperar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora