Cap. 10: El letargo del tiempo

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Con el paso de los meses, el Sultán Süleyman continuó su campaña en Hungría, luchando valientemente y conquistando territorios en nombre del imperio. Su relación con Bárbara seguía, era apasionada y secreta, y le permitía escapar de la realidad de la guerra y de las responsabilidades del imperio.

Mientras tanto, en el palacio, Ayşe Hafsa Sultán, la madre del Sultán, empezaba a mostrar más signos de decadencia en su salud. Su piel se volvió pálida y enfermiza, y su fuerza y ​​energía parecían disminuir con cada día que pasaba. Los médicos del palacio hicieron todo lo posible por ayudarla, pero nada parecía funcionar. Sé sabía que la Valide Sultán estaba algo delicada de salud últimamente, por eso el Sultán mandó a llamar a su hermana mayor, Hafize, para que esta se ocupe de dirigir el harem y así quitarle algo de carga con la esperanza de que su salud mejore con algo menos de carga.

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•- En Hungría -•

Un mensajero llegó al campamento de Süleyman en Hungría con una carta en la mano. Era una misiva urgente de los médicos del palacio, informándole de la delicada salud de su madre, Ayşe Hafsa Sultán.

Süleyman se quedó en silencio mientras leía la carta, su expresión cambió a medida que las palabras se hundían en su corazón. La noticia era devastadora, y se sintió impotente al saber que su madre estaba tan lejos y enferma. La idea de perder a su madre le causaba un dolor inimaginable, y la lejanía solo empeoraba las cosas.

Su mirada estaba perdida en el horizonte, y sus pensamientos se centraron en el amor y la devoción que sentía por su madre. La había apoyado en todo momento, y había sido una figura fundamental en su vida. Un sonido le saco de su trance y se giró para mirarlo entrar a su deseo.

Bárbara, la hermosa hija del rey de uno de los palacios fronterizos de Hungría, se encontraba embarazada de dos meses del Sultán. La mujer entró y se inclinó, el hombre sonrió encantado de verla pues su vientre iniciaba a estar abultado, revelando su estado.

Sultán Süleyman: Mi adorada Küçük Prenses -dijo el hombre sonriendo al ver entrar a la mujer al campamento.

El Sultán Süleyman le tenía un apodo cariñoso para su concubina Bárbara, la hija del Rey húngaro de uno de los palacios fronterizos. Él la llamaba "Küçük Prenses", que en turco significa "Pequeña Princesa", en alusión a su origen noble y su belleza. Bárbara siempre sonreía cuando escuchaba ese apodo, ya que le hacía sentir especial y querida por el Sultán.

La mujer sonrió y se acercó para sentarse al lado del hombre, se percató de la carta que el hombre sostenía en su mano y observó el deje de melancolía en el rostro del hombre.

Barbará Bathór: ¿Qué sucede mi señor?... Notó en su mirada un deje de melancolía y dolor -dijo la mujer con suavidad y en tono calmado, mirando al hombre con sus ojos color miel.

La dama oyó el suspiro largo del hombre y como este evitaba su mirada, pero la mujer ya se había percatado de que algo sucedía e iba averiguar que era. Colocó con suavidad su mano sobre el hombro del Sultán.

Barbará Bathór: Süleyman...por favor, dígame que le sucede -volvió a insistir la mujer en tono aún más suave sin quitar su mano del hombre.

El hombre se estremeció al sentir la mano de la mujer, puso la mano sobre la suya y la aparto para llevarla a sus labios y besarla delicadamente.

Sultán Süleyman: Bárbara, tengo una noticia importante que darte -dijo él, con una voz calmada y segura- Mi madre, Aysę Hafsa Sultán, está enferma y necesita mi presencia en Estambul.

᪥𝓛𝓪𝓼 𝓳𝓸𝔂𝓪𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓲𝓶𝓹𝓮𝓻𝓲𝓸 ᪥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora