El aire denso y oscuro del despacho de Damien Blackthorn era casi sofocante. Las paredes de piedra negra parecían absorber cualquier luz, e incluso la tenue iluminación, proveniente de una vela solitaria, proyectaba sombras profundas sobre las estanterías llenas de antiguos libros y objetos. El silencio, roto solo por el chisporroteo de la llama, creaba una atmósfera cargada de tensión. Damien estaba de pie junto a su escritorio, su expresión severa mientras observaba la puerta.
Esta se abrió lentamente, revelando a Marlowe. Caminó hacia el centro de la habitación con paso firme, pero no pudo evitar que la incomodidad se reflejara ligeramente en su rostro.
—Te di una tarea fácil. — La voz de Damien era baja, pero cargada de reproche. — ¿Cómo pudiste fracasar?
Marlowe no mostró miedo, pero había una tensión palpable en el aire.
—Los Halliwell no eran tan vulnerables como parecía. —Respondió con tono controlado. — Hubo fuerzas que no esperábamos.
Damien alzó una ceja, sin apartar los ojos de ella.
—¿Qué fuerzas? — Preguntó en un tono frío.
Marlowe apretó los labios antes de hablar.
— No estoy segura. Algo o alguien intervino, y no pude identificarlo a tiempo. Los Halliwell escaparon.
El ceño de Damien se frunció aún más.
—No me interesan las excusas. Encuentra qué fue lo que te detuvo y elimínalo. — Ordenó, antes de girarse hacia la ventana oscura, poniendo fin a la conversación. — No falles otra vez.
Marlowe asintió en silencio antes de salir de la sala, dejando a Damien solo en sus pensamientos.
Mientras tanto, en otro lugar, Michael se encontraba aún secuestrado por los Blackthorn.
Al mismo tiempo, fuera de ese lugar, Aria seguía en coma, su vida pendiendo de un hilo. Bianca, firme en su misión, cuidaba de Natalie, quien lentamente comenzaba a recuperarse, aunque su progreso seguía siendo incierto. Wyatt y el resto, mientras tanto, continuaban atrapados en los círculos infernales de Dante, enfrentándose a horrores y pruebas inimaginables y en cuanto a Chris y Paige Jr., todavía se encuentran atrapados en el viaje del tiempo.
El destino de los Halliwell estaba en juego, mientras las fuerzas oscuras que trabajan para los Blackthorn seguían conspirando desde las sombras junto con ellos.
Mientras tanto, en otro lugar, Michael despertaba en lo que parecía una prisión de piedra. El frío y la humedad de las paredes lo envolvían, creando una atmósfera opresiva y sofocante. Su cabeza aún daba vueltas, tratando de recordar cómo había llegado allí. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero lo único claro era que este lugar estaba impregnado de una oscura energía. Se sentía aislado, prisionero de algo más que solo paredes.
De repente, escuchó pasos acercándose, pero no podía ver quién o qué se aproximaba. Los pasos se detuvieron al otro lado de la puerta. Escuchó cómo alguien intentaba abrirla con cautela, evitando cualquier ruido que alertara de su presencia. Finalmente, la puerta se abrió lo suficiente como para revelar una figura conocida.
—¿Adara? — Preguntó Michael, aunque sabía perfectamente que había sido su padre quien lo había secuestrado.
Adara Blackthorn entró en la habitación, con una expresión de disculpa en su rostro. Traía una bandeja de comida y un libro con tapa gruesa y desgastada por el tiempo, un libro familiar que parecía estar lleno de nombres.
— Lamento mucho que mi padre te haya encerrado aquí. — Dijo Adara mientras se acercaba, disculpándose mientras dejaba la comida frente a Michael, aún atado.
ESTÁS LEYENDO
Charmed: The Bloodline - Temporada 8
Hayran KurguOctavo libro de Charmed: The Bloodline ⚠️ Atención: para leer este libro, lean las anteriores primero • Tras los últimos acontecimientos, los hijos de las Embrujadas tratan de sobrevivir y continuar sus caminos. Una oscuridad acecha, unos enemigos...